Otros Ángulos

¿Por qué contra el Coneval?

A este gobierno, alérgico a la autocrítica, organismos autónomos capacitados y reconocidos, como el Coneval, no le gustan.

Hace apenas unos días en el hospital rural de Zongolica, en Veracruz, AMLO, ante un auditorio de trabajadores y campesinos, preguntó quiénes sabían lo que es el Coneval.

La pregunta al pueblo bueno equivaldría a cuestionar a los enfermos de cáncer si conocen lo que es el Acelerador Lineal de Partículas que los está radiando para curarlos del mal que padecen.

A renglón seguido, acusó que "es un organismo creado para simular atender la pobreza al igual que los organismos anticorrupción... y disque a favor de la transparencia; todos esos organismos con funcionarios bien pagados, oficinas lujosas. Edificio moderno… no conocen siquiera a las comunidades... ni a ellos ustedes los conocen".

Más tarde arreció contra el secretario ejecutivo, al decir que ganaba 220 mil pesos al mes. Este lo refutó más tarde y exhibió el monto de su salario: 90 mil pesos. ¿Acaso ese organismo es neoliberal y protector de los intereses de la mafia en el poder?

¿Qué es el Coneval, cuáles son sus tareas, qué resultados ha ofrecido? Este organismo, creado en el sexenio de Fox, sistemáticamente analiza la evolución de la pobreza, es un ente descentralizado con autonomía y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza para mejorar la toma de decisiones en la materia. Su metodología ha sido objeto de imitación en diversos países, ya que es el primer organismo en el mundo en tener una medida oficial de pobreza autónoma y multidimensional.

En suma, sus integrantes no se conformaron con las mismas categorías que contabilizaban si el piso era de tierra o de cuarterones; si el habitáculo contaba con una o dos habitaciones; el número de focos o si contaban con agua corriente. Más aún, también evalúan los resultados de los distintos programas sociales, aplican una multiplicidad de aplicaciones y diferentes componentes para saber la profundidad y extensión de la pobreza.

Ante el dicho presidencial de que primero están los pobres, este organismo, justo por su misión, debiera ser una poderosa herramienta de apoyo a los programas sociales de este gobierno. Pues no. Se le quiere rasgar y hasta desaparecer, ya que AMLO dice que sus tareas las podría realizar el Inegi. La confusión es clara, no es lo mismo informar que evaluar. A cada uno de estos organismos le corresponden tareas diferentes. Con la información del Inegi es como trabaja el Coneval.

A ello se agregan otras categorías y la evaluación no es lineal sino multifactorial, y esto le ha permitido emitir correcciones a los gobiernos conservadores. Sirvan estos ejemplos: al programa de Primer Empleo de Felipe Calderón, el Coneval le hizo múltiples recomendaciones, y a la Cruzada contra el Hambre de Peña Nieto, le hizo ver errores y aciertos para afinar sus metas y lograr que los auxilios llegaran a puntos decisivos.

¿Por qué entonces esa virulencia en los ataques que incluso llevaron a la remoción de su secretario ejecutivo? Bien se hubieran podido hacer afinamientos y robustecer áreas delicadas. No. AMLO ha destinado recursos a través de entregas directas, pero sin el Coneval no se verán los resultados en cuencas clave como salud, vivienda, madres solteras, estancias infantiles, acceso al divertimento, etcétera.

El Coneval, que es ejemplo internacional, podría en este sexenio realizar evaluaciones en las que pudieran aparecer cómo y dónde se han tomado decisiones sin sustento y apresuradas con repercusiones sociales negativas.

Este gobierno, alérgico a la autocrítica, prefiere que no se den otras opiniones que no sean halagüeñas, y los organismos autónomos, capacitados, reconocidos y generadores de conciencia sobre el estado de la nación, no le gustan a su apetito.

Amedrentado y con nuevo timonel a la cabeza, el organismo vituperado por López Obrador puede sufrir desviaciones y más tarde ofrecer cifras y datos que sean las que quiere quien ya ha metido sus manos en el vientre y corazón.

Lo ha demostrado. A López Obrador no le gustan las instituciones autónomas. Todas le parecen creaciones neoliberales, conservadoras y, sobre todo, instancias capacitadas que pueden dictaminar sobre sus errores y excesos.

COLUMNAS ANTERIORES

La austeridad republicana mata
García Luna, un productor de televisión

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.