Desde hace más de 20 años, Antonia vive con su familia en un edificio de Sunnyside, un barrio de Queens, en Nueva York. Desde su casa puede ver los rascacielos de Manhattan y a diario viaja más de una hora a Brooklyn para realizar labores de cuidadora y empleada doméstica en la comunidad judía de Crown Heights.
Antonia llegó a Nueva York desde Puebla hace 30 años y desde entonces no ha vuelto a México. En esa ciudad encontró a su pareja, un mexicano que tiene una compañía de contratistas que lo mismo remodelan casas que arreglan tuberías y sistemas de calefacción. A pesar de estar tanto tiempo en EU y que la pareja tiene tres hijos con pasaporte estadounidense, para las leyes norteamericanas son ilegales.
De acuerdo con datos del Migration Policy Institute, el Pew Research Center y un análisis de BBVA Research, en EU hay alrededor de 12 millones de migrantes de origen mexicano y más de cuatro millones no tienen documentos.
Ellos, como Antonia y su esposo, son a quienes el presidente electo Donald Trump tiene en la mira, pues no cede en sus intenciones de deportar masivamente a migrantes que no acrediten su estancia legal en ese país.
Aunque expertos han señalado que el plan del magnate para expulsar a un millón de migrantes ilegales cada año es prácticamente imposible de conseguir por lo ambicioso y por su complejidad, la realidad es que Trump no ceja en su empeño de deportar a connacionales, a quienes señala como criminales y vividores, a pesar de que la población migrante, y en particular la mexicana, es la que más impuestos paga en EU.
El más reciente estudio del Institute on Taxation and Economic Policy encontró que en 2022 los migrantes indocumentados aportaron 96 mil 700 millones de dólares en impuestos federales, estatales y locales, 59 mil 400 de los cuales cayeron en manos del gobierno federal de EU.
Pero no solo eso, el documento elaborado por el think tank señala que, contrario a la imagen negativa, los migrantes indocumentados son los que más trabajo buscan y, aunque solo son 3.4 por ciento de la población total, son 4.7 por ciento de la fuerza laboral, pero por su situación migratoria están descartados para acceder a créditos fiscales.
En otras palabras: aportan mucho dinero y no tienen ningún derecho ni acceso a servicios de apoyo financiero.
Los mexicanos y mexicanas que Trump quiere deportar laboran en industrias esenciales para el crecimiento de EU, como lo son la industria de los servicios, la agricultura y la construcción. Prácticamente, ellos cargan sobre sus espaldas la industria restaurantera y de los alimentos.
Por área productiva, dos de cada tres varones mexicanos indocumentados están empleados principalmente en cuatro sectores: la construcción, con 31.3 por ciento; 13.5 por ciento en los servicios profesionales y administrativos; 12.5 por ciento en las manufacturas; 10.3 por ciento en hostelería y recreación y 5.7 por ciento en el agro, según la Current Population Survey de la Oficina de Estadísticas Laborales de EU.
En cuanto a las mujeres, estas se emplean en cinco sectores que acaparan más de tres de cada cuatro empleos, como lo son los servicios educativos y de salud, con un 20.7 por ciento; hostelería y esparcimiento, con 17.8 por ciento; servicios profesionales, 13.7 por ciento; manufacturas, 13.4 por ciento y comercio, con 11.5 por ciento.
La fuerza de los trabajadores indocumentados mexicanos es tal, que el Instituto Baker considera que jugarán cada vez más un papel crucial en la economía de EU.
Así que si Donald Trump quiere expulsar masivamente a migrantes mexicanos con o sin documentos, ¿quién va a cubrir todas esas plazas y de paso dejar esa derrama económica para aquel país y para el nuestro por el envío de remesas?
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