Apuntes Globales

México, enemigo de Estados Unidos: efecto fentanilo

La corrosiva polarización política impide un debate partidista serio en Estados Unidos. La guerra contra las drogas ya se perdió. Urge una política de salud pública.

Una de las ocurrencias más graves de la presidencia de Donald Trump fue relatada por el secretario de Defensa, Mark Esper, en sus memorias. Habría que lanzar misiles a los laboratorios de los narcos mexicanos. ‘Nadie se enterará que lo hicimos nosotros’.

Esa idea descabellada de Trump, que literalmente paró los cabellos de su equipo de seguridad nacional, ha ido permeando en el ánimo del Partido Republicano. Varios de los aspirantes a la candidatura presidencial de ese partido, como Tim Scott (senador republicano de Carolina del Sur), Nikki Haley (exrepresentante de Estados Unidos ante la ONU) y Ron DeSantis (gobernador de Florida), están abiertamente acusando a México de enemigo.

En el Congreso, hay una serie de iniciativas que apuntan al enemigo del sur. El poderoso senador Lindsey Graham (R-Carolina del Norte) presentó una iniciativa de ley para designar a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas internacionales”. Los representantes Dan Crenshaw (R-Texas) y Mike Waltz (R-Florida) promueven una iniciativa para combatir con “toda la fuerza que sea necesaria a los estados extranjeros, organizaciones y personas ligadas con el tráfico de drogas”.

El artículo del semanario The Economist, tituladoMéxico se ha convertido en el enemigo de los republicanos’, sintetiza y explica cómo nuestro país empieza a verse como un enemigo y cómo la locura de Trump empieza a ser parte del discurso de campaña de los aspirantes de ese partido.

Una cifra escalofriante del artículo señala que 45 por ciento de los electores republicanos considera a México como un enemigo, según encuestas de YouGov. Los demócratas no han variado su visión: 70 por ciento nos ve como aliados.

¿Cómo explicar la actitud y el sentimiento de los republicanos?

Primero, por la severidad de la crisis de los opioides. En Estados Unidos y Canadá se calcula que, en lo que resta de la década de 2020, morirán 1.2 millones de personas a causa de sobredosis de fentanilo, opioide entre 50 y 100 veces más potente que la heroína.

Esta es una crisis anunciada. Los decesos han ido creciendo alarmantemente hasta que se desbordaron en 2021: 108 mil decesos por sobredosis, 70 por ciento de fentanilo.

Segundo, la negligencia del Estado mexicano. México es visto en Estados Unidos como la tierra de cárteles que, sin control del Estado, está literalmente envenenando a su población y causando estragos a su sociedad.

Tradicionalmente, nuestro país ha sido la fuente de la mayoría de la heroína que se consume en el vecino del norte. Desde hace más de una década, el fentanilo empezó a llegar a Estados Unidos directamente de China y a través de México, vía precursores químicos utilizados por los cárteles mexicanos para transformar en fentanilo. Hoy se presume que la mayoría proviene de México.

La respuesta oficial fue que en México no se elabora. La negativa de AMLO ha agraviado incluso a los amigos de México en Washington.

Tercero, la enorme polarización política y la llegada de los tiempos electorales en Estados Unidos.

Lo más fácil para Washington, en especial para los republicanos, que hoy son oposición, es señalar como culpable a México de una crisis que se ha gestado durante el último cuarto de siglo.

En los años 90, las grandes farmacéuticas, como Purdue Pharma, recetaron opioides como caramelos. Les produjo ganancias extraordinarias, pero enviciaron a generaciones enteras. Los adictos, al dejar de tener acceso a medicamentos con receta, recurrieron a la heroína y eventualmente al fentanilo.

Destaca que la crisis de fentanilo afecta en mayores proporciones a los blancos y veteranos de guerra.

En tiempos electorales, los republicanos vuelven a blandir la bandera de uno de sus campeones, Richard Nixon, quien arrancó la nefasta guerra contra las drogas desde 1971: vamos a exterminar a los cárteles.

La corrosiva polarización política impide un debate partidista serio en Estados Unidos. La guerra contra las drogas ya se perdió. Urge una política de salud pública.

Los más recalcitrantes trumpistas, pro-Rusia y anti-México, como Tucker Carlson, expresentador de Fox News e ícono conservador, están proclamando olvidar a Ucrania y concentrarse en México. Rusia no está matando estadounidenses, México sí.

Trump está siendo reivindicado. Su locura toma ahora forma en las propuestas más osadas y ‘valientes’ de los aspirantes republicanos.

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