Plaza Viva

¿Quién sigue en la fila?

Ya sea a través de la selección por grupo poblacional, ocupación o por sorteo, es vital que la sociedad conozca y discuta el modelo de vacunación que seguiremos los próximos meses.

El inicio del proceso de vacunación para hacer frente a la pandemia por el Covid-19 ha sido un respiro para miles de personas que, día a día, dan lo mejor de sí en el sector salud en nuestro país. Cuidar de quienes nos cuidan es una prioridad vital, es lo justo, es lo mínimo que podemos hacer frente a quienes han puesto el cuerpo y su salud en riesgo durante estos meses de dolor e incertidumbre. Por ello, la llegada de las vacunas debe alegrarnos e invitarnos a reflexionar y ayudar para que la distribución de las dosis sea lo más justa y eficiente posible.

Sin duda, esta vacuna debe alcanzar a todas aquellas personas que trabajan en la primera línea de respuesta a la pandemia. Hace apenas unas horas me enteré de un caso que nos muestra la relevancia de que todo el personal médico, sin importar si trabajan en un hospital público o privado, pueda ser considerado en el esquema de vacunación.

La doctora Adriana, un sobrenombre para la profesional de la salud que solicitó el anonimato, trabaja en un esquema de honorarios con el IMSS. Ella fue una de las miles de personas que se sumaron desde marzo a dar respuesta a esta terrible pandemia. Sin embargo, Adriana no forma parte de la plantilla del hospital, ni es parte del equipo médico de base de la institución, por ello, se le ha negado la aplicación de la vacuna. A pesar de ponerse en riesgo diariamente dentro de una institución pública, Adriana no tiene la oportunidad de ser vacunada. Esto nos muestra lo importante de reconocer que todo el personal médico, sin importar en donde brinda sus servicios, pueda ser considerado como prioritario en el esquema de vacunación.

Por otra parte, también se ha planteado que la siguiente población en recibir la vacunación deben ser las personas de la tercera edad y quienes padecen de condiciones de salud que les coloque como parte de los grupos de riesgo. Esta selección es atinada y, sin duda alguna, una apuesta que debe ser apoyada. Terminada la tarea de vacunar a estas poblaciones ¿quién debería seguir en la fila?

Esta decisión merece un debate amplio, argumentado y que entienda las implicaciones éticas de dicha discusión. No se trata de plantear con ello que hay personas más importantes que otras, sino de distribuir las vacunas disponibles de la manera más eficiente, justa y equitativa.

En ese sentido, el ministro de vacunación de Reino Unido, Nadhim Zahawi, ha propuesto que los siguiente perfiles a vacunar deben ser definidos por su participación en servicios esenciales. Estas personas son aquellas que, por su ocupación, su presencia física en el sitio de trabajo es inevitable. Esto involucraría a las personas que trabajan en las farmacias, supermercados, en servicios de reparto, servicios públicos de limpieza y recolección de residuos, en la industria alimentaria, las y los maestros, policías, operadores del transporte público, entre otras personas que diariamente exponen su vida y las de sus familias a riesgos sanitarios.

Otra vía que es discutida por profesionales de la salud pública para determinar la elegibilidad de los perfiles a vacunar es el azar. Para el doctor Bob Watcher, director del Departamento de Medicina de la Universidad de California San Francisco, la manera más justa para seleccionar a quienes se les apliquen las vacunas sería a través de una suerte de tómbola nacional. ¿Por qué definirlo de esta manera? Para Watcher, es evidente que hacerlo a través de la selección por condiciones médicas haría muy compleja la logística de distribución. Otro de los argumentos de quienes impulsan esta vía de distribución está en la igualdad de condiciones para toda la población. Watcher también señala que las enormes presiones a las que está expuesto el sector salud por el cabildeo de ciertas industrias y ocupaciones haría inequitativo el acceso a las vacunas para aquellas personas que trabajan en sectores precarios o menos organizados.

Como podemos observar, ambas propuestas de distribución presentan retos, aciertos y dilemas éticos. Ya sea a través de la selección por grupo poblacional, ocupación o por sorteo, es vital que la sociedad conozca y discuta el modelo de vacunación que seguiremos los próximos meses.

La definición de quién sigue en la fila no puede darse a puerta cerrada o con clave electoral. Por el contrario, creo que es momento de escuchar a los profesionales de la salud y a la población en general para construir el mejor camino para la vacunación en México.

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