MIAMI, Florida.- El gobierno de Putin trató de ocultar que, hasta el viernes de la semana pasada, ya habían caído muertos en Ucrania siete de sus generales.
Se publicaron sus nombres y apellidos. Y los de 14 comandantes muertos en combate, entre ellos el comandante de la flota de guerra rusa en el mar Negro.
La moral del poderoso Ejército invasor empequeñece.
No es para menos: más de media docena de sus generales, semidioses en los eventos oficiales, pavorreales con sus medallas relucientes en los uniformes de gala, yacen muertos en Ucrania.
David, otra vez, golpea en la frente de Goliat.
Iban a tomar Ucrania en un par de días.
Los ucranianos saldrían a las calles a recibir a los soldados rusos con flores en las manos.
Ni siquiera era una guerra, sino apenas un “operativo militar especial”.
Putin sienta a los miembros de su gabinete cada vez más lejos de él.
No se le pueden acercar a cierta distancia ni sus más importantes colaboradores.
Señalan los medios con información en Moscú, que el círculo íntimo con el cual Putin acuerda sus decisiones está cada vez más reducido.
El dictador está nervioso, desconcertado por el muro que su Ejército ha encontrado en Ucrania.
Culpa a otros de sus malas decisiones. Hay purga en Rusia.
Con su infinita superioridad en tropas y armamento, no ha podido tomar ninguna ciudad ucraniana importante en más de un mes.
La medida de distanciamiento físico con sus más íntimos revela su nerviosismo por un posible alzamiento interno en contra suya.
Teme que lo maten, seguramente. Desconfía de los jefes de sus servicios de inteligencia. No le faltan motivos: son pésimos, comparados con los ucranianos.
Mandó cubrir con propaganda a su país. Mensajes de unidad nacional llegan a todos los rincones de Rusia.
La televisión estatal quitó todas las barras de entretenimiento de su programación, y se cubren con noticieros a modo para explicar el “operativo militar especial” y machacar con la unidad en torno al presidente.
En los jardines infantiles se pasan videos con propaganda antiucraniana.
Opositores a la guerra han sido encarcelados sin juicio.
Navalni, el opositor a Putin que sobrevivió al envenenamiento y ahora está en un campo de reclusión afuera de Moscú, recibió una condena adicional de 11 años de cárcel.
(Tengan para que aprendan).
Daría Keikien, activista por la paz en San Petersburgo, abrió la puerta de su casa el viernes y debió quitar un montón de excrementos que le dejaron de regalo.
Alexei Venediktov, jefe de los servicios informativos de Radio Eco, no corrió con mejor suerte al abrir la puerta de la suya: encontró la cabeza sangrante de un cerdo, cortada a cuchillo. Fue despedido de la radio.
En la web, los bots de Putin piden denunciar a los rusos “traidores”, “enemigos”, “cobardes” que se oponen a la guerra.
Llenan de calumnias a escritores, artistas, bailarines, deportistas y periodistas independientes.
El tabloide ruso Komsomolskaya Pravda informó en su edición on line, citando fuentes militares, que el Ejército de su país llevaba 9 mil 861 muertos y 16 mil heridos. Debieron bajar la información y pretextar que los habían hackeado.
A fines de la semana pasada cerró el último periódico independiente, Novaya Gazeta, dirigido por Dmitri Muratov, premio Nobel de la Paz 2021.
Sergey Kravtosv, ministro de Educación de Rusia, afirmó que las escuelas eran puntos centrales de la lucha “para ganar la guerra psicológica y de información”.
En las escuelas se transmiten programas en línea –como la serie ‘Defensores de la paz’– para justificar ante los niños la invasión a Ucrania.
Periodistas del Washington Post obtuvieron –y revisaron– algunos de esos programas, y en ellos se les dice a los escolares que Ucrania nunca existió, que en realidad fue una creación de la Unión Soviética.
Como apuntó el historiador Yuval Noah Harari, “Ucrania es una nación con más de mil años de historia, y Kiev ya era una gran metrópoli cuando Moscú ni siquiera era un pueblo”.
Putin está nervioso y acrecienta la ofensiva militar.
En las ‘negociaciones’ con representantes ucranianos en países neutrales hay signos de envenenamiento a los funcionarios del país agredido.
Putin suple con la brutalidad el déficit de eficacia de su Ejército.
Siete generales muertos con la honda de David.
Intuye que uno de los suyos apuntará contra él.
Tal vez tiene en mente a Hitler, y desconfía de sus Rommel.