A pesar de que se están implementando una gran diversidad de soluciones, a muy diversas escalas y alcances, en todos los rincones del mundo, aún sigue siendo insuficiente el esfuerzo, que está bastante lejos aún de significar un freno para el incesante avance del cambio climático.
Conocemos perfectamente cuál es el origen del problema, está suficientemente claro y comprobado que son las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que provienen directamente de la quema de combustibles fósiles. Por lo tanto, al menos en teoría, sabemos a ciencia cierta la solución que es necesario aplicar para detenerlo: transitar de los combustibles fósiles a formas de energía sensiblemente más limpias, y adicionalmente impulsar procesos que retiren lo más rápidamente posible el dióxido de carbono y otras emisiones directamente de la atmósfera, para decirlo en términos más coloquiales, sembrar árboles, muchos, todos los que podamos, en todos lados, todo el tiempo.
Es cierto, hay muchos esfuerzos en marcha, con impresionantes avances en algunos casos y algo más moderados en otros. En generación de electricidad, adicionalmente al avance sorprendente de las tecnologías solar fotovoltaica y eólica, se han llevado a cabo sustituciones importantes de carbón por gas natural.
El Acuerdo de París firmado en 2015 por todas las naciones del planeta, solicitó un acuerdo para limitar el calentamiento global futuro muy por debajo de los 2 °C, idealmente a 1.5 °C en comparación con los niveles preindustriales, todos se manifestaron a favor y se expresaron los compromisos, pero muchos de ellos no se están cumpliendo, otros lo hacen parcialmente, y muchos más están resultando notoriamente insuficientes, así que el planeta se enfila al parecer irremediablemente a un calentamiento mayor a los 2°C.
Los impactos están ya presentes en todos los rincones del planeta, no hay un solo país, un solo estado o región, una sola comunidad, que no esté experimentando ya el alcance de los efectos de este fenómeno causado por los propios seres humanos en contra de sí mismos. Más aún, se están agravando, están siendo cada día más intensos, más frecuentes, más amenazantes, están causando disrupciones profundas en las costumbres y en el modo de vida de las personas pero también en las operaciones cotidianas de los negocios.
Estos impactos afectan primero y con mayor severidad a las comunidades más vulnerables, a las minorías raciales y étnicas, a los grupos sociales más desfavorecidos, esto es profundamente injusto, pero no logran librar a final de cuentas las consecuencias del cambio climático ni siquiera aquellas comunidades más fuertes y mejor preparadas, con más recursos, y que han elevado su capacidad de respuesta a la crisis climática.
Es necesario continuar identificando las vulnerabilidades de cada región, descubrir cómo se pueden incrementar los mecanismos de defensa de los que puede echar mano cada comunidad para protegerse a sí mismos, y qué tanta más acción es necesario realizar para garantizar un futuro más seguro y luminoso para todos.
A mayor calor, más graves los impactos. La ciencia, con todos sus avances, ya no puede decirnos cuanto más se calentará el planeta, porque eso depende de lo que nosotros, y especialmente los líderes políticos decidamos hacer. Las personas tenemos opciones ahora mismo para cortar las emisiones y prevenir un mayor calentamiento. Cuánto más se calentara el planeta depende de las decisiones que hoy tomemos las sociedades.
El futuro está en tus manos, tú decides.
Raúl Asís Monforte González.
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