El Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y el Banco de México (Banxico) presentan diferencias en la política monetaria, las cuales pueden incidir en las posibilidades de éxito para abatir la inflación.
Un primer contraste reside en el compromiso con el objetivo de estabilidad de precios. El Fed interpreta esta situación como una inflación anual de 2.0 por ciento, medida con el Índice de Precios del Gasto de Consumo Personal. En septiembre de 2023, las inflaciones general y subyacente, que excluye alimentos y energía, se ubicaron, respectivamente, 1.4 y 1.7 puntos porcentuales por arriba de la meta.
Este banco central ha calificado la actual inflación como “inaceptablemente alta y muy por encima” del objetivo, mientras que el presidente Jerome Powell ha reiterado que el camino hacia la meta es largo y no cesarán en sus esfuerzos hasta lograrlo.
Por su parte, el Banxico ha preferido enfatizar el descenso de la inflación desde su máximo, más que la distancia que ésta guarda respecto al objetivo, definido como una variación anual del INPC de 3.0 por ciento. En la primera quincena de noviembre de 2023, las inflaciones anuales, general y subyacente, que excluye agropecuarios, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno, superaron la meta en 1.3 y 2.3 puntos porcentuales, respectivamente.
A juzgar por el comunicado de la reunión de noviembre de 2023 y los comentarios de la gobernadora, Victoria Rodríguez, la Junta de Gobierno del Banxico (JG) modificó su intención de mantener la actual tasa de interés a “por cierto tiempo”, en lugar de “durante un período prolongado”, para reconocer los “avances en el proceso desinflacionario”.
Además, según la minuta, algunos miembros señalaron que las expectativas de inflación de mayor plazo “permanecieron por arriba de su promedio histórico” y uno observó que “la dinámica de precios ha comenzado a acercarse a su comportamiento histórico”. Al parecer, la intención práctica del Banxico es llevar la inflación y sus expectativas a los niveles históricos, los cuales han superado 3.0 por ciento, más que a la meta permanente.
Un segundo contraste consiste en el esquema de política monetaria. El Fed aplica un régimen de objetivos de inflación haciendo que las resoluciones se tomen sesión por sesión, en función de los datos disponibles en cada una, lo cual descarta la predeterminación de las decisiones futuras.
Al considerar la incertidumbre en torno a los efectos de la política monetaria, este banco central se ha enfocado en descubrir el apretamiento necesario para conducir la inflación al objetivo. Según el presidente Powell, una vez acordada esta postura, la siguiente pregunta será por cuanto tiempo mantenerla. Los recortes de tasas están fuera de discusión.
En cambio, el esquema nominal del Banxico ha sido de objetivos de inflación con base en pronósticos, el cual, en el mejor de los casos, se ha aplicado de forma irregular. Por ejemplo, de acuerdo con la gobernadora Rodríguez, la “guía futura” actualizada significa que el Banxico no moverá la tasa en diciembre de 2023.
Lo anterior confirma que, al menos en esa ocasión, la política monetaria no será dependiente de los datos y, excepto que la JG sepa que no cambiarán, tampoco se basará en los pronósticos. El carácter irregular del esquema se corrobora en la minuta, donde un miembro de la JG externó que la tasa “se mantendrá sin cambios al menos hasta fin de año”, pero “las decisiones del año entrante estarán sujetas a la evolución de los datos.”
Finalmente, un tercer contraste se refiere a los riesgos visualizados de inflación. El Fed ha insistido en que existe un número indeterminado de factores que podrían complicar el descenso inflacionario, por lo que mantiene la opción de incrementar adicionalmente la tasa de referencia. La incertidumbre se extiende a las variables no observables, como el nivel de la “tasa de interés neutral”. El presidente del Fed ha rechazado la pretensión de contar con estimaciones precisas, que pronto podrían probar estar equivocadas.
En cambio, la gobernadora del Banxico ha explicado que el balance de riesgos al alza de la inflación significa que la inflación podría descender a un ritmo menor al pronosticado. En otras palabras, este banco central parece descartar el riesgo de que la inflación tome una tendencia ascendente. Además, un miembro de la JG dice saber que el actual ciclo de tasas tendrá siete fases y la tasa real ex ante deberá mantenerse en el rango de entre 7.00 y 7.50 por ciento.
Los contrastes anteriores contribuyen a concluir que el Fed está mejor posicionado que el Banxico para controlar la inflación. La historia está por escribirse. Ojalá que nuestro banco central rompa con la complacencia respecto al objetivo, evite la ilusión de la previsión perfecta y esta vez sí logre la meta de forma permanente.
El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).