Uso de Razón

La toma total del poder

Decían que era exagerado plantear el riesgo de chavismo en México, pero en cuatro meses hemos ido mucho más rápido en esa dirección que el propio Chávez en Venezuela.

Morena se alista a la toma de la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante el aumento del número de ministros y de esa manera lograr el control total del máximo órgano del Poder Judicial de la Federación.

No es una estrategia novedosa. La empleó Hugo Chávez en Venezuela en mayo de 2004 cuando aumentó de 20 a 32 el número de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia de ese país.

De acuerdo con un texto de Human Rights Watch, publicado el 16 de junio de ese año, "la toma política del Tribunal Supremo agravará la falta de independencia judicial... y la nueva Ley permitirá al gobierno y su coalición en la Asamblea Nacional (Congreso) copar y purgar el control del Tribunal Supremo".

Dicho y hecho. Así sucedió, y de esa manera el régimen chavista puso bajo su mando al Poder Judicial.

Aquí en México el partido Morena, en el Senado, anunció una iniciativa para aumentar de 11 a 16 el número de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con lo que asumiría el control del Poder Judicial.

El método de elección de los ministros de la Corte es similar al que presenciamos la semana pasada para nombrar nuevos integrantes de la Comisión Reguladora de Energía, en que al no haber mayoría calificada en el Senado es el presidente de la República el que designa a sus integrantes.

Hoy Morena tiene el control total de la Cámara de Diputados, y en el Senado está a nueve senadores de contar con mayoría calificada.

La nulidad de la separación de poderes, para concentrarlos todos en el presidente y su partido, está a la vuelta de la esquina.

Decían que exagerábamos al afirmar, desde hace años, el riesgo de chavismo en México, pero en cuatro meses hemos ido mucho más rápido en esa dirección a lo hecho por el propio Chávez en Venezuela.

En el terreno económico México es más fuerte, en su sector privado, que Venezuela, y ahí puede haber un valladar.

Pero hasta ahora hemos visto a un conglomerado empresarial que está dispuesto a dejar hacer lo que sea en lo político al presidente, con tal de que no se meta con ellos en lo económico.

Vamos a ver qué sale de ese pacto no escrito, pero es ingenuo pensar que luego de tener el control total del Estado, el gobierno de López Obrador no eche a andar su proyecto económico que dista mucho del que defienden los empresarios y del que conocemos hasta la fecha.

Después de la toma del poder del Estado, viene la toma del poder económico.

Para el Instituto Nacional Electoral también hay un proyecto de modificación: reducir su número de consejeros de nueve a cinco, con el pretexto del ahorro.

El objetivo es modificar la Constitución para que el Congreso (de mayoría morenista) nombre a los nueve consejeros del INE.

Así, el órgano electoral del país caería por completo bajo el control político del partido del presidente. Adiós a su autonomía.

De la misma manera se piensa sustituir a la Comisión Nacional de Derechos Humanos por un órgano denominado 'Defensoría del Pueblo', como existe en Venezuela y es una marioneta del régimen bolivariano.

La propuesta para cambiar la composición de la Corte ahí está, ellos la anunciaron, no es un misterio. Y los dos pasos para controlar al INE y a la CNDH están en puerta.

¿No nos hemos dado cuenta de la gravedad que implica el avance de la concentración de poder en una sola persona?

¿Todavía hay dudas de hacia dónde nos quieren llevar?

Por ahora hay una débil pero valiosa resistencia en la Cámara de Senadores, que pende de una delgada línea de defensa de legisladores, pero eso es todo.

Los empresarios están replegados, con la esperanza de que les vaya bien en los negocios, sin percatarse que eso, con libertades políticas acotadas, dura lo que el humor y la estrategia del presidente quieran que dure.

El otro foco crítico que existe, el de los articulistas y columnistas en medios de comunicación, está bajo fuego de la artillería ligera que sale de Palacio Nacional con amedrentamiento e insultos.

Van a subir de tono hasta aplacar a buena parte de la disidencia –fundamental en un régimen democrático– con el miedo a tener el águila de frente.

O por medio de la calumnia para inhibir moralmente a los críticos con el instrumento de las redes sociales.

Lo que viene está a la vista: la toma del poder del Estado, completo, por parte del grupo político que hoy conduce al país. Luego, la economía.

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