Apuntes Globales

Putin celebra y trama con BRICS

Vladímir Putin y Xi Jinping tienen una misión común: destruir y sustituir el entramado de instituciones pro Estados Unidos y sus aliados europeos

Estados Unidos y el mundo occidental están de cabeza. En 11 días hay elecciones por la Casa Blanca y las predicciones, aunque apretadas, apuntan a una victoria de Donald Trump.

Mientras tanto, esta misma semana, el gran enemigo de Estados Unidos, Vladímir Putin, recibió con alfombras rojas a más de 20 líderes del mundo en la cumbre de los BRICS, en la ciudad rusa sureña de Kazán, junto al Volga.

La cumbre de los BRICS 2024, que se originaron en 2006 –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–, ahora visiblemente agrandada, tiene dos claros líderes: Vladímir Putin y Xi Jinping. Estos se han reunido en más de 40 ocasiones durante los últimos 11 años en que han sido los hombres fuertes de sus países.

Estos frecuentes encuentros evidencian una profunda asociación entre ambos líderes con una misión común: destruir y sustituir el entramado de instituciones pro Estados Unidos y sus aliados europeos por un orden internacional más acorde y benéfico para ellos.

El Kremlin ha señalado que la cumbre BRICS es uno de los “eventos de política exterior más trascendentales” en la historia de Rusia. Los países visitantes constituyen 35 por ciento de la economía mundial, mientras que la agrupación pro-Washington, conocida como el Grupo de los 7 (G7) (Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Canadá) representa 30 por ciento del PIB global.

Putin, el anfitrión, estará a sus anchas. No le pesa la amenaza de arresto que enfrentó en la cumbre anterior celebrada en Sudáfrica el año pasado. La Corte Penal Internacional había emitido una orden de captura en su contra por crímenes de guerra vinculados a la invasión a Ucrania. Siempre precavido y un paso adelante de sus enemigos, el líder ruso se quedó en el Kremlin sin asistir a Johannesburgo.

BRICS es una alianza que se generó con un concepto del economista Jim O’Neill en 2001. Éste anticipó que estos países asumirían un papel de liderazgo en la economía global en 2050 y abogó por su integración como núcleo de la formulación de políticas globales.

Los BRICS comparten características clave, como la extensión de sus vastos territorios y sus grandes poblaciones, que en conjunto representan 45 por ciento de los habitantes del globo.

Este año, el bloque de países emergentes se expandió para admitir a Argentina, Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes, Egipto y Etiopía como nuevos socios. No obstante, el nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, con una agenda radicalmente liberal y marcadamente pro-Washington, declinó la invitación a Rusia.

La trama principal del anfitrión de la cumbre BRICS 2024 es sustituir el sistema de pagos en dólares por un mecanismo digital en que los bancos centrales de los países serían los puntos nodales de las transacciones. Esta propuesta no sólo apunta al corazón del orden global dominado por Estados Unidos, sino que haría de papel las sanciones económicas y financieras que Estados Unidos y sus aliados le han impuesto a Rusia por invadir Ucrania.

El plan de pagos globales que se presentó en la cumbre BRICS 2024, según el semanario The Economist, “podría inducir transacciones más rápidas y baratas (…) es un esquema con genuino potencial”.

La elección en Estados Unidos seguramente fue tema central de conversación en la cumbre de Kazán, Rusia. Los dos grandes patronos de la reunión, Vladímir Putin y Xi Jinping, no sólo han mostrado sus preferencias por Donald Trump, sino que incluso han intervenido electoralmente con troles y otros sofisticados esquemas en favor del republicano.

Trump es un líder a modo. Como presidente, siempre se achicó ante ambas contrapartes, además de profesarles una especie de admiración por no tener que pasar por las aduanas de los pesos y contrapesos de la democracias, Congresos y prensas independientes.

Más aún, Trump y su movimiento nacionalista-aislacionista Haz a América Grande Otra Vez (MAGA, por sus siglas en inglés) juega a favor de los intereses globales de Rusia y China en cuanto se opone a las alianzas tradicionales de Estados Unidos en la posguerra, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) e incluso la propia Unión Europea.

Con Trump o sin Trump, Putin y Xi no pierden su tiempo. Han aprovechado el desconcierto estadounidense y de sus aliados desde que arrancó el trumpismo (2016) para consolidar su alianza binacional y para cortejar a los países con más futuro del planeta, ya no sólo la India, Brasil y Sudáfrica, sino cerca de una veintena más.

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