Otros Ángulos

La crucial importancia de los medios

La prensa en el mundo ha hecho progresar y ampliar la democracia, y esto no se ha realizado con flores ofrecidas a los gobernantes ni con elogios por lo que hacen.

El hombre político busca controlar los medios. Y para ello se transforma en esa corteza hueca hecha a partir de frases pegajosas, argumentos lineales, un eslogan o un estilo. Se esmera en la seducción, en un donjuanismo conceptual. Y se ampara en una poderosa estructura. De ahí que el duelo es demasiado desigual entre un presidente, monarca o ministro y el periodista.

En la actualidad hemos visto surgir a un nuevo tipo de hombre público: permanentemente inquieto y obsesionado por la opinión. La aspiración no tiene límite. Desea estar por encima de los demás, tan alto que aspira a la trascendencia de pasar no a la historia sino ser la historia.

El ejemplo más acabado se llama López Obrador.

Cuando ocurre la muerte de Juan Pablo II se molesta con la televisión porque le destinan mucho tiempo al suceso y a la sucesión en el papado. "Es demasiado, se olvidan (de mí) que estamos en campaña".

Por ello no debemos extrañarnos que mal califique a medios como Proceso y Reforma, amén de escritores, editorialistas y reporteros. Llega al punto de señalar que no se han portado bien con él y su proyecto. Y añade con énfasis que en el pasado los medios ponderaban a quienes querían –como él– la transformación. En un gesto de ingenua audacia mostraré otros datos.

Al iniciar la guerra de Independencia, el cura Miguel Hidalgo crea e imprime El Despertador Americano, como medio de expresión afín a su causa. Dispuesta la Colonia a suprimirlo, crea numerosos panfletos en contra de él y la causa independentista. Hidalgo no se molesta con ello ni busca suprimirlos. Sabe que lo que quiere es muy superior a las insidias y mentiras publicadas. A sus íntimos les dice que la infamia no lo tocará.

La relación de Benito Juárez con la prensa es un modelo de congruencia liberal. Fue atacado con virulencia por diversos periódicos y nunca censuró las sátiras ni las críticas a su gobierno.

Un ejemplo, La Orquesta, que fue un periódico liberal, apoya el Estado laico y el matrimonio civil, pero está en contra de sus medidas económicas como el deslinde de las tierras comunales en favor de los indígenas. Una y otra vez se lo reclaman y Juárez no mal califica a sus críticos. Llegan a ridiculizarlo junto con Juan Nepomuceno, a quienes califican los periódicos de entonces como indios patas rajadas.

¿Cuáles son esos periódicos? Como ejemplo, La Orquesta, La Tarántula, El padre Cobos, que son abiertamente antijuaristas. Cuando Juárez busca la reelección, en 1872, lo zarandean, los denuestos son variadísimos y no lo bajan de reyezuelo, lo caricaturizan como perro de presa, como sanguijuela. Benito Juárez jamás se quejó de esa prensa, lo toleró todo. Una semana antes de morir lo insultaban. La prensa de esa época era muy agresiva con él, sus rasgos étnicos eran caricaturizados con sátiras e ironías. Lo mismo ocurría con sus cercanos, como Sebastián Lerdo de Tejada, quien era calificado como lacayo y dibujado como sirviente.

El gobierno juarista jamás atentó contra cartonistas, directores y editorialistas. Absoluta libertad. Cierto, Juárez y su resistencia ante la invasión europea lo entronizan como ejemplo y como héroe, pero nunca fue intocable.

Los 13 meses del gobierno maderista fueron tiempos de vituperios y de burlas ante sus prácticas espirituales. Los caricaturistas se ensañaron contra él con cartones mordaces. Ahí están las pruebas en periódicos como el Semanario Multicolor, La Tribuna, Regeneración, La Rosa y Tilín-tilín. Las críticas serias venían de intelectuales renombrados, como Federico Gamboa, Querido Moheno, Juan José Tablada, Luis G. Urbina.

A Madero jamás se le ocurrió calificar de buenos a los periodistas que lo apoyaban ni como malos a quienes de él disentían.

La prensa en el mundo ha hecho progresar y ampliar la democracia, y esto no se ha realizado con flores ofrecidas a los gobernantes ni con elogios por lo que hacen. Justo al revés, la prensa ha hecho crecer a los gobernantes y a la sociedad con sus análisis y textos críticos para crear y robustecer el pensamiento reflexivo. Cimiento de la democracia.

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