Apuntes Globales

La incontenible campaña de Trump

Además de ser el titular, hay que reconocerle a Donald Trump que es un candidato formidable y tiene una energía inagotable.

El próximo lunes 3 de febrero empieza oficialmente lo que se conoce como la temporada primaria electoral, es decir, un recorrido por todo el país de los aspirantes presidenciales para lograr ser seleccionado como el candidato de cada uno de los dos partidos.

En 2020 sólo el Partido Demócrata tendrá elección primaria. Ningún republicano cuestionó seriamente la candidatura de Trump para estar en la boleta el próximo 3 de noviembre, por lo tanto ya tiene candidato.

Los demócratas tuvieron más de dos decenas de aspirantes y para la recta final que empieza el lunes en el llamado caucus de Iowa aún quedan más de 10. (Este estado continúa con una vieja práctica de votar en juntas partidistas en vez de depositar los votos en una urna).

Supuestamente el partido que no realiza una primaria, en este caso el Republicano, tiene una pequeña desventaja, pues al no tener una selección partidista por ver quién amarra su lugar en la boleta, no se producen ni competencia ni discusiones acaloradas, por lo cual los miembros del partido no están activados.

La verdad es que el presidente que busca reelegirse tiene buenas ventajas para lograrlo. Cuatro de los últimos presidentes que buscaron la reelección –Reagan 1984, Clinton 1996, W. Bush 2004 y Obama 2012, lo lograron. Solo Bush papá perdió ante Clinton.

En Estados Unidos se le conoce como el poder del incumbent, esto es, las prerrogativas que vienen con la titularidad. El que opera desde la Oficina Oval tiene la flota presidencial a su cargo, ser jefe de facto de su partido político y lo más importante es que tiene el poder de la tribuna. Es decir, tiene un acceso privilegiado a todos los medios informativos, pues es el jefe de Estado y de gobierno.

Además de ser el titular, hay que reconocerle a Donald Trump que es un candidato formidable. Tiene una energía inagotable. Es un fajador con un gran tino para descontar a sus rivales a través de sus bravuconadas y apodos denigrantes: a Hillary le puso Crooked Hillary (tramprosa-venajosa), a Jeb Bush, el candidato con baja energía y a Joe Biden, Joe el dormilón.

Trump está siempre a la ofensiva. Es una estrategia que aprendió desde muy joven cuando su padre tenía cientos de demandas por no rentar propiedades a los afroamericanos en el Bronx de Nueva York. Su abogado estrella, el tristemente célebre Ray Cohn, le enseñó una lección al joven de bienes raíces que nunca olvidó: cuando te ataquen contraataca diez veces más fuerte.

Sus actos de campaña o rallies políticos ha logrado importante efervescencia entre sus electores. Los eventos desarrollan siempre un modelo muy trumpista: son nacionalistas, roqueros, agresivos y manejan toda una serie de parafernalia. En esta destacan las gorras de béisbol con la leyenda original de la campaña del 2016, 'Make America Great Again' ('Hagamos grande a Estados Unidos otra vez') y las banderolas Trump 2020.

La muestra

Como muestra un botón. El martes pasado Trump realizó un acto de campaña en Nueva Jersey. A pesar de estar en pleno invierno, algunos fanáticos llegaron al estacionamiento del lugar a dormir con dos días de anticipación para lograr los lugares más cercanos al presidente-candidato. No obstante, el centro podría albergar a 7 mil espectadores, cientos se quedaron afuera.

Más aún, Trump les irá a competir a los demócratas en el propio estado de Iowa el lunes próximo. Reporta The New York Times que aproximadamente 80 políticos republicanos, entre ellos el jefe de la Oficina de la Presidencia de Trump, Mick Mulvaney y dos secretarios de Estado, estarán presentes en el estado. La consigna: competirles a los demócratas en los medios de comunicación.

Trump, el que se dice no ser un político y haber llegado a Washington para secar el pantano de corrupción, está visiblemente enamorado del poder de la Casa Blanca y de la atención mediática que esto le reporta. La marca Trump es ahora global.

Soy pesimista. Veo difícil que los demócratas puedan producir un candidato o candidata efectivo para poner en aprietos a Trump en los debates, movilizar a la extensa y heterogénea base demócrata y ser atractivo para los indecisos o los republicanos que todavía conservan algo de vergüenza.

Trump va en caballo de plata. Su base lo adora y está convencida de que es el único que los defiende de una clase política mezquina y lejana al pueblo.

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