Trópicos

El desconfinamiento de las protestas sociales

Se vive una zozobra generalizada que probablemente se traducirá en enojo hacia los sistemas políticos que han sido rebasados a causa de un virus.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales .

Una de las escenas que marcarán los tiempos del Covid-19 se vivió el pasado fin de semana en Bélgica, cuando trabajadores del hospital Saint Peter en Bruselas dieron la espalda a la primer ministra, Sophie Wilmes, mientras su caravana de autos intentaba llegar al estacionamiento del nosocomio entre la valla que formaron más de 100 médicos y enfermeras con sus trajes blancos y verdes, mascarillas y en silencio, a lo que también se le consideró como la 'guardia del deshonor'.

Fue una manifestación pacífica donde trabajadores de la salud mostraron su desacuerdo sobre las formas en que el gobierno está manejando la pandemia, principalmente preocupados por la alta letalidad que está dejando a su paso en ese país europeo. Pero también hartos por las fallas en su sistema de salud, bajos salarios y recortes en el presupuesto al sector. Al respecto, el director del hospital, Philippe Leroy, reconoció que el personal médico es víctima de emociones negativas, fuertes fatigas y ansiedad.

Sorprende que una de las naciones con mejor nivel de vida y con apenas 12 millones de personas tenga la mortalidad más alta de personas ocasionadas por el Covid-19. La Universidad Johns Hopkins concluye que hay 78 muertes por cada 100 mil personas, mientras que en Estados Unidos, cuyo gobierno también maneja mal la crisis, reporta 27 muertes por cada 100 mil habitantes.

Esta es una de las primeras manifestaciones públicas en Europa de un sector fundamental para vencer al Covid-19, pero que ha sido afectado y vulnerado directamente por el sistema de salud. Lo vivido podría ser la antesala de lo que podríamos ver en las calles repetitivamente: inconformes de diversas clases sociales, trabajadores que pierden empleos, estudiantes que no perciben un futuro sustentable. Personas que van a exigir cambios en las estructuras de los Estados. Por su parte, los gobiernos además de enfrentar la crisis de salud tendrán que lidiar con el descontento social.

Se vive una zozobra generalizada que probablemente se traducirá en enojo hacia los sistemas políticos que han sido rebasados a causa de un virus que paralelamente evidenció una serie de problemas colaterales en lo económico y social. En apenas un año el mundo será más desigual y pobre en cifras no vistas desde las guerras mundiales. Por supuesto, se tendrá la oportunidad para recuperarse de esas desventajas, pero mientras los gobiernos resuelven sus prioridades y operan bajo su miopía entre intereses políticos, los pueblos comenzarán a tocar las puertas de las calles.

Desde inicios de abril, en Berlín grupos radicales de izquierda y derecha se comenzaron a manifestar en la céntrica Plaza Rosa de Luxemburgo para rechazar las medidas de confinamiento y de restricciones. Al mismo tiempo, en Viena la gente se aglomeró en el Monumento contra el Fascismo, no obstante llamó la atención la presencia de Martin Sellner, líder del movimiento ultraderechista Los Identitarios.

Pero en Alemania las protestas no dejan de bullir a pesar de que miles de familias ya pueden salir a los parques, éstas se han diversificado y masificado. Durante las últimas semanas se congregan en diferentes ciudades, apenas el sábado pasado miles de radicales se dieron cita además de Berlín, en provincias como Colonia, Múnich, Fráncfort o Stuttgart.

Sin duda preocupa la ideologización de las masas hacia posturas sectarias, racistas o violentas. Pero ante este nuevo escenario global incierto, grupos minoritarios y amplias mayorías pretenderán configurarse para buscar un cambio. Se les facilitará la movilización y convocatoria ante la debilidad de los sistemas políticos y los vacíos de poder que deja a su paso la poca efectividad de respuesta de los gobiernos ante la pandemia por el Covid-19.

Uno de los sectores sociales más lastimados será la clase media. El desempleo y la disminución en sus salarios afectarán su patrimonio, que tanto les costó obtener. El politólogo Francis Fukuyama afirma que "las personas que se consideran a sí mismas como clase media, tienen más tiempo para la actividad política, están mejor formadas y son más fáciles de movilizar", y que las personas son "mucho más sensibles a las pérdidas que a las ganancias". El grave problema que estamos cruzando no se resolverá únicamente y a partir de la distribución de recursos asistencialistas, se logrará a partir de un cambio estructural de las instituciones políticas y económicas.

También varias manifestaciones fueron confinadas por el Covi-19. Recordemos dos ejemplos, los chalecos amarillos en Francia y el feminismo en el mundo. Será interesante ver su capacidad de reorganización y demandas después del nuevo regreso a la normalidad.

Mientras tanto, hace unos días un grupo de intelectuales, académicos, activistas y políticos de varios países del mundo crearon la Internacional Progresista con el objetivo de "unir, organizar y movilizar fuerzas progresistas detrás de una visión común para transformar el mundo". En busca de uno "democrático, postcapitalista, descolonizado, igualitario, sostenible, ecológico…". Y para ello pretenden "empoderar activistas y colectivos". Vemos una nueva ola ideológica y social que apuntala nuevos mecanismos de empoderamiento.

Se están presentando varios frentes hacia un mundo pos-Covid, las crisis siempre traen reestructuras, pero hoy más que nunca la sociedad global interconectada se organizará más fácilmente en busca de respuestas a las preguntas: ¿Gobernar para qué? ¿Gobernar para quiénes?

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