Por más que insistiera el presidente Andrés Manuel López Obrador en que su viaje a Washington era para reunirse con el presidente Donald Trump y no con el candidato presidencial Donald Trump, debió haber sabido que eso no sería posible y que su presencia, como advirtieron los líderes demócratas hispanos en el Congreso, días antes de celebrarse, se politizaría. Trump lo invitó mientras el Congreso estaba en receso, por lo que prácticamente no habría demócratas en el Capitolio, y su equipo coreografió la visita que fue, en palabras del diputado demócrata por Arizona, Raúl Grijalva, una "cachetada" a los mexicanos, a los mexicoamericanos, y a todos aquellos que buscan asilo en Estados Unidos.
"AMLO se ha convertido en un colaborador de Trump y ha estado dispuesto a ejecutar la agenda de Trump al otro lado de la frontera", agregó Grijalva, que recoge el malestar demócrata contra López Obrador. Haber ido a Washington, hablar superlativamente del jefe de la Casa Blanca por su apoyo al acuerdo comercial norteamericano, al tiempo de ignorar por completo que de no haber sido por los demócratas y su líder en el Congreso, Nancy Pelosi, jamás hubiera salido, tendrá un efecto duradero, de ganar Joe Biden la presidencia, observó el periódico The Hill, ampliamente leído en el Capitolio.
López Obrador estaba muy contento por el resultado de la visita, medido el éxito porque Trump no lo insultó, sin darse cuenta que el miércoles por la noche, mientras celebraba la jornada vivida, ya era parte de la contienda electoral. Biden aprovechó y recordó al electorado el racismo de Trump contra los hispanos desde hace años.
La respuesta vino minutos después. El equipo de campaña de Trump que atiende a la comunidad hispana publicó un mensaje en redes sociales, donde le dijo: "En realidad Joe, mientras pasaste décadas haciendo promesas vacías a los hispanos, el presidente Trump sí le ha cumplido a nuestra comunidad. Esto es por lo que el presidente López Obrador dijo hoy (miércoles) que @realDonaldTrump ha tratado a los mexicanos con 'comprensión' y 'respeto'".
La maquinaria electoral de Trump se puso a funcionar. John Pence, sobrino del vicepresidente Mike Pence y asesor en la campaña de reeleccion, escribió: "El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al presidente @realDonaldTrump: 'Estoy aquí para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado con nosotros como amabilidad y respeto'. ¡Amo a nuestros amigos mexicanos!".
Cada publicación en las redes sociales iba acompañada de una edición de frases dichas por López Obrador en la ceremonia de firma de la declaración conjunta con Trump, en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca. No había contexto, como sucede en las plataformas digitales, ni profundidad. Sólo el mensaje editado para cumplir con un objetivo. "Como dijo @lopezobrador_ -agregó Pence en Twitter- somos amigos y vamos a seguir siendo amigos".
La utilización de la visita de López Obrador va a ser algo cotidiano en los próximos meses, y se intensificará en la medida en que Trump lo vaya necesitando electoralmente. En el último mes, la diferencia que llevaba Biden en las mediciones de preferencia electoral se ha ido achicando. Un nueva encuesta del periódico The Hill realizada por la empresa Harris, publicada ayer, muestra que la ventaja del demócrata se redujo a 4 puntos, de los 10 que traía en mayo. En la encuesta de encuestas de Real Clear Politics, Biden mantiene una ventaja de 8 puntos, pero en los cinco estados donde presumiblemente se definirá la elección en noviembre, los números se están acercando al empate técnico.
La visita era políticamente necesaria para Trump, por lo cual se negoció una agenda de conversaciones muy acotada. Para evitar un choque público, los mexicanos lograron que no dieran una conferencia de prensa conjunta, a fin de prevenir que hubiera preguntas incómodas, particularmente en relación con la inmigración, un tema que fue borrado de las discusiones. La única forma como se habló de ella fue en el contexto del agradecimiento de Trump a López Obrador por haber enviado a las tropas –como lo definió el jueves la vocera de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany– a la frontera sur de México para frenar a los indocumentados que querían llegar a Estados Unidos.
El encuentro salió muy bien desde un punto de vista cosmético, porque no tocaron temas de desacuerdo entre los dos países. Incluso, como reportó Bloomberg, durante la cena con empresarios al término de la jornada, Trump bromeó que se había comportado con tanta disciplina –para no causar un problema a López Obrador–, que se controló para eludir el "espinoso" tema del muro fronterizo. McEnany confirmó que efectivamente no se habló del muro, pero dejó claro que tampoco se detendrá su construcción.
El presidente de México está equivocado o peca de ingenuo si cree que compró un salvoconducto con Trump, a costa de poner en riesgo una relación con los demócratas en caso de que Biden gane las elecciones. Viajar a Washington para hacerle un favor a Trump no lo había hecho ninguno de sus antecesores, y el costo lo comenzó a pagar unas horas después de su meloso discurso en la Casa Blanca. Lo usó Trump con fines electorales, y Biden se montó en él para atacar a su adversario.
López Obrador se convirtió en instrumento electoral mientras disfrutaba que le había ido muy bien. Como ya empezó a hacerse público, el encuentro se planeó más para una fotografía de los dos juntos que para hablar de cosas sustantivas. No le ayuda con Biden ni con Trump, que jugarán con él en función de sus intereses coyunturales. El pragmatismo estadounidense no otorga márgenes de maniobra para apuestas riesgosas, como lo hizo López Obrador, que voluntariamente se convirtió en un peón en la campaña presidencial en Estados Unidos.
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