BOGOTÁ, Colombia.- Cuando Gustavo Petro asumió el cargo, el presidente de México se congratuló porque “sabe cómo combatir a los conservadores”.
Petro desatendió el exhorto a la beligerancia y optó por escuchar, ceder, negociar, y está a punto de sacar adelante una reforma fiscal, por unanimidad, para fortalecer las finanzas del Estado y responder a la agenda social de su programa.
Tiene los votos para aprobar la reforma tributaria tal y como la presentó, y aplastar en el Congreso al partido del Centro Democrático, que encabeza el expresidente Álvaro Uribe.
Lo mismo ha hecho para comenzar a solucionar el grave problema de la propiedad de la tierra, origen de violencia y pobreza. No expropió, lo que le habría valido un aplauso de la mayoría, pero al costo de fomentar la discordia.
Bien pudo Petro “doblar” a Uribe y someter a sus parlamentarios, porque el controvertido expresidente enfrenta 16 procesos penales en la Suprema Corte, estuvo en prisión domiciliaria y ahora lleva su caso en libertad.
Uribe tiene poco más de 400 denuncias, luego de su desastroso segundo periodo presidencial, entre los que están homicidio y financiamiento al paramilitarismo.
En síntesis, Uribe tiene 100 veces más problemas que alias Alito.
La semana pasada el presidente Petro recibió a Álvaro Uribe en el Palacio de Nariño para hablar de temas legislativos, dado que el partido de Uribe es la única fuerza política significativa de oposición, aunque minoritaria.
A diferencia de México, Colombia no tiene tradición de diálogo entre opositores para distender y llegar a acuerdos. Petro lo inauguró al sentarse para hablar temas de fondo con su archirrival, Álvaro Uribe.
Ocurrió un día después de una manifestación anti-Petro en la plaza Bolívar de esta ciudad, que apenas llenó poco más de la mitad de la explanada, y Petro no se burló de ella.
Avanzar en su programa sin polarizar, parece ser su ejemplar estrategia.
El ministro del Interior (Gobernación), presente en la reunión, informó que “fue un diálogo que abordó temas legislativos, como el de la reforma tributaria. Escuchamos sus observaciones, recibimos el apoyo al grueso de la reforma tributaria y las observaciones que ha hecho (Uribe) a algunos puntos, y nos comprometimos a revisarlos con el ministro de Hacienda”.
Las observaciones “tienen que ver con el monto a los dividendos, a las ganancias ocasionales, el impuesto al patrimonio, la necesidad de que revisemos esas tarifas de tal manera que no impacten de manera negativa, bajo ninguna circunstancia a la economía. Estamos estudiando, tanto ellos como nosotros, cómo compensar adecuadamente”.
¿No es ejemplar?
Desconozco si la reforma es buena o es mala o regular. Lo sobresaliente es la forma de hacer política cuando de construir se trata.
Al terminar la reunión entre el presidente y su opositor, el expresidente Uribe declaró sobre el otro punto, el agrario (él es terrateniente):
“Yo le dije: usted sabrá que uno no viene donde el presidente de la República si no a traerle molestias y preocupaciones y él lo entendió. En mi caso, yo me sentía en la obligación de transmitir lo que le escucho a la gente del campo colombiano, que dice se ha dado un gran paso cuando el presidente Petro no habla de expropiaciones, sino de comprar equis número de hectáreas, porque eso concilia la necesidad de resolver los problemas sociales de campesinos, y al mismo tiempo de no afectar los sectores productivos del campo”.
El problema, ciertamente, es grave y genera violencia.
El uno por ciento de las fincas tiene en su poder 80 por ciento de la tierra. Sólo se cultiva 22.7 por ciento de las tierras fértiles. Están dedicadas a la ganadería bobina 31.6 millones de hectáreas, que significa que hay menos de una cabeza de ganado por hectárea.
Petro subiría su popularidad a las nubes si con un manotazo enfrentara a “los conservadores” y dijera “exprópiese”, pero va a comprar.
Eso tendrá un costo para el Estado de cerca de 13 mil millones de dólares (casi tanto como la refinería en Dos Bocas, México), y se financiará con títulos de deuda pública y recursos de la reforma fiscal.
Saldrá caro, pero hará justicia social en el campo sin polarizar ni crear nuevos problemas.
Y la distensión en el país se ve, se siente y se agradece.