Es entendible que un candidato honesto centre su campaña política en acusaciones contra adversarios corruptos. Pero ¿Delfina Gómez?
Donde se instala Delfina hay delito.
El sábado, la candidata de Morena arengó en Chalco que “los corruptos están en la lona, y ahora estamos listos para dar la gran batalla y resolver los problemas de nuestro querido Estado de México”.
No tiene autoridad moral para acusar a nadie de corrupto, porque ella es delincuente confesa.
Por oficio, firmado por la alcaldesa Delfina Gómez, se descontó 10 por ciento de las quincenas a los trabajadores del municipio de Texcoco, para desviarlos a su asociación política.
Eso se llama peculado y está públicamente confesa de haberlo cometido.
Ahora, en su reciente paso por la Secretaría de Educación Pública (apenas un año y medio), la Auditoría Superior de la Federación encontró la suma de 830.7 millones de pesos no aclarados.
Transferencias de 496.5 millones de pesos para Educación Media Superior, sin saber a dónde se fueron.
A las universidades tecnológicas y politécnicos, 148.7 millones de los que nadie sabe y nadie supo.
Transferencias a universidades públicas, 119.9 millones de pesos. ¿Qué hicieron con ese dinero?, pregunta la ASF.
Morena tiene permiso para delinquir. Ahora y antes de ser gobierno.
Se han arrogado el derecho de poner el sambenito de corruptos a quienes quieren desprestigiar y derrotar. De sus trapacerías no rinden cuentas a nadie.
La ley se hizo para los demás, nunca para ellos.
Son intocables. Esa corriente política ha sido protegida por el poder político desde que estaba en el PRD.
El dinero que descontaba Delfina Gómez en Texcoco se desviaba a la cuenta particular de la subdirectora de Recursos Humanos del municipio, excoordinadora de giras de Delfina en su campaña.
Cuando se dieron a conocer los oficios firmados por ella, Delfina dijo que se trataba de una aportación voluntaria de los trabajadores a la asociación política a la que pertenecía, y se transfería finalmente a Higinio Martínez.
Nunca pudieron enseñar la carta de aceptación del descuento por parte de los afectados.
Y aunque así hubiera sido, la presidencia municipal no tiene facultades para desviar parte del sueldo de los trabajadores a una asociación política. Eso es delito.
En su discurso del sábado, Delfina Gómez, además de asegurar que “los corruptos están en la lona”, dijo que “yo me sumo a lo que dicen los compañeros, aprovechemos esta oportunidad histórica, aprovechemos esta oportunidad para hacer un verdadero cambio”.
¿De qué cambio habla la candidata Delfina Gómez?
La osadía de llevar como candidata de Morena a Delfina, pudiendo tener como abanderado –entre otros– a Horacio Duarte, es indicativo de lo que ocurrirá a final de año con la candidatura presidencial.
Si Morena gana con Delfina Gómez el Estado de México, la lectura en Palacio Nacional será que, sea quien sea la corcholata de ese partido a la elección presidencial, van a ganar.
De perder con una persona sin preparación ni prestigio, como Delfina Gómez, lo tendrán que pensar dos veces antes de llevar a cualquier corcholata como candidata a la Presidencia.
Del lado de la alianza habrá que esperar, pero las encuestas no le traen buenas noticias.
Tienen tiempo, entre precampaña y campaña, para ajustar una maquinaria que hoy se ve vieja y sin ideas.
Fue un éxito el cierre de precampaña en Texcoco, y tal vez levante vuelo.
La candidata Alejandra del Moral tuvo a “Valiente” como palabra ancla de su precampaña. Pero en las contiendas políticas no importa lo que el candidato diga de sí mismo.
El votante quiere saber qué le va a dar el candidato si gana, no si es valiente, taciturno o hipocondríaco.
Lo fuerte de la campaña viene dentro de poco, y los equipos contendientes harán sus ajustes.
Si Morena gana con una candidata como Delfina Gómez, cuya única ‘virtud’ es su probada docilidad al jefe, la corcholata a la candidatura presidencial sólo tendrá que cumplir ese requisito. Así el país se podrá manejar desde Palenque.