Uso de Razón

Venezuela: ¿China es la clave?

Nicolás Maduro y los militares que mandan en Venezuela no se van a ir por su propia voluntad: hay que quitarlos.

Decir que "los venezolanos deben resolver sus conflictos mediante el diálogo", es una frase hecha que pretende ignorar la dimensión del problema.

En Venezuela hay un cártel del narcotráfico que domina el Estado y a sus instituciones castrenses, y enfrente está la población civil desarmada que clama por sus derechos elementales.

¿Dialoguen? ¿Entiéndanse entre ustedes? Qué manera de lavarse las manos de un sector de la comunidad internacional.

Maduro y los militares que mandan en Venezuela no se van a ir por su propia voluntad: hay que quitarlos.

Por la razón no se puede ni hay salida, ya que los militares que rodean a Maduro dominan una red internacional de narcotráfico.

Para ellos perder el poder es perder la libertad y el dinero que han acumulado como producto del trasiego de drogas en complicidad con la guerrilla colombiana.

Por la fuerza es imposible, ya que Maduro tiene la lealtad de la cúpula castrense y, por impotencia o porque están en el narco, no hay (hasta ahora) deserciones importantes en el Ejército.

"Dialoguen"; "pónganse de acuerdo", dicen algunos países con fingida ingenuidad.

El régimen venezolano es sostenido por los militares que capitanean el negocio del narcotráfico. (Para quienes no la hayan leído, les dejo el link de la columna de Raymundo Riva Palacio publicada ayer en estas páginas, que ilustra acerca de la banda de criminales que mantienen el control en ese país).

Cuando se hayan leído los datos que expone Riva Palacio, sustentados en reportes de medios especializados, a ver si alguien va a seguir encasillando la crisis venezolana en el contexto de una lucha político-ideológica.

No es así. La batalla es entre la cúpula narco-militar y la ciudadanía indefensa, sin derechos ni libertades.

Ya hace algunos años los periodistas Maite Rico y Bertrand de la Grange habían publicado reportajes con los testimonios de la protección que daban los generales venezolanos a la cocaína colombiana que pasaban por territorio venezolano los guerrilleros de las FARC.

Desde los puertos venezolanos salía con Chávez, y sigue saliendo con Maduro, parte de la coca que llega a México como trampolín para Estados Unidos y la que va a Europa.

¿Van a dejar el poder luego de una reflexión política y diálogo entre las partes?

Aferrarse a esa inocentada es abonar el terreno para que ocurra lo que en Venezuela va a ocurrir si no hay un desenlace pronto: el caos absoluto.

No habrá una guerra civil con dos bandos político-militares identificados, sino el caos total.

La solución interna está descartada, por la razón y la fuerza.

Queda, como última instancia, la intervención internacional.

Sí, la intervención. No la intervención directa para deponer al tirano y a su corte de delincuentes, que ha sido descartada por Washington de acuerdo con el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Alguna potencia tiene que sacar a Maduro del poder. Y esa potencia no puede ser Estados Unidos, porque su presidente carece del respaldo internacional, mucho menos del latinoamericano, para hacer prácticamente nada en Venezuela.

Todo lo que Trump ha intentado –hasta ahora– en Venezuela, ha fracasado.

A Trump no le interesan los conflictos internacionales, salvo, tal vez, que sean decisivos en su pretendida reelección.

Rusia no es alternativa. Putin intervino militarmente en su zona de influencia: invadió y se anexó Crimea. Por otra parte, se opone a que Trump haga lo propio en su entorno geopolítico: América.

Para un presidente como Bush esa postura de Rusia hubiera sido un acicate para tirar a Maduro y apresar a su legión de narcotraficantes.

Sin embargo a este gobierno de EU no le interesa la intervención ni el protagonismo internacional. No sabe ser imperio ni superpotencia.

En su editorial internacional de ayer, el Financial Times deslizó una sugerente afirmación que involucra a uno de los principales soportes internacionales del régimen venezolano:

"Un consejo en el oído de Maduro por parte de Beijing podría convencerlo de que se le acabó el tiempo, mientras que a la vez realzaría de que es una potencia responsable".

Por ahí puede venir la salida si es precedida de una enérgica condena mundial al gobierno bolivariano. Ese puede ser incentivo para China a fin de que le diga a su protegido que es hora de partir.

¿Es muy pequeño el incentivo para China, frente a las deudas del país sudamericano por petróleo pagado por adelantado por el gobierno de Xi?

Tal vez, pero en algo hay que pensar antes de que eso acabe en una catástrofe.

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