Caminar, caminar y caminar. Así es la ruta de los seres humanos. Esta a veces se bifurca en varias direcciones y termina siendo una experiencia transmundista internacional. Ese es el paradigma de Calixto Ramírez Correa, artista que desarrolla testimonios y obra con su cuerpo, la vida, el viento que aporrea sus avatares.
De todas estas experiencias se desprende un tratado extensísimo retrospectivo en la exposición “Ni de aquí, ni de allá” en la Fototeca de Nuevo León de Monterrey, N.L.
La muestra está curada por Kitt Hamonds. Esto no es menor, Kitt es otro transmundista existencial que ha caminado, reflexionado, transgredido y le ha hecho cosquillas a las distintas tierras que ha caminado. Kitt entiende perfectamente la deconstrucción de la mundanidad que Calixto hace en cada una de las obras presentadas en video, objetos y fotografías. Calixto hace un ensayo constante y profundo del mito de Sísifo, perfectamente representado en “De un lado a otro, 2007″. Ahí, en un vídeo vemos al artista con una pala removiendo de un lado a otro una montaña de piedras chiquititas—metafóricamente en contraposición con la piedra gigante de Sísifo—. Sin un ápice de romanticismo el mito se repite una y otra vez. El sonido es rasposo, el solamente verlo eriza. Todo es gris a su alrededor, una bofetada absoluta que parece narrar esos momentos durísimos a los que la vida humana redime. No hay grupo, todo lo hace en soledad, sin música, sin ritmo. Pala, material de construcción: una montaña gris va cambiando de lado a lado de forma perpetua…
La siguiente obra nos hace llegar a “Tutte ‘e strade pórteno a Roma, 2014″. Ahí se puede mirar a Calixto representando a los muchos migrantes y vagabundos que viven en los pisos de las afueras de la terminal de trenes de Roma. Roma, Ciudad museo que se desprende con un aura que atrae a millones de turistas todo el año hace en este espacio un resquicio de la polivalente realidad de la “cittá eterna”. La foto es dura. Calixto se vuelve un instrumento, la fotografía está dispuesta en el piso para mostrarnos que solamente puede ser observada en cuclillas. Si, para ver abajo hay que sumergirse: ahí el frío, la suciedad, y el hedor que se hacen perceptibles. En Termini hay quizá más historia que en el Coliseo. La historia de los sueños truncados de los refugiados, de los desposeídos de la gente que rodea un espacio que trasciende su fisicalidad para volverse metáfora de la durísima situación de millones de personas en el pasado y en el presente. Por eso la traducción del título de esta obra es ‘Todos los caminos llevan a Roma’ conjuntando ironía y un sabor a hierro en la realidad de Europa y otras muchas ciudades del mundo. Termini dice en un cartón en el que Calixto está acostado. Termini en italiano es una palabra que en español uno encuentra una interpretación de límite. Sin embargo en la exposición de Calixto este es solamente el principio.
El “Vagabundo” juega un personaje fundamental para Calixto. Ahí como Roberto Bolaño en “Los Detectives Salvajes” se encuentra en una búsqueda existencial por elementos intangibles. Los gestos poéticos de esta búsqueda llegan acompañadas de la acción en obras como “Nube, 2009″, “En un día tan hermoso como este, 2016″ y “Constelación, 2022″. Todas estás obras fueron desarrolladas en países distintos, en una luz diferente, en una historia diversa. En Constelación un muro recibe piedras de cal que representan dos escenarios opuestos. Uno es los muros con orificios perpetrados por balas, y el otro una constelación de estrellas que se pueden ver en el desierto por la noche. Un mismo escenario nos puede llevar a dos lugares muy diferentes. Ambos coexisten en el sitio donde se hizo el performance.
Seguimos caminando en la exposición y ahora encontramos elementos que nos hacen afirmar que la dureza absoluta de la obra de Calixto encuentra puntos de reposo y poética de lo sublime. En “La historia, 2013″ un hombre aparece concentrado en un momento personal e íntimo. Pintando las uñas de una mujer. Se perciben sonidos del interior de una recámara italiana, la paleta de colores es cálida y cercana. Una ventana apunta directamente a la espalda de él. El afuera no existe para el personaje de esta historia, tampoco para la mujer que como musa de Fellini se dispone a que el artista consume su obra. Nuevamente una transformación de mundanidad se convierte en un momento “lontano” con una belleza bucólica. Transportándose a un lugar libre de ansiedad, llena de gestos paradójicos/líricos que nos atraen para observar. Quizá esta obra sea el bálsamo de la exposición. En contrasentido hay un toque de hostilidad. El pie derecho de ella reposa en la pierna derecha de él, la pierna izquierda está sobre la pierna izquierda. Lo entrelazado ejerce una tensión, una extensión de un tiempo que existirá en la memoria de los presentes y de los que hemos ejercido de voyeurismo a través de ella. Él frunce el ceño. Parece acabar harto como después de una faena. Pero existen elementos que dicen que también lo disfrutaba. La paradoja del disfrute, el existencialismo más profundo.
El Caminar de Calixto sigue representado en obras. Cada uno de los videos es una forma de pintar y esculpir el tiempo. Quitando todo tipo de gloria, invocando a un humor intelectual, sacando un peso de encima sin barroquismos. Maletas, sonidos y nombres de regiones que van en forma de péndulo sobre todo entre México y el Mediterráneo.
Las obras siguen alcanzando ecos para los que lo presenciamos incluso de forma epistolar.
No queda más que invocar a todas las almas transmundistas existencialistas que visiten “Ni de aquí, ni de allá” en la Fototeca de Nuevo León para emprender un viaje al interior.