MIAMI.- La violencia verbal del presidente está llevando a millones de estadounidenses a sentirse en un callejón cuya única salida que ven es matar o morir.
Tal vez sea la manera de rescatar su popularidad y quedarse en el poder: polarizar.
El hecho es que la venta de armas a particulares creció como nunca en los meses recientes.
Hay escasez de balas en las armerías, pues la fiebre de una posible ola violenta agotó las existencias.
Le creen a Trump, que ha insinuado que puede desatarse una nueva guerra civil.
O que los negros van a tomar por asalto los suburbios si ganan los demócratas.
Como bien nos ha enseñado la historia, las locuras de los gobernantes toman cuerpo en sus seguidores y entre población asustada.
Agosto reciente superó todos los récords de ese mes como el agosto en que más armas se han vendido a civiles en la Unión Americana.
No se trata de un ligero ajuste estadístico, sino de un dato sólido. En agosto del presente año la venta de armas de fuego creció 57 por ciento en comparación con el mismo mes del año pasado.
Es una locura. Una locura documentada por Washington Free Beacon con datos actualizados del FBI. Y no todas las armas que se compran quedan registradas.
Son cinco meses seguidos en que la venta de armas registra un boom ascendente.
Marzo, informa la publicación, fue el mes con la mayor cantidad de venta de armas en la historia del sistema de verificación de antecedentes del FBI.
Estima que 40 por ciento de los compradores de armas de fuego en estos últimos seis meses nunca había sido propietario de una pistola o un rifle de asalto.
De acuerdo con los registros, sólo en el reciente mes de agosto 640 mil estadounidenses compraron un arma por primera vez.
¿Sobra el dinero? ¿Están en bonanza económica en este país como para gastar ahorros en adquirir un R-15 o una Glock? Desde luego que no.
Por primera vez en mucho tiempo más de la mitad (52 por ciento en julio) de los adultos jóvenes de Estados Unidos viven con sus padres, según el Pew Research Center, con datos mensuales de la Oficina del Censo.
Lo que hay, de sobra, es polarización inducida desde el poder. Un contagio de la paranoia presidencial que ve en el otro a un enemigo.
El director ejecutivo de Olin Corporation –empresa líder en fabricación de municiones–, John Fisher, informó la semana anterior que su división de municiones Winchester tuvo un incremento de 17 por ciento en los pedidos durante los últimos tres meses.
Optimista, dijo que "esperamos que este elevado nivel de demanda continúe al menos hasta fin de año".
Sobre el insólito aumento de interés por comprar balas de parte de los ciudadanos de este país, el CEO de una compañía productora de material bélico, Christopher Metz, dijo a la publicación Shooting Illustrated: "las fábricas se están esforzando al máximo sólo para abastecer la demanda".
Así, puede suceder como en el cuento de Gabriel García Márquez, en que la mamá le dice al hijo en una conversación en la cocina: soñé que algo grave va a pasar en este pueblo.
El muchacho se lo cuenta a sus amigos y éstos llevan la preocupación a sus casas: algo grave va a pasar en este pueblo.
Algunos toman sus pertenencias y se marchan. ¿Por qué se van?, les preguntan a su paso. Porque algo grave va a pasar en este pueblo. Y al final el éxodo es general. No vaya a ser la de malas.
Tal vez el realismo mágico alcanzó a este país, con la diferencia de que quien sembró la intriga es el presidente de Estados Unidos. Y cayó en el terreno fértil de una desigualdad racial que él se ha encargado de agudizar y defender.
El hecho: de cara a unas elecciones inciertas, los estadounidenses se han volcado a comprar armas.
De esa manera Trump busca su recuperación en las encuestas bajo el lema: "Ley y Orden".
Joseph Biden, en cambio, sacó una nueva campaña: "No tengas miedo".