Durante una reciente audiencia (5 de diciembre) en el Capitolio la representante republicana por Nueva York, Elise Stefanik, egresada de Harvard, hizo una pregunta sencilla a las rectoras de tres de las más prominentes universidades de Estados Unidos.
En la mesa de testigos estaban la primera rectora afroamericana de Harvard, Claudine Gay, Elizabeth Magill, de la Universidad de Pensilvania, y la presidenta del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Sally Kornbluth.
La audiencia fue convocada por los republicanos para investigar las expresiones antisemitas contra estudiantes israelíes, a raíz del ataque de Hamás del 7 de octubre y la subsecuente reacción de Israel, de ataques indiscriminados contra civiles.
-¿Son los llamados al genocidio de judíos una violación al código de conducta de Harvard? –pregunto Stefanik a la doctora Gay.
-Depende del contexto –respondió.
-No depende del contexto. La respuesta es sí. Y por eso debería dimitir –le reprochó Stefanik.
Las tres académicas tuvieron respuestas similares.
Lo que siguió fue una campaña sin precedentes para exigir su renuncia, especialmente de republicanos y de acaudalados mecenas de esos centros académicos, algunos de ellos judíos.
Elizabeth Magill, rectora de la Universidad de Pensilvania, fue forzada a dimitir esta semana.
Más tarde, en Cambridge, la rectora Gay aclaró sus comentarios sin dejar lugar a dudas: esos llamados “son viles, no tienen lugar en Harvard, y aquellos que amenazan a nuestros estudiantes judíos tendrán que rendir cuentas”, dijo.
En Harvard, acaso la más prestigiosa universidad del mundo, la junta de gobierno celebró el lunes una maratónica sesión a puertas cerradas y en las primeras horas del martes determinó que la doctora Gay permanecerá como rectora de la universidad.
“Nuestras extensas deliberaciones afirman nuestra confianza en que la presidenta (rectora) Gay es la líder adecuada para ayudar a nuestra comunidad a sanar y abordar los gravísimos problemas sociales que enfrentamos”.
La decisión de la junta de gobierno tuvo lugar después de que unos 700 académicos, miembros de la Universidad de Harvard, incluidos varios de origen judío, firmaron un desplegado de apoyo a la rectora.
Sus partidarios defienden la irrestricta libertad de expresión y pensamiento que debe existir en las universidades, y que los políticos deben mantenerse al margen.
Los académicos instaron a la junta directiva a “defender la independencia de la universidad y resistir presiones políticas que están en desacuerdo con el compromiso de Harvard con la libertad académica, incluidos los llamados a la destitución de la presidenta Claudine Gay”.
Y la junta de gobierno concluyó ayer en la madrugada que no hubo “ninguna violación de los estándares de Harvard en conducta en investigación”.
Expresó en un comunicado que “la presidenta Gay se ha disculpado por cómo manejó su testimonio ante el Congreso y se ha comprometido a redoblar la lucha de la universidad contra el antisemitismo”, expresó la junta para dar por terminada la crisis.
En contra, sus detractores coincidían en que las expresiones que ellos consideraron que eran en favor del genocidio no pueden ser toleradas, sin importar el contexto donde fueron hechas.
La audiencia legislativa que desencadenó la conmoción fue sólo la gota que derramó el vaso.
En distintos ámbitos de la vida política del vecino país, se consideró que los directivos académicos de varias de las principales instituciones universitarias de Estados Unidos fueron tibios en su condena al ataque inicial de Hamás contra Israel.
Y que en algunas de estas universidades fue mayor la condena a la respuesta israelí que a la masacre original del grupo Hamás.
La junta de gobierno de Harvard cuestionó a su rectora por no haber condenado de manera inmediata e inequívoca los ataques iniciales, pero no cedió ante quienes pedían la destitución de la académica simplemente por no coincidir con ella.
Más allá del desenlace del caso con las universidades, lo que sí es claro es que los crímenes de odio, en los que israelíes han sido las víctimas, han aumentado desde octubre. Aunque también ha habido ataques donde las víctimas han sido palestinos.
El Departamento de Justicia abrió ya investigaciones por discriminación en seis instituciones universitarias de primer nivel, incluyendo la Universidad de Columbia, Nueva York y Cornell por actos de hostigamiento contra israelíes y palestinos.