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Coleccionar es representar la historia

No es exagerado afirmar que coleccionar arte es representar la historia.

Generalmente las políticas de adquisición o venta de obras de un museo no son noticia. Sin embargo, hace unas semanas los medios difundieron la inusual nota de que el Baltimore Museum anunció que invertirá más de 7.5 millones de dólares generados por la venta de obras de artistas hombres blancos americanos: Andy Warhol, Franz Kline y Robert Rauschenberg, en obras de artistas mujeres y hombres de color, que históricamente han sido poco representados por estas instituciones. Lo usual es que los procesos de adquisición y venta sean largos y complejos, y que conciernan sólo a quienes están directamente involucrados.

Uno de los principales propósitos y del poder de un museo radica, en buena medida, en las obras de arte que colecciona. No es exagerado afirmar que coleccionar es representar la historia. Lo anterior cobra particular relevancia cuando un museo público con recursos del Estado adquiere piezas de un artista, ya que lo valida como relevante en la producción artística del mundo que permanecerá para futuras generaciones.

De ahí que en los museos más importantes alrededor del mundo se están llevando a cabo debates sobre su función, si debería de tener una vocación más social y educativa, enseñarnos que las imágenes son ideologías, que el mundo tiene una preconfiguración determinada por intereses de algunas personas, sobre todo promover el arte como una herramienta de cambio, de inclusión, como una forma de imaginar otro futuro. Son reflexiones fundamentales para reescribir la historia. Que en el Baltimore Museum haya un Warhol menos para exponer, pero que con ese dinero se adquieran piezas de artistas que subrepresentados, es una acción clara de que un museo debe ser una institución viva y contemporánea.

Esta acción reconoce que los privilegios tienden a reforzarse, a reproducirse, a afianzarse, y que para romper con esa inercia es indispensable reconocerla y actuar. Los sistemas tienden a hacer leyes que favorecen a unos cuantos, pero al mismo tiempo crean una narrativa para que todo parezca un mandato 'natural'. Las instituciones trabajan en conjunto a través de la política, la economía, el entretenimiento, los medios y hasta el arte para promover y validar un statu quo de dichas narrativas. Por ello han prevalecido las colecciones de rasgos masculino, blancos y primermundista.

Ojalá que con el tsunami de Morena, con esta nueva toma de conciencia, de anhelo de cambio y el ánimo de reescribir la historia, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y se dé a la tarea de generar un coleccionismo serio, dedicado e innovador, el cual ha sido prácticamente inexistente en las administraciones neoliberales anteriores del PAN y el PRI. Que sea capaz de incluir en sus colecciones a las muy diversas expresiones artísticas de este complejo y maravilloso país que conformamos todos.

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