Uso de Razón

Quadri tiene razón

Quadri tiene razón al ir por sus seis mil pesos cada dos meses. Él los sufraga con sus impuestos y tiene derecho a criticar la mala implementación de una buena idea.

El hígado de los fundamentalistas de Morena explotó la noche del 21 de noviembre cuando “manos amigas”, previamente alertadas, difundieron la fotografía del opositor Gabriel Quadri en un módulo de inscripción en el programa Pensión del Bienestar para Adultos Mayores.

La batería de la guerrilla obradorista disparó contra Quadri en todas sus plataformas: redes sociales, la prensa oficialista y los canales de televisión del gobierno.

Hasta una parodia se hizo en el canal gubernamental para hacer escarnio del ciudadano Quadri porque cobraba una pensión que criticó.

La presidenta Sheinbaum no se contuvo y con todo e investidura, que indica que gobierna para todos, le lanzó un “si fuera consecuente no se inscribiría”.

Así el tema de la pensión, de seis mil pesos cada dos meses, se convirtió en una radiografía del sectarismo de la Presidenta: sólo gobierna para los que piensan como ella.

Quadri había dicho un par de semanas atrás que “en México las pensiones de adultos mayores son insostenibles por el envejecimiento de la población, una proporción menor entre trabajadores formales y adultos mayores, informalidad, baja recaudación fiscal y una mayor esperanza de vida. En los próximos años reventará fiscalmente”.

Eso opina un ciudadano mexicano en edad de pensionarse, y el oficialismo se le fue encima. La sátira en un canal del gobierno fue terrible: aparece un actor disfrazado de Quadri frente a la mesa del módulo, mal vestido y casi sin saber hablar, donde balbucea frases entrecortadas: “No quería venir porque aquí se compran votos… una limosna que le dan a los mayores”, etcétera.

Es decir, los que consideran que las pensiones, por las razones expuestas por Quadri, son insostenibles a la larga, deben renunciar a ella y únicamente las pueden cobrar los que están de acuerdo con el gobierno.

Y si se atreven a inscribirse, van a ser moralmente vejados en la televisión del gobierno, en las redes sociales que manejan los oscuros personajes de la propaganda obradorista que están a préstamo en Palacio Nacional.

Si de congruencia hablamos, el gobierno tendría que revocar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, al que se opuso con argumentos tan mendaces como equivocados desde que se empezó a negociar en 1991 hasta que se firmó en 1993.

Marcharon en la Ciudad de México, en California y en Tabasco contra los “vendepatrias” que realizaron la negociación, y ahora están abocados a tratar de defenderlo frente a un presidente de Estados Unidos que es tan enemigo del libre comercio como ellos.

O fingen defender el TLCAN –ahora T-MEC–, que el ala dura del gobierno, es decir la que despacha en las oficinas de la Presidencia de la República, siempre repudió.

Con sectarismo del grupo gobernante, que usa recursos públicos para denigrar a un crítico de la política social porque se acoge a uno de sus programas, tendrían que abstenerse de transitar por los ejes viales que hizo el profesor Hank, pues se opusieron a ellos.

Como se opusieron y denigraron las sucesivas reformas políticas que les permitieron el acceso al poder, entonces tendrían que renunciar a ese poder.

Así de elementales y burdos son nuestros gobernantes y sus gatilleros a sueldo en redes sociales.

Las pensiones se cubren con el dinero de todos, ¿por qué deben ser sólo para morenistas?

Desde luego que el crecimiento de la población en las partes altas de la pirámide demográfica va a crear problemas para cubrir las pensiones para adultos mayores.

El crecimiento del trabajo informal también.

Mucho más problemático va a ser el bajo crecimiento económico, único camino conocido para crear riqueza y que el gobierno distribuya gracias a los impuestos.

Y peor aún es que se gasten los ahorros y los ingresos en fantasías como el trenecito en la selva maya y la refinería en el pantano de Dos Bocas.

Quadri tiene razón al ir por sus seis mil pesos cada dos meses. Él los sufraga con sus impuestos y tiene derecho a criticar la mala implementación de una buena idea.

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