Como inversionista, preferir a las empresas que toman ventaja de los mercados que se están expandiendo rápidamente y responden adecuadamente a las demandas de sus clientes, no es filantropía. ¡Es un buen negocio!
Larry Fink, CEO de BlackRock, el administrador de activos más grande del mundo, dijo en su carta a los CEOs 2022: “Pocas cosas influirán más en las decisiones de asignación de capital, y por tanto, en el valor a largo plazo de su compañía, que la eficacia con la que navegue la transición de energía global en los próximos años. Cada compañía y cada industria será transformada por la transición a un mundo con cero emisiones netas. La pregunta es, ¿usted liderará o será dirigido?”.
Las grandes tendencias por lo regular atraen también grandes sumas de dinero, y transitar hacia una economía libre de carbono es una de las más grandes tendencias globales de hoy, y las inversiones sostenibles han alcanzado ya los cuatro billones de dólares.
Existe una fundada inquietud acerca de estas grandes masas de capital fluyendo hacia los fondos de inversión, y por lo tanto a las acciones de las compañías que manifiestan estar haciendo algo sostenible, ESG, economía circular o como quieras llamarle. Cuando nos acostumbramos a ver todo a través de la óptica del mercado, y a los accionistas que apuestan por la maximización de los rendimientos, es imposible sustraerse a la idea de que eso es precisamente lo que nos ha colocado en el enredo en que nos encontramos ahora mismo.
Hemos estado colocando las utilidades por encima de todo lo demás, literalmente, y esto es lo que nos está llevando al colapso ecológico simultáneamente con una ampliación creciente de la brecha de inequidad. Entonces, cuando enmarcamos los compromisos de una compañía alrededor de la batalla contra la emergencia climática bajo las condiciones exclusivamente del inversionista, esto nos regresa al ejercicio de ¿cómo crea esto valor para el accionista?
Sin embargo, a pesar de esta preocupación genuina y con todas estas fuerzas viendo la luz, los inversionistas estarán ahí y permanecerán aún con el caos que genera la imprecisa definición de las políticas ESG. Y a final de cuentas sería imposible generar un buen impulso en sostenibilidad corporativa teniendo a los inversionistas al margen o francamente en contra. Los CEOs, que son los que a final de cuentas toman las decisiones, no sienten demasida presión para actuar, a menos que ésta provenga de sus inversionistas.
Ellos necesitan obtener buenos resultados económicos, pero solamente después de que la compañía haya ayudado a proteger los recursos globales en los que todos depositamos nuestra esperanza de progreso. Los resultados verdaderamente importantes deben ser: reducir rápidamente las emisiones de carbono, pagar salarios dignos, impulsar políticas públicas que generen un verdadero cambio sistémico.
El imperativo moral y de negocios para los líderes de hoy, consiste en enfocarse en lo que verdaderamente importa: implementar acciones, a la velocidad y escala que sea necesario, para construir un mundo realmente sostenible. Y si además eso es buen negocio y no mera filantropía, ¡fantástico!
Raúl Asís Monforte González.
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