Según las encuestas de salida de la elección primaria en New Hampshire del pasado martes, el tema que más le preocupa a quienes votaron por Trump es la migración, cerca de 50 por ciento.
Efectivamente, los récords de migrantes llegando a la frontera sur en los últimos meses –casi 300 mil en diciembre pasado– son kryptonita pura para las intensiones de reelección de Joe Biden. Esta semana, el influyente semanario The Economist dedica su portada a un artículo que titula Cómo la frontera le puede costar la reelección a Biden.
En las últimas semanas, la política de seguridad nacional de Biden ha estado secuestrada por la crisis en la frontera con México. Los líderes republicanos del Congreso se montaron en su macho –no te autorizamos los fondos para apoyar a Ucrania e Israel si no tomas medidas para detener el flujo de migrantes en la frontera sur. Exigimos medidas más estrictas para disminuir drásticamente el número de migrantes y peticionarios de asilo que ingresan al país–.
Aparentemente, los republicanos han cambiado la estrategia. Un importante grupo de seguidores de Trump en el Congreso quiere desistir en vincular las dos guerras –Ucrania y Gaza– con la frontera con México. En el fondo, prefieren no resolver el tema. Entre más caos y gente llegue a la frontera sur, mayores las probabilidades de Trump. La narrativa republicana machacada día con día en Fox News: necesitamos que regrese el señor de la bella y hermosa pared para poner orden en la frontera.
La acusación a los migrantes como quienes venían a quitarles su tranquilidad a los estadounidenses ya le pavimentó el camino de Trump a la Oficina Oval en 2016. Y en ese momento, los flujos migratorios estaban a la baja cuando las detenciones por la Patrulla Fronteriza fueron 408 mil 870. Con los números de detenciones por la Patrulla Fronteriza en 2022 (2 millones 766 mil 582) y 2023 (3 millones 201 mil 144), el caso para que regrese Trump está más que justificado.
Por otro lado, el tema que podría conservar al demócrata Biden en la Casa Blanca es el aborto. Paradójicamente, el tema más importante del legado conservador de Trump es también su mayor debilidad.
Gracias a los tres jueces que nombró Trump a la Corte Suprema, ésta, a mediados de 2022, eliminó el derecho al aborto a nivel federal, echando para atrás el famoso laudo de 1973 Roe vs. Wade. Mientras la prohibición del aborto a nivel federal es el mayor regalo de Trump a sus bases evangélicas, un gran número de mujeres, demócratas, republicanas y, desde luego, las independientes, lo repudian. Y han emprendido una cruzada para renovar ese derecho.
El consenso de esta cruzada proaborto fue el mejor aliado de los demócratas para evitar que la elección de medio término de 2022 fuera la catástrofe que se esperaba. Los demócratas lograron conservar la mayoría de la Cámara alta y perdieron la baja por escasos 10 curules.
La disputa sobre el aborto se ha centrado en el lapso de las seis semanas. En algunos estados archiconservadores, como Florida y Georgia, se ha legislado para que después de las seis semanas se prohíba el aborto.
Trump, quien no tiene empacho con realizar contorciones ideológicas y faltar a los principios más elementales, ha buscado distanciarse del tema de las seis semanas. Declaró en el programa televisivo Meet the Press, que la decisión de Florida de las seis semanas “es una cosa terrible”.
Hay mucho en juego en la elección del próximo noviembre en Estados Unidos. Los temas como el aborto y la migración son del ámbito estrictamente de política interna. Sin embargo, si el gobierno de AMLO se lo propusiera, pudiera ser el mejor aliado de los demócratas, si dejamos de arrastrar los pies y prevenimos efectivamente que se profundice la crisis en la frontera conjunta.