Estrictamente Personal

El editorial del ‘Financial Times’

Causaba mucho escepticismo entre algunos corresponsales cuando alguien describía a López Obrador como un político con tendencias al autoritarismo y poco respeto por las leyes.

Hace mucho tiempo no se había leído en la prensa extranjera un editorial tan crítico contra un presidente mexicano, como el que publicó este jueves el Financial Times, uno de los medios más influyentes del mundo, y que muestra la forma cómo el prestigio internacional de Andrés Manuel López Obrador está con fuertes rendimientos decrecientes. La fascinación que tenían muchos corresponsales extranjeros con López Obrador como líder de la izquierda y como candidato presidencial se ha evaporado. Lo que se esperaba de él, como de forma optimista reflejaban sus despachos en esos tiempos, no se concretó, sino pasó lo contrario.

Educadas y crecidas la mayoría de ellas y ellos en países con viejas culturas democráticas donde el Estado de derecho es parte de la vida cotidiana, el choque con la realidad de quien se formó en Macuspana y por decisión propia decidió encerrarse en su mundo y construir su propia verdad absoluta, ha sido muy contrastante. De la admiración caminaron a la decepción, y del desencanto al análisis crítico de su gobierno. Como presidente electo causaba mucho escepticismo entre un grupo de corresponsales cuando alguien describía a López Obrador como un político con tendencias al autoritarismo y poco respeto por las leyes. Encontraban confusas e insuficientes las descripciones sobre su personalidad y carácter, que no se alcanzaban a comprender.

López Obrador, lleno de prejuicios contra los medios, ha incorporado en su visión rudimentaria de las cosas a la prensa extranjera, descalificándola con acusaciones de complicidad con los gobiernos a los que llama genéricamente ‘neoliberales’, porque no le gusta que lo critiquen o que no apoyen su proyecto. Sus asesores le llenan la cabeza de humo diciéndole que se debe a que “no lo comprenden”. Sus denuncias son alimento para sus clientelas políticas y combustible para su maquinaria de propaganda, que le alcanza muy bien para la autocomplacencia en las mañanas y su ensimismamiento ideológico. Pero para la construcción continua de las condiciones que le permitan consolidar su proyecto de gobierno, no le sirve para nada, sino al contrario, le afecta el no ver críticamente lo que piensan de él.

La fotografía del editorial en el Financial Times, en ese sentido, es muy negativa. A la consulta del domingo pasado para enjuiciar a cinco expresidentes, una “particular” forma de democracia, como la calificó, la comparó con “el terror de Robespierre”, trazando una analogía con el incorruptible Maximilien Robespierre, líder de la izquierda radical que emergió de la Revolución francesa, que formó y encabezó el infame Comité de Salud, que se encargó de perseguir políticamente a sus adversarios, primero, y luego a aniquilar a sus propios camaradas y enviarlos a la guillotina, donde finalmente también él terminó. “Los inversionistas ya han experimentado el daño que puede hacer esa peculiar forma de democracia de López Obrador”, subraya el editorial.

Citó los grandes casos donde consultas sin representación real definieron políticas públicas costosas para los inversionistas, como la cancelación del aeropuerto en Texcoco y la de una planta cervecera en Mexicali. En la del domingo pasado, “López Obrador utilizó el referéndum para movilizar a sus simpatizantes y recordarles que está persiguiendo a los enemigos de su autodenominada ‘cuarta transformación’”, agregó el Financial Times. “En realidad, la búsqueda de la justicia de López Obrador parece curiosamente selectiva”.

El diario presenta los contrastes: ningún avance real en el caso del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, acusado de corrupción, pero acoge a los más notables narcotraficantes como su estrategia de “abrazos, no balazos”. Le ofreció disculpas a Joaquín Guzmán Loera por llamarlo El Chapo, y hay reportes alarmantes sobre cómo los cárteles de la droga favorecieron a candidatos de Morena en las elecciones intermedias, agregó el Financial Times. Al Presidente le puede parecer que es una difamación y una acción de mala fe lo que el consejo editorial del periódico publicó, pero eso que leyó –uno supone que así lo hizo– también lo registraron en la City londinense, en Wall Street, y en las sedes de gobierno, cancillerías y ministerios del Tesoro de las principales capitales del mundo.

La imagen que proyecta el diario de López Obrador es negativa. “El Presidente tiene gusto por espectáculos para enmascarar su desdén por las instituciones y el Estado de derecho”, afirma el diario en su editorial, “pero el cariño que tiene el Presidente por el espectáculo sobre la sustancia, esconde la indiferencia por las instituciones y las leyes. Los inversionistas deben tener cuidado de ello”. No para ahí. Como cada vez se empieza a leer con creciente regularidad, en el editorial critica al presidente Joe Biden, quien, porque López Obrador lo apoya para frenar la inmigración a Estados Unidos, “ha dicho poco sobre (estos) temas, una reticencia de la que se arrepentirá”.

El doble mensaje que lanza el editorial podría tener fuertes repercusiones para el Presidente y su proyecto de nación. López Obrador dice a sus cercanos que Biden no se atreverá a actuar contra él por los altos índices de aprobación que tiene, y que los inversionistas tendrán que seguir sus reglas para operar en México. Una vez más, aplicando el simplismo de su inexplicable racional.

Pero los inversionistas han ido reduciendo sus proyectos, como importantes empresarios mexicanos, que desde 2019 han ido reubicando su capital en otras partes del mundo, protegiéndose para cualquier eventualidad en este país. Y aunque Biden no vaya a actuar públicamente contra López Obrador ni declarar en su contra, no tiene carta de impunidad. Para él, actualmente es muy importante que López Obrador frene la migración, pero la paciencia en Washington se está agotando. Lo sabe el Presidente porque el canciller Marcelo Ebrard es el mensajero de las malas noticias que vienen del norte, y las crecientes molestias del gobierno de Estados Unidos contra sus acciones y declaraciones. Ya no son síntomas de que algo malo está pasando con la imagen de López Obrador en el mundo. Es una gangrena que le empieza a subir por el cuerpo.

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