Construyendo

La importancia de las pequeñas para lograr cambios grandes

Conviene implementar políticas eficaces que estimulen la adopción de recursos energéticos distribuidos y que al mismo tiempo generen un mercado de la electricidad más sano.

En todo el mundo, las pequeñas instalaciones fotovoltaicas son consideradas una parte esencial para alcanzar la plena transición energética así como una auténtica y completa descarbonización de la economía. Casi tan importantes como sus hermanas mayores de escala comercial e industrial.

A estos pequeños proyectos, se les ha dado el nombre legal de “generación limpia distribuida” como son definidos en las leyes mexicanas vigentes. Se trata de activos de generación de energía limpia y renovable instalados en el sitio mismo en donde esa energía es demandada. Actualmente, y dejando de lado el rigor de las leyes, se ha estado adoptando el término “recursos energéticos distribuidos” ya que, de hecho, los proyectos no solamente incluyen activos de generación como los paneles solares, sino que ya integran pilas que almacenan la energía producida y no utilizada inmediatamente, y también sistemas de gestión inteligente que administran la energía para obtener el máximo beneficio de ella, tanto en calidad como en costo.

Esos pequeños proyectos de recursos energéticos distribuidos, son muy valorados por el motivo de que al utilizar las azoteas y otros ambientes ya construidos e impactados, es posible preservar el suelo para otros usos o para proteger ecosistemas existentes. También son muy benéficos por contribuir a contar con una red eléctrica mas resiliente ante los impactos del cambio climático, ya que al estar localizados prácticamente en el sitio de uso final, pueden responder con mayor flexibilidad a las interrupciones del servicio de la red centralizada.

Por supuesto que también contribuyen a disminuir las pérdidas de energía que ocurren en las líneas de transmisión y a liberar un poco la presión sobre la necesidad urgente de construir más infraestructura de transmisión y distribución.

Por todas esas y otras razones, conviene implementar una mayor cantidad de políticas eficaces que estimulen la adopción generalizada de recursos energéticos distribuidos y que al mismo tiempo generen un mercado de la electricidad más sano. Conforme el mercado evoluciona y madura, la demanda sufre alteraciones y obliga a replantear nuevamente las cosas.

Ahora se pretende limitar o entorpecer el intercambio compensatorio de energía eléctrica favorable al consumidor, lo que está detonando la necesidad de invertir en sistemas de almacenamiento de energía en baterías como algo que ya es necesario y no es opcional.

No se están implementando programas de energía solar para los hogares de estratos sociales más desfavorecidos, a pesar de las numerosas advertencias de expertos que muestran la necesidad y urgencia de atender este tipo de casos, o crecerá cada día más el subsidio que se aplica a las tarifas de dichos hogares, haciéndolo insostenible en el corto plazo.

Con mayor razón, ante la absurda negativa del gobierno federal actual de incentivar la instalación de proyectos de generación renovable de gran escala, los cambios grandes estarían, así lo esperamos, originándose desde la implementación de muchos más proyectos pequeños, como formando un ejército con el cual avanzar hacia la transición energética y la descarbonización de la economía.

Raúl Asís Monforte González.

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