En la actualidad, la tecnología se ha convertido en la columna vertebral de la inmensa mayoría de los negocios de todos los giros y especialidades. Es ella la que impulsa el crecimiento, la eficiencia y la adaptabilidad de las empresas en las circunstancias que nos está tocando vivir. Sin embargo, la transición a un entorno cada vez más digitalizado, tecnológicamente avanzado y moderno, también está significando un enorme desafío para los empresarios y sus colaboradores si no se lleva a cabo con el adecuado monitoreo, planeación y supervisión.
Una encuesta levantada por la consultora tecnológica británica Propel, reveló que el mayor desafío tecnológico para las empresas de construcción y sus colaboradores lo constituye el contar con hardware y software obsoleto, que en promedio les hace desperdiciar 101 días hábiles al año a causa de esta obsolescencia tecnológica.
Como es fácil inferir, esta situación puede ocasionar severas dificultades financieras y daños a la buena reputación de las empresas, por caer involuntariamente en ineficiencias e incumplimientos.
La tecnología avanza todos los días, y cambiar a la misma velocidad que suceden las mejoras, significa establecer un ritmo que pocos pueden darse el lujo de sostener, ya que hacerlo puede resultar complejo, costoso y muy difícil de controlar.
Muy pronto los aparatos caducan, las plataformas que históricamente usábamos en la empresa carecen de utilidad práctica o se encuentra que no están alineadas con el corazón del negocio y ocasionan problemas de integración entre los departamentos, generando un entorno de alta vulnerabilidad y riesgo potencialmente alto de pérdida de ingresos y utilidades.
Más aún, cuando en un intento de cerrar esta brecha tecnológica, por fin se toman decisiones, se realizan las inversiones necesarias y se adquiere nuevo software o se actualiza el existente, el 19 por ciento de los encuestados reveló pasar severas dificultades para entender y aprender a gestionar las nuevas funcionalidades de estas herramientas puestas a su disposición. La formación y capacitación del capital humano resulta entonces crucial en el objetivo de mantener la vigencia de los sistemas mediante la disminución de la brecha de habilidades tecnológicas. La privacidad y la ciberseguridad son también asuntos que generan preocupación entre los usuarios de tecnología que se encuentran trabajando en el sector de la construcción.
Hay que entender que las inversiones en mejorar, monitorear y controlar la eficiencia de las tecnologías de la información es muy rentable, ya que mejora sustancialmente el desempeño general del negocio cuando la tecnología se convierte en el latido vital de la organización.
Las empresas constructoras mexicanas, especialmente las Mipymes, necesitan familiarizarse más con los nuevos procesos y entender mejor los avances tecnológicos, mientras resuelven los cuellos de botella que pudieran estar causando su estancamiento. Una vez superado el temor de adoptar nuevas soluciones digitales y comprendiendo cómo éstas les permitirán implementar profundas transformaciones en sus procesos productivos, probablemente descubrirán que un grandioso futuro les espera a la vuelta de la esquina. ¿No te parece?
Raúl Asís Monforte González.
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