BOGOTÁ, Colombia.- En lo dicho, por donde pasa el populismo no vuelve a crecer al pasto.
La nación más poderosa de la tierra hoy está bajo la amenaza terrorista… de su expresidente derrotado en las urnas.
“Hay que bajarle la temperatura al país, si no van a ocurrir cosas terribles. La gente no va a aguantar otro fraude”, fue la respuesta de Donald Trump al cateo de una de sus casas, a través de Fox News.
Para buen entendedor: en mis manos está desatar la violencia de los grupos supremacistas blancos. O frenan las acusaciones o sucederán cosas terribles.
De terrorismo político hablamos.
Cuatro años de gobierno populista y de talante antidemocrático pusieron a Estados Unidos en una situación de vulnerabilidad, con grupos armados leales al autócrata que podrían actuar, una corriente política intolerante que lo sigue hasta el fin del mundo, pues con gusto se tragó sus mentiras, y quizás a mandos de las Fuerzas Armadas más leales a él que a la nación.
Estados Unidos puede salvarse de la autodestrucción como superpotencia bajo el imperio de la ley, pero no habría resistido un periodo más en manos de un autócrata.
Luego del cateo que hizo el FBI a la casa de Trump en un club en West Palm Beach, Florida, el expresidente salió a defenderse con la amenaza del terror, no con la verdad.
Recurrió a un antiguo consejo que le dio su abogado, y mentor, Roy Kohn, en 1975, cuando Trump enfrentó una acusación porque su empresa inmobiliaria no alquilaba departamentos a negros: “No te defiendas, ataca”.
Y demandó al Departamento de Defensa por 100 millones de dólares por tener vínculos con el Ku Klux Klan y con los nazis. Todo era mentira, desde luego, pero logró desviar la atención de lo sustancial, de la verdad.
Ahora Trump acusa al FBI de haberle sembrado los 11 paquetes con información secreta que sustrajo ilegalmente de la Casa Blanca y le fueron confiscados.
Luego del operativo en Mar-a-Lago, comenzaron las amenazas a funcionarios del FBI, el fiscal general, Merrik Garland, fue amenazado de muerte y un hombre armado fue abatido en Cincinnati cuando trató de tomar por asalto las oficinas del FBI.
Precisamente, y a raíz de la extensión nacional de las amenazas de bomba en sus instalaciones, el FBI desplegó un operativo especial de seguridad en todo el país.
Con un populista autoritario e irresponsable, todo puede suceder. La información que le incautaron, con secretos de defensa de su país, ¿era la única que sustrajo? ¿Guardó copias? ¿Era la única que tenía, y nada en sus otras casas y departamentos?
Mientras Trump amenaza, la justicia cierra la otra pinza: la comisión de delitos electorales para mantenerse en el poder.
Un fiscal de distrito en Georgia notificó a los representantes legales del abogado de Trump, Rudolph Giuliani, de que es objeto de una investigación.
La base de la indagación es que Giuliani estuvo involucrado en maniobras ilegales para violentar el resultado electoral en Georgia durante los comicios de 2020.
Dentro de unos días, el mismo Donald Trump será notificado por la misma causa, ya que en poder de fiscales georgianos están las grabaciones en que el entonces presidente le pidió al secretario de Gobierno de ese estado, después de las elecciones, que le consiguiera unos 11 mil votos para hacerlo ganar.
Giuliani, un abogado sin lealtades, sabe que su salvación está en llegar a un acuerdo con los fiscales.
Y Trump sabe que si concluye el proceso, no tiene escapatoria. En Estados Unidos el presidente no tiene facultades para perdonar delitos de Estado.
“No te defiendas, ataca”, le enseñó Roy Kohn. En eso está Trump.
Y el ataque para librar la cárcel o la inhabilitación de por vida, incluye el terrorismo.
En Estados Unidos hay alrededor de 700 grupos armados, supremacistas blancos, que se fundaron y entrenan para pelear.
Sí, pueden ocurrir cosas terribles.
La mayor de ellas es que las instituciones se dobleguen por temor a lo que pueda hacer el caudillo populista.