Apuntes Globales

China: nueva era de la hegemonía estadounidense

El único consenso bipartidista en la caótica polarización política del vecino del norte es la necesidad de hacer frente a China.

Experimentamos, señaló Joe Biden en su discurso esta semana en la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas, “un punto de inflexión en la historia”. Hay que observar si las tecnologías y la ciencia están al servicio de “empoderar a la gente o de profundizar la represión”.

Sin mencionar nunca la palabra China, la creciente rivalidad con la potencia asiática estuvo presente en todo su discurso. “Nosotros no estamos buscando, lo repito, no estamos buscando una nueva guerra fría o un mundo dividido en dos bloques”. Sin embargo, como bien apunta David Sanger de The New York Times, en todo su discurso estuvo presente la idea de redirigir los esfuerzos de Estados Unidos en cuanto a competitividad económica y seguridad nacional para enfrentar la ascendencia de Pekín.

El único consenso bipartidista en la caótica polarización política del vecino del norte es la necesidad de hacer frente a China. Biden claramente está siguiendo el curso de su predecesor Donald Trump: enfrentar abiertamente la rivalidad con Pekín, tanto en términos económicos como estratégico-militares.

Frente a China, la diferencia entre Biden y Trump está en los instrumentos. En lo estratégico-militar, Biden busca las alianzas para enfrentar a China incluso en su propio perímetro. Por ejemplo, la que acaba de forjar con el Reino Unido para dotarle una flota de submarinos nucleares a Australia. En lo económico, mediante un nuevo diseño de política industrial, busca reemplazar las cadenas de suministro productivas en China hacia países aliados más confiables.

La hegemonía estadounidense o la llamada paz americana, es decir, el periodo de la historia mundial en que el vecino del norte ha sido la máxima potencia económica y militar, arranca al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Esta supremacía, de cerca de ocho décadas, presenta dos grandes periodos, marcados por el rival en turno: la Guerra Fría, 1946-1989, contra la Unión Soviética, y la guerra contra el terrorismo internacional, 2001-2021. De los atentados terroristas a las Torres Gemelas a la salida de Afganistán, hace semanas.

La potencia asiática está claramente reemplazando al terrorismo de Al Queda como el nuevo rival de Estados Unidos. La salida de Afganistán era esencial para liberar recursos y enfrentar sin distracciones a China. Ben Rhodes, el número dos de la seguridad nacional de Barack Obama, argumenta que Estados Unidos necesita dejar atrás la guerra contra el terrorismo internacional al estilo Al Queda o el Estado Islámico, y “redefinir el propósito de Estados Unidos en el mundo… concentrándose en la rivalidad con el Partido Comunista Chino”.

Y eso es justamente lo que se requiere para redireccionar el “enorme trasatlántico” que constituye el Estado estadounidense. Así se refería Obama a ese conjunto pesado y complejo de actores e intereses que constituyen el gobierno federal de Estados Unidos.

Washington está acostumbrado a definirse internacionalmente con base en el rival en turno. Ellos o nosotros. Y de esa rivalidad emana un nacionalismo que genera consensos y sentido de propósito.

¿Qué implicaciones tiene para México la tercera era de la hegemonía de Estados Unidos con China como enemigo? Simple y sencillamente que hay líneas que no se pueden cruzar, como acercarse estratégicamente al enemigo en turno.

La lección más acabada del nacionalismo priista fue un acuerdo tácito entre CDMX y Washington de no hacerles el juego a los soviéticos y quedarse al margen de cualquier acercamiento estratégico con Moscú. Desde luego, en la segunda etapa, hubiese sido suicida acercarse a Al Queda o el Estado Islámico. Sin embargo, la 4T jugó con fuego al coquetear con China durante la reciente cumbre de la Celac.

Sin embargo, dos meses antes, frente a los cancilleres de la Celac, en el mismo Palacio Nacional, el presidente López Obrador había señalado que la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos ponía a México y a América Latina en una situación ventajosa para mejorar la relación con Estados Unidos, pues este último nos necesita más que nunca.

AMLO es un ávido lector de la historia nacional. No hay duda. El gran secreto de haber navegado con éxito la hegemonía del vecino del norte durante la Guerra Fría fue permanecer alejados de la Unión Soviética.

COLUMNAS ANTERIORES

Putin celebra y trama con BRICS
Mi voto anti-Trump

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.