El drama persigue a la industria y en los últimos días la empresa Binance y su fundador Changpeng Zhao (CZ) han desvelado una realidad hasta ahora esquiva: las empresas de criptomonedas, por más globales que pretendan ser, no están fuera del alcance de la ley, particularmente de la estadounidense.
La noticia de la renuncia de ‘CZ’ resuena como el fin de una era. A pesar de que Binance nunca operó oficialmente como un intercambio en Estados Unidos, CZ admitió haber incumplido con las normativas antilavado de dinero de este país, culminando con una multa de 4 mil 300 millones de dólares impuesta por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Esto pone fin a la ilusión de que las empresas cripto puedan operar sin fronteras definidas.
La historia de Binance es singular. Creció hasta convertirse en el intercambio de criptomonedas más grande del mundo, atendiendo a usuarios de todas las latitudes. Su enfoque descentralizado se reflejó en la ambigüedad de su ubicación física, cuestionando la propia idea de una sede central.
El caso de Binance es un recordatorio de que las regulaciones estadounidenses tienen un alcance considerable. La empresa fue acusada de operar un negocio de transmisión de dinero sin licencia y de violar la ley de sanciones. Este escenario no es nuevo en el ámbito cripto. FTX, otro exgigante del sector, enfrentó desafíos similares, demostrando que incluso las operaciones basadas en jurisdicciones más permisivas no están libres de la influencia de Estados Unidos.
El impacto de estas acciones legales va más allá de Binance. La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. (SEC) y la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos (CFTC) han intensificado sus esfuerzos en el sector, cuestionando las operaciones de empresas que, aunque no se basen en territorio estadounidense, tienen clientes en el país. Esta situación ha provocado un debate en la comunidad cripto sobre el alcance de la ley estadounidense, con Binance argumentando en un tribunal de Estados Unidos: “La ley estadounidense gobierna a nivel nacional, pero no controla el mundo”.
A pesar de estos desafíos, Estados Unidos sigue siendo un mercado atractivo para las empresas cripto, debido a su enorme base de usuarios e inversores.
Sin embargo, la lección de Binance y FTX resalta un punto crucial: la era de las operaciones cripto “sin fronteras” parece estar llegando a su fin. Las regulaciones y la supervisión legal están alcanzando rápidamente a un sector que, en sus inicios, parecía eludir la jurisdicción de cualquier país.
Ahora, las empresas cripto deben navegar en un mundo donde las fronteras, aunque digitales, son cada vez más evidentes y significativas.