Uso de Razón

Rescate, politiquería

Guerrero depende de la actividad de los hoteles de la costera Miguel Alemán, y con buena suerte éstos tardarán dos años en volver a funcionar a plena capacidad.

La ayuda a los habitantes de Acapulco será un bien recibido apoyo, pero está lejos de ser un rescate. Su diseño es electorero.

Los apoyos económicos y exenciones terminan en los primeros meses del próximo año.

¿Y luego?

Cuando los beneficios fiscales y el dinero recibido por la gente se acaben, va otra tanda. Me ayudas, te ayudo. Y así, hasta después de las elecciones.

El punto es que sigan siendo dependientes del gobierno para sobrevivir.

Rescate de Guerrero no hay.

Guerrero depende, en un 40 por ciento de su economía, de la actividad de los hoteles de la costera Miguel Alemán, y con buena suerte éstos tardarán dos años en volver a funcionar a plena capacidad.

De los demás, ni se diga.

Acapulco aporta 65 por ciento del PIB del estado de Guerrero.

“Si bien es difícil estimar con precisión los impactos del huracán con la información disponible, proyectamos de manera preliminar que el PIB de Guerrero caiga 16 por ciento durante el cuarto trimestre de 2023 en comparación con el trimestre previo”, indica un análisis preliminar de Citibanamex, citado ayer por Víctor Piz en estas páginas.

Un proyecto de rescate, para ser serio, tendría que incluir tres temas de fondo que no se tocan en los presentados:

1.- Limpiar de cárteles criminales a la entidad.

Un Guerrero sin Ardillos, Tlacos, Guerreros Unidos, Jalisco Nueva Generación, Sinaloas, Zetas, Familias Michoacanas y otros que se me escapan, es indispensable para que se puedan instalar industrias del sector privado que brinden empleos permanentes a la población.

Nadie va a ir a poner una fábrica donde tendrá que pagar derecho de piso para producir y para vivir.

Los saqueos de gasolina y de comercios en Acapulco estuvieron dirigidos por el crimen organizado, narró el enviado de EL FINANCIERO a Acapulco, David Saúl Vela.

Las autoridades estuvieron borradas.

Cuando algunos policías se toman en serio su papel, o les toca la mala suerte, son emboscados, torturados y ejecutados como los trece agentes municipales asesinados en Coyuca de Benítez el fin de semana previo al huracán.

Es cierto, el problema de la violencia se da en todo el país, pero Guerrero es uno de los peor evaluados. Y no sólo en este gobierno, sino desde hace varios años.

2.- Autoridades confiables.

Desde que René Juárez Cisneros terminó su periodo al frente del estado, Guerrero no ha vuelto a tener un gobernador que merezca ser llamado como tal.

Imposible creer y apostar por el rescate de Guerrero con Evelyn Salgado al frente de la reconstrucción.

Con la alcaldesa de Acapulco que alienta la rapiña, al justificarla.

Y con la alcaldesa de la capital, Chilpancingo, amiga –o socia– de un cártel que es enemigo del cártel favorito de las autoridades estatales.

Así no se puede.

3.- Servicios médicos y educativos.

Sin buena educación, generaciones de guerrerenses seguirán condenados a vivir de tres fuentes de ingresos: las propinas de los turistas, las dádivas del gobierno, y la paga de los grupos criminales por servirles de sembradores de amapola, burreros, halcones, sicarios o recolectores de cuotas de extorsión.

Los profesores de Guerrero están organizados para protestar y destruir edificios públicos, no para enseñar. Hay buenos maestros, sin duda, pero los incentivos para mejorar sus ingresos están en la industria de la protesta que controla el sindicato.

Ni una palabra al tema de salud hay en el plan presentado por el gobierno para enfrentar la crisis en Guerrero, un estado donde más de un tercio de la población (33.5 por ciento) carece de servicios médicos.

4.- Infraestructura carretera.

El gobierno va a destinar 218 millones de pesos en rehabilitar dos libramientos y despejar las carreteras que conectan Acapulco y Chilpancingo. Ahí se necesita una inversión fuerte para conectar a todo el estado.

¿Cuántos kilómetros de carreteras ha construido la actual administración en Guerrero?

Van 218 millones de pesos donde se necesitan miles de millones de pesos para conectar a un estado disperso e inseguro, el segundo más pobre del país.

En cambio, se gastan 500 mil millones de pesos en el Tren Maya, que deberemos subsidiar por siempre.

Un billón 500 mil millones de pesos a Pemex en lo que va del sexenio, para que siga perdiendo dinero, mientras las otras empresas petroleras en el mundo ganan dólares como nunca antes en muchos años.

¿De veras “contamos con presupuesto para financiar todas estas actividades” de reconstrucción?, como se anunció.

Lo que hay es déficit y contratación de deuda para el próximo año. Casi dos billones de pesos, sólo en 2024.

Y Pemex deberá pagar, el próximo año, 31 mil millones de dólares de deuda financiera de corto plazo, más 15 mil millones de dólares a proveedores.

El gobierno va a quitarle dinero a las instituciones autónomas que busca debilitar: el Poder Judicial y los órganos electorales.

Cuando se alcen voces diciendo no, de ahí no, tendremos gritos de condena y vestiduras rasgadas contra los “mafiosos que no quieren soltar sus privilegios y le niegan su ayuda a Guerrero”.

No hay rescate, sino politiquería.

¿Qué otra cosa podíamos esperar?

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