Desde hace más de veinte días miles de personas están con el agua, revuelta con heces fecales, hasta la cintura.
¿Eso está ocurriendo en la sierra, donde la orografía dificulta el acceso a técnicos, especialistas en manejo de aguas y a trabajadores del gobierno?
No, eso se vive en la Ciudad de México y en el Edomex, sin que al gobierno le importe un pepino la suerte de gente pobre que no puede sacar de sus casas ni los cadáveres de sus seres queridos.
En colonias de Chalco y de Tláhuac se vive la tragedia de tener un gobierno dedicado a la grilla, que ignora sus tareas elementales.
Veinte días con aguas negras a un metro del suelo, que inunda casas, destruye cocinas, muebles, enseres electrodomésticos.
Y si esa gente escucha al Presidente de la República sólo lo oirá grillar.
¿De veras ya no hay ingenieros hidráulicos en el gobierno?
¿No pueden sacar el agua?
La comparación es odiosa, pero ineludible: en los huracanes que se presentaron en sexenios anteriores, la luz se reestablecía en menos de 24 horas y se drenaba el agua.
Había recursos para hacer labor de prevención, evacuar, desazolvar.
En esta administración se gastaron el dinero de los fondos para atender desastres y, literal, no saben hacer nada.
Son especialistas en repartir dinero y crear dependientes de las transferencias económicas del gobierno. A eso le llaman “política social”.
La ineptitud es tan grande, que cuando se perfilaba falta de agua, por sequía, no sabían qué hacer pues no habían dado mantenimiento a las tuberías de agua que desperdician 40 por ciento de su caudal.
Y ahora que llueve (no huracanes, sino de simples aguaceros), tampoco saben qué hacer con el agua que cae. Se les tapan de basura los colectores, las aguas negras se mezclan con las de lluvia y dejan a la gente a su suerte.
Poco les importa. Lo mismo ocurrió en la pandemia.
Veinte días llevan Chalco y Tláhuac con niños sin clase y gente sin hogar.
Los testimonios son más que tristes: indignantes.
Apenas este martes la gobernadora del Estado de México se dio una vuelta por Chalco y sus declaraciones en el lugar indican que está sola o que no tiene gente capaz en su equipo.
Dijo en una colonia de Chalco: “Lo que es la escuela, ahorita (es decir, más de dos semanas después de que se inundara) ya vinieron a revisar los compañeros de la Secretaría de Educación. Nos informan que las instalaciones están para recibir a los pequeños. El problema que se tiene son las calles”.
O sea, los niños no tienen cómo llegar desde su casa hasta la escuela porque el agua con excrementos humanos hace que las calles sean intransitables.
El reportero Jorge Medellín, de El Universal, recogió testimonios en Tláhuac, donde las autoridades de la alcaldía le informaron a la gente que de momento no se les dará apoyo, ya que se está dando prioridad a otras colonias cercanas.
Matilde, una vecina, le dijo al reportero: “Estuve nadando en agua en mi propia cocina, tuve que sacar el agua a cubetazos porque no ha venido nadie a apoyarnos”.
En Chalco, el reportero Emilio Fernández acompañó a Delfina Gómez, que se presentó en el lugar 18 días después que las lluvias provocaron la anegación de aguas negras que afecta a miles de personas, y publicó: ahí le pidieron ayuda para sacar el cuerpo de un vecino en la colonia Jacalones, que murió, pues el nivel del agua en su casa no lo permite.
Mientras –apuntó el reportero–, “en otro punto, residentes bloquearon la carretera federal México-Cuautla, a la altura de la colonia Santa Cruz Amalinalco, para exigir que las autoridades eliminen las aguas negras”.
¿Veinte días? ¿Y los ingenieros de gobierno?
Más claro: ¿y el gobierno federal?
En la frivolidad de la grilla.