Uso de Razón

Una jornada histórica

Los que abarrotaron el Zócalo y sus alrededores mostraron que la única forma admisible de quitarle el poder a los destructores del país es por la ruta de la ley, con el sufragio efectivo.

Desafiaron a los defensores de la democracia a llenar el Zócalo, y lo abarrotaron.

Faltó Zócalo para tanta gente que llegó por su voluntad, por sus medios, con una convicción compartida que se transformó en apoteósica expresión ciudadana: elecciones libres el próximo año y siempre.

“A la primera manifestación de más de 100 mil personas en mi contra, me voy”, dijo el Presidente después de tomar posesión. Ayer hubo mucho más que eso.

Pero ningún orador le pidió que se vaya, porque en el Zócalo había demócratas y no golpistas.

Si AMLO vio y escuchó la expresión ciudadana, hoy tendría que anunciar el veto a las leyes que destruyen el sistema electoral y dan paso a la tiranía.

La exigencia fue que la Suprema Corte rechace las leyes que permitirían al partido en el poder ganar las elecciones por decreto.

Que ponga un alto a la pretensión totalitaria de Morena y sus aliados de eternizarse en el poder, mediante el control de las elecciones y el fraude.

Ayer no hubo “masas” en el centro de la capital mexicana, sino voluntades individuales coincidentes en una aspiración legítima: que no muera la democracia. Que no la maten.

Palacio Nacional lleva un par de años blindado con vallas metálicas, y ayer se reforzó como si vinieran la CNTE y los “anarquistas” encapuchados juntos.

Nada de vandalismo. Ni un cristal roto. Ni una pinta ofensiva. Ni un comercio saqueado.

Qué maravilla lo que sucedió ayer en la Ciudad de México.

Los que abarrotaron el Zócalo y sus alrededores mostraron que la única forma admisible de quitarle el poder a los destructores del país es por la ruta de la ley, con el sufragio efectivo.

De eso se trató el fondo histórico de lo sucedido ayer: la defensa del sufragio efectivo y la no reelección de un grupo por la vía de la trampa electoral.

Nada pudo simbolizar mejor la esencia de lo ocurrido como fue la decisión del gobierno de quitar la bandera nacional del Zócalo, en el centro de la plancha de cemento donde se congregó la multitud.

Para el grupo gobernante la bandera es suya, la historia les pertenece y el futuro de México lo escriben ellos.

Les causó escozor que la sombra del lábaro patrio cobijara a sus opositores, y que estuviera en medio de la manifestación ciudadana.

De ninguna manera entregan el símbolo que nos une a todos los mexicanos, para que también represente a los que piensan distinto a ellos.

Para ellos, los que ayer se manifestaron de manera pacífica no son mexicanos que merezcan respeto, sino “conservadores”, “rancios”, “hipócritas” y “corruptos”.

Ni en un evento simbólico comparten la bandera nacional, mucho menos van a entregar la banda presidencial.

Ahí está la razón de aprobar leyes que impedirían el reconocimiento del triunfo de la oposición en las elecciones presidenciales del próximo año, si es que hay elecciones.

Las dobles vallas metálicas frente a Palacio Nacional no fueron puestas para proteger la casa presidencial de agresiones, sino para que los opositores entiendan que ahí no llegarán.

Atrincherados están. Atrincherados con leyes a modo buscan quedarse en el poder, diga lo que diga la ciudadanía en las urnas.

De dar náuseas fueron las declaraciones del dirigente de Morena, Mario Delgado, quien afirmó que la marcha de ayer era “en defensa de García Luna”.

Cuánta miseria hay en el baúl de los que llegaron al poder no a transformar a México ni a corregir lo negativo, sino a dar cauce a sus resentimientos.

En uno de los edificios que dan a la plancha del Zócalo pusieron una megamanta con la cara de García Luna y el logo del PAN.

La maquinaria de propaganda que se dirige desde el interior de Palacio Nacional mostró la dimensión de su perversidad y el tamaño de su miedo.

García Luna no era ni es del PAN, y compartió gabinete con el actual fiscal general de la República.

Lo usan como arma de propaganda, pero saben que mienten. Y la gente también.

Es tan avieso como poner una foto del general Gutiérrez Rebollo, exzar antidrogas de México que murió en prisión, y señalar por ello a todo el Ejército.

Una joya de altura y serenidad fue el discurso del ministro en retiro José Ramón Cossío. Con respeto se dirigió a los integrantes de la Corte para solidarizarse con ellos ahora que los acosa la presión oficial para dar validez a las leyes que destruyen el corazón de la democracia: el voto libre.

Confió en ellos. Van a hacer respetar a Constitución, aun en contra de la poderosa maquinaria de intimidación gubernamental. Ojalá esté en lo cierto.

Y Beatriz Pagés anunció la articulación de un gran frente cívico para ganar las elecciones del próximo año y conjurar el peligro de una tiranía en México.

Fue una jornada histórica en defensa de la democracia, de la legalidad y de las libertades.

Ayer empezó a decidirse el futuro de nuestro país: tiranía, o una patria libre en la que quepamos todos, sin excepciones, cobijados por igual bajo una misma bandera.

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