Plaza Viva

Gratitud con quienes nos cuidan

Tenemos millones de héroes y heroínas en el magisterio, enfermeros, doctoras, camilleros, equipos de emergencia, funcionarios y en cada persona que pone su vida en riesgo para salvar a las demás.

Hace unos días una buena amiga me platicó sobre las medidas que a su mamá, una entregada profesora de secundaria, se le ocurrieron para darle continuidad a su programa académico en estos tiempos de pandemia.

La escuela donde trabaja la maestra Guille se encuentra en un polígono que tiene altos índices de pobreza y marginación. Esta circunstancia generó grandes complejidades cuando se anunciaron las medidas de distanciamiento social que obligaron al cierre de las escuelas en México.

Pronto se dio cuenta que sus clases no podrían transmitirse por sesiones virtuales que exigieran a los estudiantes tener un equipo de cómputo. La mayoría de los hogares de sus alumnos no cuentan con servicio de internet o una computadora para conectarse. Tampoco hubiera sido factible exigir a sus estudiantes que gastaran una considerable cantidad de dinero en cibercafés para conectarse diariamente.

La maestra Guille también advirtió lo decisivo que sería este ciclo para la mayoría de los estudiantes: en estos días muchos de ellos podrían engrosar las estadísticas de deserción escolar y dejar los estudios para siempre. Esto reforzó la urgencia de encontrar nuevas alternativas para interactuar con sus estudiantes y sus familiares.

Con la escuela cerrada y el reto de evitar que el grupo se retrasara, la ingeniosa profesora echó mano de la tecnología. A través de un grupo de WhatsApp en el que participan su salón y sus familiares, ha compartido tareas, explicaciones y videos cortos que posibilitan que los estudios continúen. Esta metodología asincrónica permite que los jóvenes puedan encontrar sitios con internet público donde puedan descargar sus lecciones para posteriormente trabajarlas en casa. De esta manera, los hogares no han sido orillados a aumentar su presupuesto para recargas a celular.

A la par de los envíos al grupo, la maestra Guille sostiene conversaciones con cada alumno y su familia para darle seguimiento puntual a sus tareas, aclarar dudas y compartir retroalimentación de los trabajos. El grupo ha respondido de manera positiva y se han comprometido con este nuevo método de estudio, lo que ha derivado para la maestra en muchísimas horas adicionales de trabajo y desvelo. Aun así, ella está contenta, pues sabe que su trabajo está logrando que más jóvenes terminen la secundaria.

Afortunadamente, la entrega y amor de la maestra Guille por su comunidad no es un caso aislado. El ingenio y la vocación han sido dos constantes entre quienes todos los días se la juegan para enfrentar la pandemia del Covid-19 o para ofrecer servicios de primera necesidad. Tenemos millones de héroes y heroínas en el magisterio, enfermeros, doctoras, camilleros, equipos de emergencia, funcionarios y en cada persona que pone su vida en riesgo para salvar a las demás.

A la sociedad nos toca agradecerles desde hoy con nuestro actuar, siguiendo con prudencia las indicaciones de las instituciones de salud, cuidando de quienes nos cuidan y, eventualmente, cambiando las reglas del juego para que estas personas clave trabajen en condiciones dignas y justas. Para ello, primero será necesario destinar mayor presupuesto a los sectores de salud y educación.

Es momento que los recursos que se han rescatado del dispendio a través de medidas de austeridad o los ingresos tributarios que se reportan en aumento sean encausados para atender y fortalecer el sistema sanitario y educativo del país. Es momento de demostrar con hechos lo profundamente agradecida que está nuestra sociedad con quienes hoy están haciendo un trabajo titánico por el país.

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