Tremendo triunfo ciudadano significó la marcha en defensa de nuestro sistema electoral y de las instituciones que lo conforman, del pasado 13 de noviembre. Casi un mes después, la iniciativa de reforma electoral enviada por el Ejecutivo federal a la Cámara de Diputados para su análisis, discusión, y en su caso, aprobación, agoniza mientras los diputados sometidos a las órdenes del presidente han dispuesto una prórroga para ver si las amenazas de desafuero al líder de un partido político surten el esperado efecto de administrarle un aliento de votos que le alcance para ser aprobada.
El régimen está luchando con todo su poderío y no está dispuesto a ceder un solo milímetro. Así de persistente, poderosa, y contundente tiene que ser también la respuesta ciudadana para continuar enfrentando todas las batallas que sean necesarias hasta alcanzar el objetivo.
Los actores políticos tienen que saber que ya no pueden actuar impunemente. Hay que comunicarles con claridad que los estamos observando y que sus acciones, si son contrarias a los intereses ciudadanos, tendrán un costo.
No podemos permanecer en la pasividad que resulta de saberse ganador de una batalla, es necesario continuar derribando las mentiras oponiendo la verdad, comunicando y transmitiendo, especialmente a los jóvenes, el entusiasmo de proteger lo que hemos construido todos juntos y que tiene un valor enorme y fundamental para nuestra vida en democracia.
El sistema electoral que nos hemos construido, es patrimonio de todos los mexicanos, su defensa es imperativa.
Aún con ese último intento de revivir su retrógrada reforma, parece difícil que puedan lograrlo, sin embargo, hay que estar atentos y vigilantes. Si ésta no pasa, ha sido profusamente difundida su intención de aplicar un plan B para lograr su propósito y ahí sí que tienen mayores probabilidades. Es necesario conocer enseguida sus características y encontrar el modo de neutralizarla con inteligencia.
Independientemente de eso, tenemos que estar atentos también al proceso de selección de los consejeros que concluyen el periodo para el cual fueron designados, incluyendo la estratégica posición del consejero presidente. Hay que conocer a fondo los tiempos y las acciones que están involucradas, para activar las alarmas y emprender una nueva batalla.
Asimismo, y otro frente importante de defensa, lo constituye el estrangulamiento presupuestal que se aplica sistemáticamente al árbitro electoral, con la malsana intención de hacerlo descarrilar.
La incipiente e imperfecta democracia mexicana, está cimentada en algunos pilares que es necesario defender, como la autonomía e independencia de los órganos electorales, el servicio profesional electoral que brindan los funcionarios que integran el sistema, el hecho de contar con un padrón electoral confiable, y que todo esto nos ha llevado a establecer condiciones inequívocas de equidad en la competencia.
Nuestro sistema electoral y sus instituciones no son perfectos, pero han alcanzado un nivel muy alto de efectividad en su misión de organizar elecciones cuyos resultados son certeros, confiables y apegados a la legalidad. Para preservarlos no basta una sola, tenemos que ir por todas las batallas.
Raúl Asís Monforte González.
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