Dos estados fronterizos –Texas y California– literalmente acaparan la relación con México, pues en términos de comercio, migración y, en el caso de Texas, de energía, tienen un peso formidable.
Para ambos estados, por ejemplo, la relación comercial con México es la número uno; sin embargo, para Texas es central. En 2016, el comercio de Texas con nuestro país alcanzó 188 mil millones de dólares, lo cual equivalía a 11.1 por ciento del Producto interno del estado. Ese año, California comerció con México 73 mil millones de dólares, lo cual equivalía a 2.7 ´por ciento de su Producto.
La pregunta fascinante es por qué Texas, que tiene tantos intereses con México, no es un buen vecino, y California, que también tiene intereses, pero menos relevantes pues es una economía más grande y diversificada, sí es un buen vecino.
Clarifico lo de buen vecino. Especialmente en el tema migratorio, Texas y California tienen trayectorias cruzadas. A mediados de los 90, California era un estado antimigrante y aprobó la propuesta 187 que impedía el acceso a salud y educación de los indocumentados. En esa década, Texas daba la bienvenida a los mexicanos. Sin embargo, en los últimos 25 años, California se ha vuelto un estado promigrante y Texas aprobó, en 2017, una de las leyes más antimigrantes y discriminatorias, la SB4.
Los dos últimos gobernadores de California, Jerry Brown y ahora Gavin Newsom, son demócratas y abiertamente promigrantes. Por su lado, los dos últimos gobernadores de Texas son republicanos y han sido abiertamente antimigración: Rick Perry, y sobre todo, el actual Greg Abbott.
Ahora bien, la relación que tenemos con Texas en gas natural es de dependencia extrema. Este es el origen del problema actual de abastecimiento y de la fricción con ese estado. Prácticamente todo el gas natural que importa México proviene de Texas, poco más de 90 por ciento. Y para agravar las cosas, el gas natural tiene un peso enorme en la producción de electricidad de México, rondando en 50 por ciento.
Recurro a John McNeece, investigador principal sobre energía y comercio del Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California, en San Diego. John, además, trabajó como abogado en temas de energía bilateral por más de 25 años.
Según McNeece, no es fácil acabar con esa dependencia. Se necesitaría de mucha inversión en exploración e incluso estar abiertos a la práctica de fracking (fracturación hidráulica), que México se ha negado por motivos ambientales. En el corto plazo, me enfatiza, lo que México requiere es mayor capacidad de almacenamiento, lo que nos permitiría blindarnos ante la volatilidad del precio o disponibilidad del gas natural. Desde hace unos años, la Secretaría de Energía insistía que debíamos tener al menos una capacidad de cinco días. Sin embargo, España e Italia han logrado, por cuestiones de seguridad energética, llegar a más de 30 días de capacidad de almacenaje de gas.
Para este especialista, en Texas falló todo el sistema de energía por no estar preparado para las bajas temperaturas. Se confiaron. En ese estado, el gas natural representa 45.5 por ciento del suministro de electricidad, la eólica 22.8 por ciento, el carbón 17.95 por ciento y la nuclear 10.9 por ciento. Todo falló por congelación.
Ambos, el gobernador Abbott y AMLO, han aprovechado el apagón energético de Texas para jalar agua para su molino ideológico-político.
El gobernador apareció en la cadena conservadora de televisión, Fox News, para atizarle a Joe Biden por su interés en impulsar las energías limpias. Insistió en que la energía eólica y solar –las energías verdes, cabeceó la cadena– han fallado. Searcy Dionne, de The New York Times, clarifica: en el invierno, la energía eólica aporta sólo 7 por ciento de la matriz eléctrica de ese estado. Y nuestro presidente, evidentemente, insiste en el nacionalismo energético.
Le pregunto a John, cuál es el camino para no volver a incurrir en estos apagones e iniciar una paulatina independencia del gas natural de Texas. Primero, fortalecer la capacidad de almacenamiento. Pase lo que pase, México tiene que elevarla. Segundo, desarrollar el potencial que hay en gas natural en México con tecnologías de punta que sólo pueden llegar con inversión extranjera. Y tercero, y mayormente relevante: el desarrollo de energías limpias.
México es uno de los países del mundo con mejor potencial para la energía solar, lo que se llama insolación. Me da el ejemplo de Imperial City, que produce 2000 megawatts de energía solar y su similar ciudad en México, Mexicali, evidentemente con las mismas condiciones solares, no produce nada.
Las energías limpias, como la eólica y solar, requieren una fuerte aportación de capital inicial, pero su operación es a un costo muy bajo y sin combustibles. Si queremos tener independencia energética, y dejar de depender absurdamente de Texas, el camino son las energías renovables y su consecuente participación privada e internacional.