El sector de la construcción es un importante generador de emisiones de gases de efecto invernadero y por lo tanto responsable en buena parte del fenómeno del cambio climático, pero al mismo tiempo sufre con especial intensidad y frecuencia sus impactos y consecuencias.
Se espera que más del setenta por ciento de la población mundial habite en zonas urbanas en 2050 y por lo tanto las actividades de construcción serán más intensas y tendrán repercusiones ambientales más graves en el futuro de continuar construyendo igual que siempre.
Esto hace que la relación entre la industria de la construcción y el cambio climático se vuelva compleja, sistémica y multifuncional. En consecuencia, se requieren acciones urgentes y ambiciosas de mitigación y adaptación, que incluyen adoptar buenas prácticas constructivas tendientes a una mayor eficiencia energética, un verdadero desarrollo sostenible y finalmente a la descarbonización completa de la industria.
Para lograr eso, es preciso un esfuerzo colaborativo de todas las partes interesadas de la industria de la construcción, que involucre y comprometa a las compañías constructoras, a los profesionales y obreros que en ella colaboran, a sus clientes, la academia, el sector financiero, legisladores y otros servidores públicos.
Esta situación ha alcanzado ya el nivel de una verdadera emergencia. Los diez años más calurosos desde que empezó a medirse la temperatura media anual global en 1880, ocurrieron de 2010 a la fecha. Las temperaturas promedio diarias del aire en la superficie de La Tierra durante la primera mitad del pasado mes de julio, fueron las más altas jamás registradas en el planeta.
Si midiéramos la contribución total de la industria de la construcción al cambio climático de una manera integral, es decir, considerando no solamente la fase de construcción de una obra de infraestructura o edificación, sino también la fase operativa durante toda su vida útil, además de las emisiones indirectas de los materiales o las maquinarias que utiliza, nos daríamos cuenta de que es inmensa.
Uno de los materiales que más se utilizan en construcción, el cemento y el concreto, participa con el ocho por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono. Si la industria del cemento y del concreto fuera un país del mundo, ocuparía el tercer lugar en emisiones de GEI solo después de China y los Estados Unidos.
El desafío del sector consiste en implementar estrategias que reduzcan rápidamente sus emisiones mientras paralelamente encuentra el modo de adaptarse y mitigar los efectos e impactos que sufre.
Algunas de las estrategias que puede la industria de la construcción seguir son:
Abrazar prácticas de construcción verde, con diseños energéticamente eficientes, y métodos que incluyan energía limpia y renovable, materiales sustentables y economía circular. Diseñar y construir infraestructuras más resilientes. Evaluar todos los proyectos con una visión que abarque todo el ciclo de vida. Considerar inversiones en proyectos de compensación. Emitir estándares, normas y regulaciones más estrictas pero que sean impulsoras e incentiven prácticas más sostenibles que reduzcan las emisiones. Educar y entrenar a los profesionales y obreros de la industria en buenas prácticas sostenibles.