Por lo visto, la reforma al sistema de pensiones es otra ocurrencia que acabará en despojo y destrucción.
Van a crear un Fondo de Pensiones del Bienestar con el dinero de quienes no lo hayan retirado de sus Afores en determinado tiempo.
Eso es confiscar dinero ajeno.
Señalan propósitos aparentemente nobles para crear el Fondo de Pensiones. Supongamos que así sea. El problema, gobierno, es que ese dinero no es tuyo.
¿Qué le importa al gobierno si alguien no quiere retirar su dinero a tal edad, o su cuenta permanece inactiva, por las razones que sólo el ahorrador tenga?
No es dinero del gobierno, sino de los particulares.
Dicen el gobierno y los legisladores morenistas: se va a crear una reserva para que, en caso de que alguien reclame el dinero confiscado, se le devuelva.
¿De veras se lo van a devolver?
Sí, palabra de AMLO.
El Presidente no tiene credibilidad.
“Los ahorros no se van a tocar” –dicen y juran–, salvo en los casos que bla-bla-bla.
Primero, sí se toca, porque de ahí sale parte de los recursos que el gobierno pretende usar para el Fondo del Bienestar.
Y el bla-bla-bla no es creíble.
El resto del dinero para financiar el Fondo de Pensiones del Bienestar proviene de fuentes de ingresos que no son permanentes. Ya sabemos lo que pasa cuando se quiere solventar un gasto fijo con ingresos eventuales.
Ya los economistas discutirán si técnicamente es conveniente y es viable, aunque pone los pelos de punta cuando el Presidente nos quiere tranquilizar con que “no se van a tocar las Afores”.
A nadie se le olvida la insistencia con que dijo que para la construcción del Tren Maya no se iba a tirar un solo árbol. Y la andanada de insultos a respetados ambientalistas que sostenían lo contrario.
Los que advertían sobre el daño al medio ambiente que causaría esa obra recibieron insultos y sambenitos de “neoliberales”, “al servicio de la oligarquía”, “ambientalistas de mentiras” y otros desplantes ofensivos.
El resultado fue que para abrirle paso al tren se talaron, oficialmente, 7 millones de árboles, aunque la cifra desde luego es mayor.
Hay muchos antecedentes de que el Presidente engañó y los que se atrevieron a advertirlo fueron objeto de linchamiento desde Palacio Nacional.
¿Se acuerdan de la rifa del avión presidencial?
Sí, aquella cena en la que vendió boletos del sorteo a empresarios, en varios millones de pesos el cachito, y lo recaudado con la rifa se iba a destinar a la compra de medicinas. Eso fue en 2019.
¿Y de la refinería que iba a costar 8 mil millones de dólares e iba a estar lista en dos años?
La palabra del Presidente no tiene credibilidad. Se gastó.
Más aún cuando en las comisiones de la Cámara de Diputados aprobaron un dictamen sobre la reforma a las Afores, y luego Morena introdujo cambios de manera ilegal a lo que se había aprobado.
“Están haciendo un escándalo con eso”, dijo el Presidente y lo atribuyó a “un error humano” sin mala fe.
Alteraron un dictamen. Le añadieron párrafos. Eso es trampa. No se puede confiar en ellos.
Menos aún cuando AMLO acompaña la iniciativa de un rosario de insultos contra periodistas, dueños de medios de comunicación y economistas, y que sostiene que la intención es corregir la “reforma antilaboral de los neoliberales”.
Seguramente hay que corregir, pero nada que venga del rencor y con insultos es para mejorar, sino para destruir y despojar.
Al ver los orígenes del recurso para el fondo que se pretende crear, podemos ver que, además de confiscar dinero privado, queda claro que la reforma está montada sobre ficciones.
Funcionarios y legisladores de Morena han propuesto que se financie con las utilidades del Tren Maya, las ganancias de Mexicana de Aviación, de ahorros presupuestales del gobierno federal.
Lo anterior quedó fuera del dictamen, y la incertidumbre del financiamiento tiene fundamento.
En la iniciativa presidencial está nutrir el Fondo de Pensiones del Bienestar con “donaciones o cualquier tipo de aportación proveniente de cualquier persona física o moral”.
Imposible tomar en serio una iniciativa así.
No se les puede creer que las Afores “no se van a tocar”, y proponen lo contrario.
Menos cuando la propuesta viene de los que “rifaron” un avión para “comprar medicinas”. Ni rifaron el avión ni se compraron medicinas.
Juraron que no se iba a talar un solo árbol en la selva maya para el trenecito.
Que “rescatarían Pemex”.
Que la refinería en Dos Bocas costaría 8 mil millones de dólares.
Que la pandemia no nos afectaría.
Que serían respetuosos de las decisiones y de la autonomía del Poder Judicial…
Todo eso fue mentira.
Y ahora, con el cuento de propósitos nobles –que en realidad son electoreros–, el gobierno va a confiscar dinero que no es suyo y no tiene lo que falta para sostener la reforma a las pensiones .