Pareciera que con los conflictos armados recientes a los seres humanos se nos ha olvidado que la verdadera batalla de la humanidad que deberíamos de estar luchando es la crisis ambiental en la que el planeta en el que vivimos se encuentra en este momento.
Ante esta situación yo como artista me pregunto ¿qué hacer?. Ejemplos proactivos han habido muchos a lo largo de la historia.
El artista Joseph Beuys, por ejemplo, sembró setecientos robles en Kassel, Alemania con el objetivo de reforestar la ciudad.
Esto también me lleva a una pregunta casi inmediata: ¿En México qué ejemplos tenemos de artistas que lleven sus prácticas a la sostenibilidad e incluso abonen elementos para combatir este desastre ambiental? En principio me encantaría mencionar a Helen Escobedo (Ciudad de México 1934-2010).
La artista multimedia Helen afirmó que lo que más le gustaba hacer eran las obras efímeras. Trabajo hecho con objetos reciclados, o prestados. Materiales que podrían ser reutilizados.
Para Helen, “La energía circular” que brotaba en sus instalaciones le generaba la certeza de que a través de la cooperación los humanos podríamos salir de cualquier situación peyorativa sísifa en la que nos encontremos.
En paralelo, la artista Gerda Gruber (Bratislava, 1940) ha generado varios proyectos que apuntan a una consciencia ambiental partiendo de varios ejes.
El primero es el amor a la tierra y la contemplación consciente de nuestro entorno natural. El segundo a través del uso de materiales biodegradables, orgánicos que tienen la prioridad de hacer una “visita” a este planeta de una forma eco sustentable.
Y, es quizá en el proyecto/pieza Campo Magnético (2007-2011) donde vemos una acción directa—probablemente inspirada por el antes citado Beuys—. En este proyecto Gerda realizó una pieza en una escuela secundaria en el corazón de Cholul Yucatán.
La pieza consiste en un espacio en donde árboles donados y sembrados puedan proporcionar sombra a los alumnos de la escuela. Tarea titánica en donde la maestra Gruber literalmente puso las semillas y regó—personalmente por años—en el calor sofocante de Yucatán cada uno de los ahora árboles.
Árboles que cobran vida no únicamente como una metáfora conceptual sino una esperanza viva que a través de una acción directa nos proporciona una pista de salida del “Antropoceno”, una bandera de paz y generosidad de los humanos con nuestro entorno y de un salvamento a nuestra vapuleada palabra “Esperanza”.
Al brotar estos árboles los alumnos de la escuela secundaria de Cholul encuentran sosiego en la sombra y la frescura de la pieza Campo Magnético.
Es así, con la mención de estos tres artistas extraordinarios que tocó la pulpa del tema que ocupa mis pensamientos más profundos. En la acción el y la artista pueden encontrar la redención existencial que ahora se encuentra en un punto ambiental álgido que precisa una total consciencia.
