Construyendo

¿Cómo, qué tan rápido y hacia dónde avanzará la transición a la movilidad eléctrica?

No solo es la energía: hay muchos factores a considerar sobre movilidad eléctrica, desde las baterías y los costos, dice Raúl Asís.

Hace unos pocos días, estuve presente en la ceremonia de inauguración del nuevo y flamante centro de distribución de la empresa Mercado Libre en la ciudad de Mérida, en el estado de Yucatán. En su discurso, como es natural en estas inauguraciones, el director general de esta firma en México, el Sr. David Geisen destacó ante autoridades estatales y municipales sus inversiones, la importancia de abrir un complejo logístico en esta zona del país y la cantidad de empleos generados.

Pero a mí me llamó la atención un dato que quizás a otros pasó desapercibido. Mencionó que habían iniciado ya una prueba piloto para incorporar a su flota de vehículos de reparto en México, una modesta cantidad de camionetas eléctricas, y que se habían fijado la meta de alcanzar el 100% de este tipo de vehículos en unos años más adelante; sin embargo, los resultados en ahorros de operación y mantenimiento habían resultado tan buenos, que habían decidido acelerar esta transición para alcanzarla cuanto antes, y de ser posible, este mismo año.

Esto coincide con diversas proyecciones que han estado publicando diversos especialistas, como por ejemplo, Ernst & Young reveló hace unas semanas que las ventas de vehículos eléctricos crecerán 38% en 2023 para alcanzar 14.5 millones de unidades, y que estiman para 2030 una participación de mercado del 55% del total de las ventas.

Bloomberg es más optimista, al estimar que la venta de automóviles eléctricos se disparará en los próximos años y rebasará las 100 millones de unidades en 2026 y las 700 millones en 2040 en comparación con los 27 millones al cierre del año anterior. Las ventas, según este estudio, serán de 8.8 billones de USD en 2037 y crecerán a 57 billones en 2050.

Este fenómeno de electrificar el transporte terrestre también está teniendo eco en la industria de los equipos ligeros, semi pesados y pesados para la industria de la construcción, que tiene avances importantes en la búsqueda de fuentes alternativas de energía para remplazar al diésel en los próximos años, pero aquí aún persisten ciertas resistencias.

Normalmente, siempre ha sido causa de cierta ansiedad el pensar en la renovación o ampliación de una flota de equipos de construcción para los encargados de tomar estas decisiones, son muchas las variables a considerar, equipo nuevo o usado, cuál será la marca o modelos que ofrezcan la mayor rentabilidad por el precio inicial, servicio post venta ofrecido por el fabricante, disponibilidad de refacciones y conocimiento de los mecánicos locales.

Ahora las cosas se pondrán un poco más complicadas, ya que no se trata únicamente de decidir entre diésel o electricidad, sino que hay muy diversos factores a considerar con las baterías de litio, como su costo y su densidad de potencia para mover grandes máquinas. Adicionalmente algunos fabricantes exploran el uso de combustibles ecológicos como el HVO (Hydrotreated Vegetable Oil), o el hidrógeno en cualquiera de sus dos posibilidades, para alimentar las celdas de combustible y generar electricidad, o usarse directamente como combustible alterno en motores de combustión interna.

No está sencillo, pero es un camino que ya se está recorriendo y no se detendrá.

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