En petit comité

Imperativo, definir el rumbo

Claudia Sheinbaum tendrá que cargar a cuestas un país profundamente dividido, que deberá gobernar tomando en cuenta al disenso, regla de oro de las democracias.

Muchos han sido los historiadores, politólogos y políticos que han tratado de analizar la sucesión presidencial en México, sin embargo, el momento por el cual atravesamos fue descrito con exactitud en unas cuantas palabras por el expresidente Miguel de la Madrid.

El exmandatario, quien vivió en carne propia su designación como sucesor por parte de José López Portillo y cedió la estafeta de la Presidencia a Carlos Salinas de Gortari, apuntó en sus memorias: “La sucesión presidencial constituye un proceso muy complejo e incierto”.

Conviene prestar atención a estas palabras de alguien que conoció los intrincados caminos de la sucesión presidencial, porque justo es en ese momento de incertidumbre en el que nos encontramos.

Hay muchas cosas que sabemos, pero hay más que no conocemos. Sabemos que Claudia Sheinbaum será la próxima presidenta del país, que es la persona más votada en la historia reciente de México con la friolera de alrededor de 35 millones de sufragios, que tendrá a su disposición la aplanadora morenista en el Congreso —con mayoría calificada en San Lázaro y a unos cuantos votos de esta en el Senado—, que su partido gobernará a 93.1 millones de personas en 24 estados del país. Sin embargo, aún existe la incógnita de cómo ejercerá ese poder.

Así pues, nunca ha habido un momento de tanta incertidumbre en un cambio de sexenio.

Porque si bien es cierto que Claudia Sheinbaum tiene sobre sí la sombra del ‘testamento político’ de 20 reformas presentadas por el presidente López Obrador en febrero pasado como una encomienda transexenal, los tiempos cambian y la presidenta electa llegará a Palacio Nacional con una oposición pulverizada y con presiones financieras tanto al interior como al exterior del país.

No solamente eso. Sheinbaum tendrá que cargar a cuestas un país profundamente dividido, que tendrá que gobernar tomando en cuenta al disenso, regla de oro de las sociedades democráticas. Y aquí asalta la duda de si gobernará para su partido y su militancia o para todos los mexicanos.

Y aunque ha sido bastante clara en que su administración continuará el proyecto de nación impulsado por el presidente López Obrador, construyendo el segundo piso de la cuarta transformación, poco sabemos del nuevo andamiaje institucional, de si ese segundo piso es una supercarretera, un puente o un camino vecinal.

La virtual presidenta electa ha dado algunos atisbos de cómo será su gobierno. En su discurso pronunciado en el Zócalo la madrugada del 3 de junio, después de que se oficializó que las tendencias de votación le favorecían, Claudia Sheinbaum dijo: “No estableceremos un Estado totalitario. Respetaremos la libertad de expresión y la empresa privada. Respetaremos la libertad de que goza el pueblo de México”.

Sin embargo, eso fue antes de conocerse los arrolladores resultados que le dan a Morena un poder casi absoluto.

No hay duda de la lealtad de Sheinbaum hacia el presidente López Obrador y su movimiento. Tampoco de su administración, que tiene un botón de muestra en la Ciudad de México y la reducción de la inseguridad. Pero aun así queda abierta la gran incógnita de cómo podrá sacudirse la próxima administración la impronta del Ejecutivo más popular y querido que ha tenido el país hasta ahora… o si querrá hacerlo.

Como bien menciona el presidente de México, atravesamos momentos estelares y tiempos inéditos, que, sin embargo, guardan alguna semejanza con el pasado, con la época del partido hegemónico que imponía su voluntad y sus decisiones, pasando por encima de una oposición reducida.

Sin embargo, hay quienes destacan los riesgos de que pudiera repetirse —guardando toda proporción— una época similar a la del Maximato de Plutarco Elías Calles.

No obstante, la presentación que hizo ayer la primera presidenta de México, la doctora Claudia Sheinbaum, de los primeros seis miembros de su gabinete envía un mensaje de confianza, madurez política, reconciliación, responsabilidad e inteligencia al escoger por lo pronto a tres hombres y tres mujeres de probadísima experiencia y capacidad.

Ojalá que mantenga la misma directriz y el mismo rumbo por el bien de México y los mexicanos.

SOTTO VOCE

  • Buenas calificaciones entre los guerrerenses tiene la gobernadora Evelyn Salgado, quien está entre las mejor evaluadas de los mandatarios estatales en el mes de junio. La gobernadora alcanzó la cifra de 64.4 por ciento de aprobación, la más alta desde que inició su administración y mantiene una sólida tendencia al alza…
  • Nos comentan que quien está muy nervioso por su negro futuro es el actual encargado de los libros de texto gratuitos, Marx Arriaga. El funcionario que puso por delante la ideología antes que la educación, ya hace sus maletas sin saber qué rumbo tomar. Tiene muy pocas opciones: Venezuela, Nicaragua o Cuba…
  • Como se lo adelantamos en este espacio, el gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta, cumplió su promesa y ayer se reunió con la comunidad migrante en NY, con el cónsul mexicano en esa ciudad y con el alcalde Eric Adams, con quien habló sobre oportunidades de colaboración en materia de seguridad. Grandes proyectos se avecinan para nuestros paisanos y para Puebla…
  • En las más altas esferas del Partido Acción Nacional se menciona que el nuevo coordinador en el Senado sería el todavía gobernador de Yucatán, Mauricio Vila. Para la mayoría, una decisión atinadísima en estos momentos difíciles de reforma, reconstrucción y refundación del panismo.
Oscar Mario Beteta

Oscar Mario Beteta

Con más de 30 años de presencia y experiencia en medios de comunicación, Óscar Mario Beteta es un conocido periodista y conductor de televisión mexicano.

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