Cada año la Feria de León, Guanajuato, adquiere más y más peso no sólo en lo taurino sino en el entretenimiento y la cultura. En lo que a nosotros nos incumbe, que es lo taurino, la plaza de toros La Luz ha sabido desde hace algunos años ofrecer una propuesta taurina que obedece a los gustos conocidos del público local taurino, así como al de los miles de visitantes que nos acercamos año con año a esta ciudad a gozar de la hospitalidad, gastronomía e infraestructura de la capital del calzado.
Espectáculos Monterrey ha programado una feria compacta y bien rematada, se añora el hecho que no haya novillada o novilladas que creo que deben siempre formar parte de la oferta taurina en cualquier feria del país. Esperemos que para 2024 los novilleros tengan la oportunidad de actuar en esta feria.
El pasado sábado, 4 de febrero, tuvimos la oportunidad de vivir y gozar de una experiencia única e irrepetible en la tercera corrida de la feria. Diego Silveti, quinto miembro y cuarta generación de matadores de toros de una centenaria dinastía que en Guanajuato dio inicio en 1916 con el bisabuelo de Diego, Juan Silveti Mañón, afrontó la gesta de lidiar en solitario seis toros de seis hierros distintos.
Esta no fue una corrida más, tanto la empresa como el gobierno estatal supieron valorar la importancia de esta dinastía guanajuatense y crearon, junto a un equipo de producción compuesto por talentosos aficionados a los toros y profesionales de la comunicación, una tarde de toros que fue una experiencia sensorial, cultural y mexicana de altos vuelos.
Una corrida de toros de suyo es una experiencia única e irrepetible, sobre todo, si este inmenso valor cultural y artístico se le suma con buen gusto el acompañamiento musical, en este caso por la participación de la Banda de Zacatecas y el Mariachi Camperos de León, Guanajuato. El maestro Capelo, indiscutible artista local, genio entre los genios, intervino las tablas y el ruedo con una manifestación potente de la cultura mexicana y la tauromaquia que el público disfrutó desde antes que comenzara el festejo.
A las cinco en punto de la tarde, Diego Silveti, hizo el paseíllo vestido con un precioso traje azul celeste y oro, de estreno, por delante de su cuadrilla para jugarse la vida con alegría y torería ante seis toros que fueron seis obras distintas.
Villa Carmela, San Miguel de Mimiahuápam, Bernaldo de Quirós, Teófilo Gómez, Fernando de la Mora y Begoña fueron los hierros seleccionados por los Silveti para esta tarde, basándose en seis historias previas entre torero y toros de estas casas con las que Diego Silveti había salido en hombros.
Aficionados locales, de la CDMX, Tijuana, Ciudad Juárez, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas, Guadalajara y hasta de otros países viajaron a León a vivir la experiencia y todos llenaron el alma de color, valor, arte y alegría una vez terminado el festejo.
En el toro nunca se sabe qué pasará, de los seis los hubo buenos, malos y regulares, sin haber pisado la arena ningún toro estrella, sin embargo, estos seis astados permitieron a Diego Silveti desplegar una tauromaquia amplia en conocimientos y oficio, una mente capaz y fresca para anticipar y resolver los entresijos de la lidia y estar lucido en cada uno de ellos. Cinco orejas y un rabo es el resultado numérico de la tarde. El resultado sensorial y la experiencia de vida para todos rebasó lo numérico, simplemente se viven emociones en una plaza de toros que son imposibles de explicar. Lidiando cuatro toros con el vestido de luces, dos de charro, remembrando al bisabuelo, al abuelo, al padre y al tío para siempre ser él mismo. Gran exposición taurina de un hombre, doctor en tauromaquia hace once años y que vive su mejor momento y con mucho todavía por decir y aportar.
Qué orgullo como mexicano saber que el gobierno de Guanajuato, donde hace más de dos siglos se proclamó la libertad de los mexicanos, mantenga con firmeza y valor el verdadero concepto de libertad.
Tarde emocionante, noche de nostalgia y el recuerdo perenne de un acontecimiento histórico que alimenta el alma y el honor de haber nacido en esta tierra. La tauromaquia es cultura, es arte, es economía y es libertad, sépanlo los cobardes prohibicionistas, Guanajuato pone el ejemplo para los mexicanos cabales.