La Fiesta Está Viva

Noche mágica

En los medios, con el toro fijo, hocico cerrado, poder y alegría en las enclasadas embestidas, Héctor pudo soñar el toreo de trazo largo, suavidad y profundidad en los tres tiempos del muletazo.

La plaza de toros San Marcos en Aguascalientes ha sido el marco perfecto para una magnífica puesta en escena, la séptima edición y segunda en esta plaza de La Corrida de la Insurgencia. Si bien el fundamento es la lidia de seis toros, este evento está rodeado de arte, cultura, historia, música y toreo.

Luis David Adame, quien resultó triunfador de la edición 2023 y que actuó como tercer espada, fungió un año después como director de lidia, o sea, como primer espada, lo que es un símbolo interesante para una natural y necesaria renovación del escalafón de matadores, lo que implica que los jóvenes están listos para encabezar combinación, competir con los consagrados y generar la necesaria rivalidad entre toreros. Alternó con otros dos grandes toreros hidrocálidos: Leo Valadez y Héctor Gutiérrez ante toros del hierro poblano de Reyes Huerta, propiedad de José María Arturo Huerta.

Al abrirse las puertas del coso, el público asistente descubrió la magnífica intervención del ruedo y plaza del artista Anuar Atala, capitalino de nacimiento e hidrocálido por adopción, ya que lleva viviendo en el estado 42 años. La obra representó una abstracción de otra realizada con inspiración insurgente, con la espada de los ejércitos (estoque), algunas cruces y símbolos de la época realizados en un elegante código cromático en grises, oro y vino. La primera impresión visual ya había llenado los sentidos de lo que viviríamos más tarde.

La Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, dirigida por el maestro Román Revueltas, acompañó la noche de manera magistral, interpretando obras de Bizet, Beethoven, Agustín Lara, Massenet, Puccini y Rimski-Kórsakov. El tenor fue Kassem Lievanos, quien maravilló a la audiencia con su magnífica voz, temple y potencia en la interpretación.

Partieron plaza los toreros ataviados con bellos trajes insurgentes, creados por el sastre taurino jalisciense César Gutiérrez. Verde botella y oro, negro y plata y azul noche y oro respectivamente.

Una vez realizado el paseíllo, se entonó el Himno Nacional Mexicano, llenando de orgullo y honor el pecho de los asistentes.

Luis David tuvo en su primer toro a un ejemplar manejable, con aseada y medida faena, de no haber sido por la espada hubiese tocado pelo. El cuarto de la tarde salió al ruedo tras el intermedio en el que nos deleitó la OSA con el Huapango de Moncayo. Este toro se acalambró, siendo devuelto y sustituido por un bello ejemplar cárdeno, bien cortado de pitones blancos del hierro zacatecano de Boquilla del Carmen, buen toro propiedad de Manuel Sescosse al que le cortó dos orejas en faena templada, variada y emocionante.

Leo Valadez no tuvo suerte, su primero fue un castaño muy en tipo que salió muy complicado y Leo anduvo solvente y torero sin opción alguna. Su segundo, siendo más noble, tampoco le permitió otra cosa que demostrar que es un torero capaz y que para triunfar se necesita que el toro embista.

Héctor Gutiérrez, ante su primero, poco pudo hacer dadas las condiciones del toro que duró poco. Pero el premio gordo de la Insurgencia estaba destinado al sexto toro, un astado negro, el único de la tarde, de nombre Nueva Historia. Desde su salida mostró alegría y poder en la embestida, aderezado con la fijeza y nobleza que hoy son atributos sublimes de la bravura. Al primer contacto, Héctor supo que tenía ante sí a un colaborador y cómplice para encumbrar su carrera en una tarde clave, importante, televisada y de gran proyección.

Es fundamental para los toreros que sabemos cuentan con enorme potencial, que los toros buenos salgan en plazas importantes y con proyección, para que ante el triunfo ese potencial se transforme en realidad, convirtiéndose en ídolos y posibles figuras del toreo.

Suaves verónicas, mecidas, casi sin reponer terreno, fueron el preámbulo de una de las mejores faenas que el centenario ruedo sanmarqueño haya vivido.

En los medios, con el toro fijo, hocico cerrado, poder y alegría en las enclasadas embestidas, Héctor pudo soñar el toreo de trazo largo, suavidad y profundidad en los tres tiempos del muletazo. Éxtasis colectivo, tandas por ambos lados, el toro reduciendo su velocidad ante los vuelos de la muleta que generosamente Gutiérrez presentó ante los belfos del bravo astado.

Esta obra, además acompañada por la OSA interpretando Nessun dorma para terminar por aderezar una noche fantástica de gran toreo, belleza y emoción. Estocada en lo alto, hasta las cintas, dos orejas y el rabo al torero del bravo toro que recibió el homenaje de la vuelta al ruedo.

Generosa pirotecnia ante las notas de la novena sinfonía de Beethoven con la salida a hombros de Luis David y Héctor Gutiérrez en una noche que ha quedado grabada en el corazón y el alma de los ahí presentes y que podrán ver, amigos, en OneToro próximamente.

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