MIAMI, Florida.- Zarandeado por el descalabro en Afganistán, el presidente Biden tuvo un lunes de gloria con el anuncio de que la vacuna Pfizer-BioNTech contra el Covid logró la aprobación total de la FDA.
A partir de ahora la vacunación puede ser obligatoria en Estados Unidos, y este país habrá dado un gran paso hacia convertirse en la primera potencia en lograr la inmunidad colectiva.
La aprobación completa, permanente, de la vacuna Pfizer-BioNTech marca un parteaguas en la lucha para doblegar al Covid.
La popularidad de Biden se ha venido deslizando a la baja, con mediciones previas al desastre de Afganistán.
¿Por qué? Por los estragos del Covid en la salud, la movilidad y la economía de este país.
Biden no logró la inmunidad colectiva el 4 de julio, como prometió en la toma de posesión. Delta sigue su expansión y los hospitales vuelven a estar saturados.
¿La razón? Hay casi 90 millones de estadounidenses que no se han querido vacunar.
Así es imposible alcanzar la inmunidad colectiva.
“No sabemos qué contienen las vacunas”, “aún no están completamente aprobadas”, “es un invento para que las farmacéuticas ganen dinero”.
Todos esos pretextos, o expresiones de desconfianza en un insospechadamente amplio sector de la población, han impedido la vacunación de todos los mayores de 16 años.
Ahora su aplicación puede ser obligatoria para cualquier trámite oficial e incluso para postular a un puesto de trabajo o conservar el empleo.
Habrá que vacunarse contra el Covid, igual que contra el sarampión o la rubéola. No hay excusas.
El presidente pidió a las empresas que exijan como requisito a sus integrantes estar vacunados para seguir en sus puestos.
¿Buscas empleo? Tu certificado de vacuna.
¿Quieres matricularte o seguir en la universidad? Tu comprobante de vacuna.
¿Manejas un Uber o un taxi? Tu vacuna.
¿Viajas en avión? Tu comprobante de vacuna.
La tarjeta que nos dan cuando nos ponen la vacuna será más importante que el pasaporte. Si la tiene, cuídela.
Este país alcanzará la inmunidad que no era posible por 90 millones de desconfiados que se resistían a vacunarse. Por ese camino se multiplicaría la aparición de nuevas variantes, como la terrible delta.
Ya no. Biden va a lograr que el Covid no sea pandemia en su país.
Dicho sea de paso, aunque nada marginal, habrá sido un triunfo de la globalización y la tolerancia a la migración.
Como se publicó el año pasado en este espacio: “La mañana del domingo 8 de noviembre, una llamada telefónica de un inmigrante griego a un inmigrante turco y su esposa, hija de inmigrantes, en una ciudad al oeste de Alemania, encendió una luz en el mundo sombrío de nuestros días: había nacido la vacuna contra el Covid.
“‘Ugur, Ozlem, su vacuna contra el coronavirus pasó exitosamente la tercera prueba y tiene una eficacia de 90 por ciento’, dijo Albert Bourla, nacido en Salónica, Grecia, y ahora director ejecutivo de Pfizer, a su amigo Ugur Sahin, oriundo de una aldea turca a orillas del Mediterráneo.
“El matrimonio de Ugur Sahin y Ozlem Tureci, científicos que se pusieron al frente de la investigación que dio con la vacuna contra la pandemia, no festejó con champaña, ni invitados o sesiones de fotografía.
“Ozlem fue a la cocina de su departamento y preparó un té turco, para compartir con su marido y su hija adolescente.
“Al poco rato, Ugur se subió a la bicicleta, pues no tienen coche, y regresó al laboratorio de la empresa que él y su esposa, hija de un médico nacido en Estambul, fundaron en 2008, BioNTech, y que ahora (noviembre del año pasado) tiene un valor de mercado de 21 mil millones de dólares.
“Seguirán viviendo donde mismo, se moverán como siempre lo han hecho mientras las piernas –y la fama– se los permitan, en bicicleta por las calles de Mainz”.
Hasta ahí el recuerdo de lo publicado hace casi 10 meses. Ahora vendrá, seguramente, la aprobación definitiva para las vacunas de Moderna y Johnson and Johnson, cuando menos.
Y la vacuna de Moderna fue obtenida por científicos armenios, también migrantes en Estados Unidos.
El Nobel de medicina, y las páginas más brillantes de la disciplina de Hipócrates, de Galeno y de Pasteur, tienen un lugar reservado para los migrantes Ugur y Ozlem.
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