Fueron cuatro segundos de silencio cargados de suspenso.
El aspirante demócrata a la gubernatura de Florida, Charlie Crist, le preguntó a su rival republicano si podía ver a la cara al público y decirle que realmente quería volver a ser gobernador y no simplemente usar el cargo como plataforma política para lanzarse a la Presidencia en 2024.
Ron DeSantis guardó cuatro segundos de silencio y se fue por las ramas con una gringada:
“Sé que Charlie está interesado en hablar sobre 2024 y de Joe Biden, pero sólo quiero dejar las cosas muy, muy claras. El único burro viejo y desgastado que busco sacar a pastar es Charlie Crist”.
Prácticamente todos los sondeos coinciden en que DeSantis no tendrá problemas en reelegirse. El promedio de encuestas lo ubica, a unos días de las elecciones, entre cinco y ocho puntos porcentuales arriba de Crist.
La creciente popularidad de Ron DeSantis se expande más allá de Florida y eso le saca sarpullido a Donald Trump.
Así es que la importancia de las elecciones en ese estado reside menos en el desenlace de la carrera por la gubernatura, y más en la posibilidad creciente de que el ambicioso gobernador floridano anuncie finalmente que contenderá por la Presidencia en 2024.
Hoy viernes estará en Miami el expresidente Donald Trump para hacer campaña en favor del senador republicano, el cubano-americano Marco Rubio.
Y no fue invitado al evento Ron DeSantis, cuando la presencia del gobernador en funciones en un acto de su partido es prácticamente obligatoria según las reglas no escritas de la política estadounidense.
La periodista Maggie Haberman, del The New York Times, que ha pasado largas horas con el expresidente –en la preparación de un libro–, dijo hace un par de semanas que “para Trump hablar de DeSantis es un tema recurrente”.
En privado se expresa con groserías del floridano.
Un asesor del gobernador filtró a la publicación Politico que la decisión de Trump de no invitar a DeSantis a los eventos de hoy en Miami fue “un golpe en la garganta” contra el gobernador.
Aunque ni los cuarteles de Trump o de DeSantis aceptan que existe rivalidad entre ambos políticos, la realidad es distinta.
El desdén de haber excluido a DeSantis del acto con el senador Rubio ocurrió luego de que el gobernador de Florida consideró innecesario solicitar el apoyo de Trump en su campaña de reelección.
DeSantis no le ha pedido un sólo dólar a Trump para su campaña.
Si la batalla entre DeSantis y Trump se convierte en un conflicto a gran escala, las tendencias favorecen al gobernador de Florida, a pesar de decisiones polémicas, como por ejemplo el envío de inmigrantes venezolanos al estado de Massachusetts.
Un nuevo sondeo de la Florida Atlantic University muestra que los floridanos prefieren a DeSantis como candidato presidencial republicano, con 48% de apoyo, en comparación con 45% de Trump.
A favor del gobernador republicano opera el hecho de que la mayoría de los analistas coincide en que tuvo un desempeño estelar en la respuesta oficial al embate del huracán Ian en el estado, lo cual ha servido como punto de comparación con la desastrosa actuación del expresidente Trump cuando el huracán María azotó a Puerto Rico.
Otro sondeo a nivel nacional, de la cadena ABC, muestra que 72% de los republicanos registrados cree que DeSantis debería tener mayor influencia en la dirección futura del Partido Republicano que Trump, quien sólo obtuvo 64%.
Aunque una creciente proporción de los republicanos cree que el partido no debería nominar a un político tan divisivo como Trump, cuya marca ha quedado aún más devaluada tras la investigación de los sucesos del 6 de enero, un sondeo del The New York Times muestra que Trump aventaja a DeSantis en proporción de dos a uno entre los republicanos cuando se trata de elegir candidato presidencial.
La realidad es que competir contra Trump en las elecciones primarias para disputarle la nominación republicana puede ser una misión imposible, por lo cual muchos expertos creen que, si Trump decide lanzarse, probablemente DeSantis aguardará su turno hasta la próxima elección, en 2028.
De allí que las acciones de DeSantis sean vistas más bien como un plan estratégico alternativo: si Trump no se lanza –o no puede postularse a causa de sus problemas legales que pudieran inhabilitarlo como candidato–, el gobernador de Florida tendría allanado el camino a la nominación.
Hoy por hoy no existe ningún potencial aspirante republicano con mayor proyección y apoyo que DeSantis, aunque, según Trump, le faltan “agallas”.