Uso de Razón

Andrés Manuelovich

A diferencia de casi todos los gobiernos del mundo, el de México se ha negado a manifestar su apoyo al sufrido pueblo ucraniano.

MIAMI, Florida.- En la campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador libró con buen humor los señalamientos de apoyo del gobierno de Putin a su candidatura a través de Rusia Today y de quien la televisora del Kremlin presentó como “nuestro hombre en México”, John Ackerman.

Los buenos reflejos de su equipo de propaganda le aconsejaron burlarse de lo publicado en esta columna y en la del colega Fernando García Ramírez, y reviró con la mofa de llamarse “Andrés Manuelovich”.

Esa exitosa respuesta, sin embargo, no pasó la prueba de los hechos.

Las simpatías del presidente López Obrador con Rusia son difíciles de ocultar, y se ven con claridad desde acá, la casa del primer socio comercial de México y fuente de estabilidad social en el vecino del sur a través de las remesas.

A diferencia de casi todos los gobiernos del mundo, el de México se ha negado a manifestar su apoyo al sufrido pueblo ucraniano y a su heroico presidente, Volodímir Zelenski.

Hay, de parte del gobierno mexicano, una condena abstracta a “la invasión”, “cualquier invasión”, lo que ha sido un mérito del canciller Ebrard, porque ni eso querían en Palacio Nacional.

Ayer al presidente López Obrador le preguntaron si se sumaría a las sanciones que el mundo deja caer sobre el agresor, Rusia. Y apareció el auténtico López Obrador, Andrés Manuelovich:

“Nosotros no vamos a tomar ninguna represalia de tipo económico, porque queremos mantener buenas relaciones con todos los gobiernos del mundo”.

¿Buenas relaciones con un autócrata que invade a su vecino para someterlo a sangre y fuego?

¿Buenas relaciones con un gobierno que amenaza al mundo con bombas nucleares si le impiden consumar la toma de un país soberano, independiente y democrático?

¿Buenas relaciones con el agresor que ha merecido la repulsa mundial por violar el derecho internacional y los más elementales principios de la convivencia pacífica, incluido el rechazo de China, que dio su apoyo explícito a Ucrania?

El gobierno de México no ha expresado su respaldo a Ucrania, mientras los líderes del mundo, consternados, toman el teléfono para dar su apoyo al presidente ucraniano y han anunciado sanciones y medidas para aislar al agresor.

Ha sido un mérito de la Cancillería doblegar la postura de los radicales que rodean al Presidente, pues al votar contra Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU se ha salvado el decoro de la política exterior mexicana y nos libramos de posibles represalias por pasarnos al campo enemigo de la civilización.

El grupo íntimo que se nuclea en torno al presidente de México y que impulsa la precandidatura de Claudia Sheinbaum, tiene una voz que se expresa en los espacios editoriales del diario La Jornada.

Con todo derecho y en ejercicio de sus libertades, el periódico es vocero del sector radical del gobierno, y en sus páginas y cartones (que son editoriales dibujados por funcionarios del partido Morena) vapulean a los posibles competidores de Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.

Ese sector del gobierno fijó así su postura ante la guerra de Putin: #LaJornadaOpina #Ucrania: la difícil verdad. En una prolongación de la ‘guerra fría’, #Occidente se empeñó en instalar en #Kiev un gobierno rusófobo, con lo cual dio pie a la rebelión de las regiones de mayoría rusa y gestó una suerte de guerra civil. https://bit.ly/359DkJh

Ebrard los venció en este lance, con ambigüedades y omisiones en el voto “contra la invasión”, según precisó el Presidente de México, pero le van a cobrar cara su inesperada osadía.

Ha sido el mundo el que se vuelca, de manera emotiva, en apoyo a Ucrania. ¿Y el gobierno de México regatea el respaldo al pueblo que lucha, con muertos y heridos de por medio, por su libertad?

Putin y sus pocos apoyadores, casi todos embozados para librar el descrédito mundial, pasarán a la historia como parias de la humanidad.

Putin, que creyó tener la victoria rápida asegurada, fracasó en sus cálculos y se encamina hacia una derrota histórica. Quizá no tan pronto, la guerra puede prolongarse. Morirán más ucranianos, aumentará el éxodo, pero de esa manera será peor el aura sanguinaria que se hunda con el autócrata.

Veía la invasión como un trámite porque creyó tener a Volodímir Zelenski listo para renunciar e instalar a un títere ruso en el poder, a Europa de rodillas por el gas y el petróleo, a Biden con medidas de alcance limitado para salir del paso, a la OTAN deshecha, a Japón temblando y a China de su lado.

Falló en todo. Hubo valor para enfrentarlo.

El mundo aprendió la lección de 1939.

Salvo el gobierno de México, que quiere tener “buenas relaciones” con un invasor sanguinario que bombardea ciudades indefensas tras la quimera de un imperio.

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