Sí, hay millones que piensan que sigue siendo un honor estar con Obrador.
Y muchísimos los que exigen a periodistas críticos cambiar de tema: ya basta con AMLO, le siguen el juego, escriban sobre otra cosa.
No es un juego ni tarea del periodista bajarlo de las encuestas, sino exhibir los pies de barro del vellocino que millones idolatran y otros tantos fingen adorar, por miedo o por interés de lucro.
Aquí está lo que dijo ayer –luego de insultar a ministros y a jueces por sus dictámenes– acerca de un “golpe de Estado técnico” que le iba a dar la Suprema Corte, al pararle algunas obras, por ilegales.
Él, por supuesto, no se va a dejar ni le van a parar las obras:
“Van a seguir queriendo parar las obras, pero no van a poder porque, de acuerdo a la Constitución, a las leyes, tenemos nosotros el derecho de hacer obras en beneficio del pueblo. No se van a poder cancelar las obras, no se puede”.
“Una cosa es que violen la Constitución, a ver, que me digan los ministros si no la están violando, cobrando más de lo que cobra el presidente, y otra es ya querer dar un golpe de Estado neutralizando al Poder Ejecutivo, o sea, que ya no ejecutemos nada. Es cancelar un poder, sería un golpe de Estado técnico”.
Ahora les dejo a Andrés Manuel López Obrador con su discurso ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el 9 de agosto de 2018, cuando recibió la constancia de mayoría como ganador de las elecciones presidenciales de 2018:
“Entre las muchas lecciones del 1 de julio debo destacar también una que tiene como destinatarios a los dirigentes políticos y a los servidores públicos; es decir, a nosotros mismos: la gente votó para que exista en México un verdadero Estado de derecho; el pueblo quiere legalidad, no la simulación que en la aplicación de la ley ha persistido desde el Porfiriato”.
“Los mexicanos votaron también para que se ponga fin a las imposiciones y los fraudes electorales. Quieren castigo por igual para políticos corruptos y para delincuentes comunes o de cuello blanco”.
“La ciudadanía plasmó en su sufragio el anhelo de que los encargados de impartir justicia no actúen por consigna y que tengan el arrojo de sentirse libres para aplicar sin cortapisas ni servilismos el principio de que al margen de la ley, nada, y por encima de la ley, nadie”.
“En lo que a mí corresponde, en mi carácter de titular del Ejecutivo federal actuaré con rectitud y con respeto a las potestades y la soberanía de los otros poderes legalmente constituidos”.
“Ofrezco a ustedes, señoras y señores magistrados, así como al resto del Poder Judicial, a los legisladores y a todos los integrantes de las entidades autónomas del Estado, que no habré de entrometerme de manera alguna en las resoluciones que únicamente a ustedes competen”.
“En el nuevo gobierno, el Presidente de la República no tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes. Ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas cuando esté trabajando en el análisis, elaboración o ejecución de sus dictámenes y habrá absoluto respeto por sus veredictos”.
“El Ejecutivo no será más el poder de los poderes ni buscará someter a los otros. Cada quien actuará en el ámbito de su competencia y la suma de los trabajos respetuosos e independientes fortalecerá a la República y el Estado democrático de derecho transitará del ideal a la realidad”.
Ese es López Obrador. Un mentiroso.
Para millones es un honor estar con él.
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