Plaza Viva

Para entender mejor la inflación (I)

La inflación es un fenómeno complejo con consecuencias sobre la desigualdad y nuestro bienestar, y que requiere de medidas urgentes para revertirla.

La inflación es el fenómeno económico más perceptible para la población de un país. Cuando aumenta, se siente, no hay forma de no darse cuenta, la percepción sobre las condiciones de vida cambia y la preocupación por el bolsillo aumenta.

En pocas palabras, la inflación es el alza generalizada (porque incluye los precios de un conjunto de bienes y no de unos cuantos) y sostenida (porque abarca un periodo de tiempo más o menos amplio y no solo unos días) en los precios de los bienes y servicios.

La inflación que vemos hoy en día viene, entre otros factores, de presiones internacionales, como la invasión de Rusia a Ucrania. Este conflicto ha interrumpido las cadenas internacionales de suministro y ha aumentado, por ejemplo, el precio de los energéticos. Como es más caro producir cosas y llevarlas a donde las quieren comprar, y los productores necesitan mantener un cierto margen de ganancia, los precios a los consumidores incrementan.

Entonces, vemos que la inflación es perjudicial para nuestro bienestar porque limita la cantidad de bienes y servicios que podemos consumir. Pongamos un ejemplo práctico: hace 10 años con 100 pesos podía comprar 60 por ciento más cosas, es decir, si nuestro ingreso se mantiene constante y las cosas son cada vez más caras, nuestro ingreso real, o para lo que nos alcanza con nuestro dinero, cae.

Hoy, la inflación con respecto al año pasado es del 6.20 por ciento, pero en otros puntos del año ha llegado casi al 9.0 por ciento (el triple de lo esperado por el gobierno a inicios del año).

Como mencionamos antes hoy nuestro dinero nos alcanza para 9.0 por ciento menos cosas. Episodios de alta inflación como este no son extraños en nuestro país. A los millennials nos ha tocado ver por lo menos otros dos: uno durante el Salinato, cuando la inflación se redujo a costa de la contención en el salario de los trabajadores y del gasto público (como dato, mil pesos de hoy, nos alcanzaban para 10 veces más cosas en 1993) y a inicios de los 2000.

Frenar la inflación es fundamental, ya que en sus niveles actuales se convierte en un fenómeno regresivo, que afecta más a los que menos tienen: recordemos que son las personas más pobres las que dedican una mayor proporción de sus ingresos al consumo, y que posiblemente no tienen la capacidad de negociar salarios más altos, lo que las hace más vulnerables a los aumentos en los precios que a otros segmentos económicos.

Esta reducción en los ingresos reales provocada por la inflación también tiene efectos sobre los gobiernos. El que la administración pública tenga menos recursos es muy relevante, porque de eso depende la provisión de bienes y servicios que garantizan los derechos de las personas. De hecho, al descontar los efectos de la inflación (es decir, al tener una cifra en términos reales), los ingresos de la federación para el 2023 serán de 6.8 billones de pesos, lo que se acerca a los 6.1 billones de 2020; es decir, en tres años y con más necesidades sociales, el país tiene casi los mismos ingresos reales.

Para comprender mejor las dimensiones de la inflación, podemos comparar los niveles en el alza de precios entre México y otros países en América Latina. La Cepal hizo una comparación en junio de este año, en la que se puede ver que en nuestro país es inferior a la de otras economías de la región. Mientras que aquí es del 8.0 por ciento, en países como Brasil, Chile o Colombia, ha llegado al 11.9, 12.5 y 9.7 por ciento, respectivamente. Es decir, en 2022 muchos habitantes de estos países se las han visto (un poco) peor que los mexicanos. Sin embargo, esta estabilidad en los precios se ha dado a cambio de bajas tasas de crecimiento económico. Por ahora, basta mencionar que una tasa de interés alta provoca, como en nuestro país, una baja inflación, mientras que desincentiva la inversión y el crecimiento.

Por último, cabe mencionar que la inflación no solo afecta nuestra capacidad de consumo: también tiene un impacto sobre la deuda pública y la desigualdad. La inflación es controlada por el Banco de México a través de la tasa de interés de referencia. Al contener la inflación por medio de una tasa de interés más elevada, el banco central desincentiva la inversión y el consumo y, a la vez, provoca que las personas ahorren sus ingresos. Sin embargo, estas acciones también benefician a los prestamistas, como la gente que compra bonos del gobierno, que se verá beneficiada con rentas más altas, que son pagadas con los ingresos públicos.

Como vemos, la inflación es un fenómeno complejo con consecuencias sobre la desigualdad y nuestro bienestar, y que requiere de medidas urgentes para revertirla. El gobierno federal también ha implementado algunas medidas para contener la inflación, como el estímulo fiscal al IEPS a las gasolinas (aunque tiene un impacto sobre el medio ambiente y la recaudación tributaria), o los pactos de estabilización de precios que anunció en las últimas semanas. Sin embargo, se requiere un esfuerzo de todos los niveles de gobierno; en este sentido, los estados y los municipios también pueden contribuir a reducir la inflación. Sobre esto hablaremos en la siguiente entrega de Plaza Viva.

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