Trópicos

La más grande de México

La verdadera batalla política está por comenzar, y subordinada a ese ecosistema político y sus ocurrencias, como siempre, la sociedad mexicana se resigna a esperar.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales .

Inició el proceso electoral 2021, donde lo más probable es que vivamos, nuevamente, pobres propuestas de campaña, aunque eso sí, muchas acusaciones y promesas. ¡Ya lo observamos!, líderes y cúpulas alinear a sus batallones para descalificar, acusar e inventar; mientras que las instituciones del Estado mexicano se convierten en testigos mudos que ven desde la barrera el juego político.

Sería muy positivo que después de la alternancia partidista que se ha dado en dos ocasiones en el Ejecutivo federal y que ha contribuido a fortalecer nuestra democracia y a las instituciones electorales, ahora nuestra clase política que está por disputar 500 puestos legislativos federales, 15 gubernaturas, mil 910 ayuntamientos, 16 alcaldías y 22 cargos auxiliares, a lo largo y ancho del país, asuma una visión progresista capaz de contribuir… dejen ustedes a una transformación, a sacar a la sociedad mexicana de los múltiples y serios problemas que deja la pandemia, por su paso, en México.

Lamentablemente, y por lo que hemos podido observar hasta el día de hoy, veremos un circo político encaminado a ganar, como sea posible y bajo cualquier tipo de artimañas, el poder por el poder.

Algunas luminarias del cartel electoral ya muestran indicios de cómo será el espectáculo. En ellas contemplamos partidos políticos debatirse cómo llegar a ser mayoría a costa de acuerdos incoherentes; a un expresidente desacreditar a las instituciones electorales que otrora lo encumbraron en medio de acusaciones por hacer fraude electoral; a esa misma institución electoral dividida y politizada por no negar el registro a agrupaciones políticas bajo mismos criterios; a un presidente en funciones que se pelea con el mismo expresidente sobre oportunismos religiosos; al movimiento-partido político más importante del país, desollándose entre unos y otras, para escalar a su presidencia… por citar sólo algunos ejemplos.

El show político apenas empieza. Además, la concurrencia espera ver más capítulos de la serie 'Corrupción en México' y gritos de ¡sálvese quien pueda! Y no se diga de los estelares testigos cantores, que con narrativas dignas de las mejores revistas del corazón sazonan acusaciones. Por otro lado están las redes sociales convertidas en ríos de lava que arrastran nombres y perfiles a diestra y siniestra con sus noticias falsas. Todo esto en medio de una devastadora pandemia que siembra diversas crisis en la sociedad: pobreza, desempleo, mortandad y un futuro aún incierto.

Pero no perdamos el detalle de un elemento que tendrá un papel central en este circo de varias pistas. Entre todo esto, nació lo que podría ser una oposición real, no sé si buena o mala, al actual gobierno federal y un contrapeso electoral a Morena, el partido dominante. Una agrupación de diez gobernadores en algo que llamaron 'Alianza Federalista'. Ellos decidieron romper filas de la disfuncional Conferencia Nacional de Gobernadores, que mañana cumple 19 años de ser creada. Y digo real oposición, porque ni el PRI, ni el PAN, ni otro partido logran acumular la suficiente fuerza política a menos de un año de las elecciones, para pelear importantes mayorías. Simplemente no tienen ni brújula, ni timón, ni timonel.

Este grupo de gobernadores, heterogéneo y crítico de las acciones del gobierno federal ha roto con un organismo que había construido acuerdos de manera conjunta con Los Pinos, y ahora con Palacio Nacional. De esta manera, los diez disconformes se encaminan a dar pasos en sentido contrario a los del poder central.

Por supuesto, también se dirigen a la construcción de plataformas políticas, no sólo para defender a los estados donde habrá elecciones el próximo año y que pertenecen a esta corriente: Chihuahua, Nuevo León, Colima y Michoacán, cuatro de 15. Sino también para buscar construir un perfil competitivo rumbo a la presidencial de 2024... ¿Otra alternancia?... Yo creo que no, en esta ocasión.

El avasallador triunfo de Morena en 2018, y cuyos pronósticos apuntan a que repetirá mayorías y numerosas gubernaturas en las elecciones por venir, ha obligado a romper los ejes tradicionales del poder en México.

Por un lado, la casi invisible presencia de partidos políticos en la oposición ha forzado a los gobernadores a saltarse los colores partidistas para operar desde los Ejecutivos estatales, sin apoyarse en sus respectivas siglas; tan es así, que los gobernadores disidentes provenientes de PRI, PAN, Movimiento Ciudadano, PRD y un independiente, han apostado por un pragmatismo total para no desaparecer.

Y por el otro, que esa poca identidad ideológica los va a catapultar en hacer un cuestionable híbrido político, pero efectivo sistema operativo del voto en esas 10 entidades de México que cuentan con uno de los sectores empresariales más fuertes del país y un electorado que puede revertir pronósticos adelantados. La verdadera batalla política está por comenzar, y subordinada a ese ecosistema político y sus ocurrencias, como siempre, la sociedad mexicana se resigna a esperar.

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