Las dirigencias nacionales del PAN y el PRI deben asumir su responsabilidad en la enorme derrota sufrida el domingo, en lugar de escudarse en fantasmas de fraudes cibernéticos hechos con inteligencia artificial.
Guadalupe Acosta Naranjo tiene razón: hay grandes dudas sobre el resultado de la elección en no pocas casillas, y deben resolverse con el cotejo de las actas y resultados finales en el proceso que se inicia hoy.
Lo que está mal se corrige, pero las ilegalidades comprobables que ahora ‘descubren’ las dirigencias partidistas fueron cometidas antes y durante la campaña.
Cortés y Moreno fueron omisos ante el atropello ilegal del gobierno a lo largo de todo el proceso y consintieron una elección de Estado mientras ellos arreglaban su futuro personal.
Quieren defender el voto ahora, luego de haber reconocido el triunfo de Claudia Sheinbaum.
Al ver las dimensiones del naufragio y el daño causado por su personalismo e ineptitud, saltan del barco a un bote salvavidas que bautizan con el nombre “fraude cibernético”.
El lunes mismo los dirigentes del PAN y el PRI debieron poner sus renuncias a disposición de sus respectivos consejos nacionales.
La derrota fue humillante para sus partidos y para la sociedad que confió en ellos y los respaldó con todo.
Marko Cortés y Alejandro Moreno se pusieron en el lugar número uno en la lista plurinominal a la Cámara de Senadores.
Amarraron lo suyo antes que nada y que nadie. Literal.
PAN y PRI hicieron campañas desde las redes sociales, en las que desde luego ganaban por amplia mayoría. Pero la realidad no está en lo que algoritmos seleccionan para que veamos en X, de acuerdo con nuestras ideas y búsquedas.
Los partidos tenían que hacer su trabajo a ras de piso. Casa por casa. Cuentan con un subsidio millonario y la propaganda en radio y televisión les sale gratis.
Salvo casos honrosos y hasta heroicos, como –me consta– las candidatas y candidatos de oposición en Sinaloa y Guerrero, PAN y PRI hicieron campaña en redes sociales, que es útil, aunque insuficiente.
Tuvieron, como nunca antes, la participación activa, voluntaria, entusiasta y multitudinaria de un amplio sector de la sociedad, y fueron arrasados en las urnas por el gobierno más incompetente que se recuerde.
Qué vergüenza de partidos.
Desde luego que la elección fue fraudulenta. Una elección de Estado en toda la línea. ¿Por qué lo permitieron los partidos?
Tuvieron la evidencia de la intervención anticonstitucional del Presidente. De la participación de un ejército de promotores del voto de Morena que son empleados del gobierno. La negativa del INE a difundir –como sí lo hizo en elecciones anteriores– que los programas sociales no corresponden a ningún partido.
Y ante esa elección de Estado no tuvieron la determinación de poner contra la pared a López Obrador: piso parejo o nos retiramos de las elecciones, era la respuesta. Tengan su farsa, simuladores. Huelga de hambre afuera de Palacio Nacional.
(¿No que muchos güevos?).
Eso desnudaba ante el mundo la falsedad de una elección de Estado con ropaje democrático.
Al esbozar una opinión en ese sentido, recuerdo, la respuesta fue que ese tipo de comentarios desalentaban a la población y eran inconvenientes porque la candidata de oposición iba a ganar.
Sí, iba a ganar… según lo que les mandaban los algoritmos en las redes sociales, y lo que decían las casas encuestadoras contratadas para decir que iban a ganar.
El fraude a la ley fue en el proceso electoral y los partidos siguieron el juego del gobierno. Y ahora hacen como que fueron víctimas de una conjura cibernética el domingo 2 de junio.
Lo que viene será aún peor.
Vemos en los periódicos las gráficas de cómo va a quedar la composición del Congreso: Morena y aliados vs. bloque opositor.
¿Cuál bloque opositor?
La debacle del PRI fue descomunal. De tener 17.7 por ciento en la votación en 2021, cayó a 9.6.
El PRI perdió su nicho de votantes, y no lo va a buscar entre los defensores de la democracia liberal, sino que se va a acercar a las causas de Morena. Esa será su agenda.
A la gráfica con lo que será la bancada de Morena y aliados en el Congreso, hay que agregar las curules y escaños del PRI. Votarán con los aliados del gobierno en la mayoría de los casos. O se pasarán a ese bando.
Se acabó el bloque opositor.
Viene la era del partido hegemónico, acompañado de partidos minoritarios, testimoniales, que servirán para decir al mundo que en México hay democracia y pluralidad.
Los que busquen ser oposición real tendrán que hacerlo con la heroicidad de hace 50 años: con todo en contra en una cancha controlada por Morena.
A eso llevaron a la sociedad los dirigentes del PAN y del PRI. Siguieron el juego del gobierno. Dividieron a sus propias filas. Engañaron con encuestas compradas. No actuaron a tiempo para frenar el atropello, se sirvieron con la cuchara grande.
Y ahora saltan del Titanic para salvarse solos.