Sobreaviso

Desgobierno en Guerrero

La necedad de colocar en el gobierno guerrerense al clan Salgado quizá sólo encuentre explicación en un compromiso inconfesable o un pragmatismo ayuno de principios.

Cuanto sucede en Guerrero no asombra. Una a una, las señales advertían del desgobierno adonde se dirigía la entidad. Tal es la situación ahora que, esta vez, ni el amplio catálogo de argucias del oficialismo podrá justificar el desastre social, político y económico profundizado por la hija y el padre del clan Salgado.

Desde hace tres años, en marzo de 2021, el liderazgo y la dirigencia de Morena sabían del error de postular a Félix Salgado Macedonio como candidato a gobernador o, en su defecto, como sucedió, a su hija Evelyn. La persistencia –por no decir, necedad– de llevar al gobierno guerrerense a esa familia, quizá, sólo encuentre explicación en un compromiso inconfesable o un pragmatismo ayuno de principios.

Resta por ver qué clase de calamidad deba ocurrir en Guerrero para que Morena reaccione y, con la aquiescencia del padre, le pida a Evelyn Salgado solicitar licencia y no pararse más en el Palacio de Gobierno.

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Semana a semana, cuando no a diario, desde hace meses Guerrero le entrega al país una estampa de la barbarie criminal o el primitivismo político que, pese al maquillaje, la gobernadora Salgado no consigue desvanecer ni ocultar.

Esas imágenes son cada vez más terribles. La bitácora de la negligencia en el poder es infinita. Ahí está el homicidio del candidato de Morena a Chilapa, Roberto Morales. La ejecución extrajudicial del estudiante de la escuela normal rural de Ayotzinapa, Yanqui Kothan Gómez Peralta, encubierta con infames engaños que desató la furia y la rabia de sus compañeros en la capital de la entidad. Las golpizas asestadas por delincuentes a choferes del transporte de pasajeros en Acapulco para someterlos o asociarlos a su imperio y, por ello, la suspensión parcial o total de ese servicio en el puerto, en Taxco o Chilpancingo. El supuesto testimonio de criminales revelando sus vínculos políticos en Guerrero. El esfuerzo de los sacerdotes de la diócesis Chilpancingo-Chilapa para impulsar treguas entre los grupos criminales para reducir la violencia, dada la ausencia de gobierno. Los niños adiestrados en el manejo de armas para defender a su comunidad. Las inconcebibles masacres, emboscadas o enfrentamientos…

Una realidad acompañada de actos y actitudes políticas impresionantes. El video de la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, conviviendo con el crimen y buscando la reelección; la manifiesta negligencia de la alcaldesa de Acapulco, Abelina López, ante el desastre provocado por el huracán; o el alcalde de Taxco, Mario Figueroa, ausente cuando el municipio reclama su presencia y, por si algo faltara, los mensajes, desplantes, chanzas o declaraciones del padre de la gobernadora y senador de la República, Félix Salgado, que constituyen un agravio a los pobladores que viven una tragedia. Todo tolerado por Morena. Una tolerancia que rebasa los linderos de la solidaridad y toca los de la complicidad. ¿Por qué?

Tan grave es la situación que otra Salgado, pero no miembro del clan familiar, Nestora, también senadora de Morena, pide no quitarle los ojos de encima a Guerrero, lamenta no ser recibida por el presidente de la República para exponerle cuanto ocurre en su tierra y no duda en declarar: “Nuestros niños caminando y viendo los cuerpos despedazados, descabezados. ¿Qué hacemos? Esto no pasaba.”

¿Cómo es que el movimiento afiliado a la divisa presidencial de no mentir, no engañar y no robar, no se conmueve? ¿Por qué no fija postura ni toma acción ante el desgobierno en ese estado y solapa cuanto ocurre ahí? Saben el líder y el dirigente de Morena que la realidad prevaleciente en la entidad no es magnificada por los medios de comunicación, sino apenas tímidamente reflejada.

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La revisión del currículo político de Félix Salgado no explica y menos ampara el empoderamiento que alcanzó en Morena.

Sí, ha sido dirigente, legislador, alcalde y más de una vez candidato al gobierno el estado, pero de ellas no deriva su fama. La acción política que le dio notoriedad y lo condecoró con el alías del “diputado costales” fue en 1988. En aquel entonces, Salgado vació en la Comisión Federal Electoral y luego en el Colegio Electoral costales de boletas supuestamente quemadas, acusando un fraude en su contra, cuando compitió bajo las siglas del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional. Sin embargo, esas boletas tenían una singularidad: eran planchadas, o sea, no dobladas para ser introducidas en las urnas y parecían quemadas con cerillo por una de sus esquinas. Esa fue su mayor hazaña política que, junto con la amplísima colección de escándalos o desfiguros protagonizados en la Ciudad de México o en Guerrero, le ha dado popularidad, pero no prestigio.

Algo peor ocurre con el currículum de la gobernadora, Evelyn. Si la trayectoria del padre es pobre, la de la hija es pobre en extremo. No refleja una carrera, sólo reporta tres tristes cargos públicos de tercer o cuarto nivel y ninguna actividad partidista.

¿Cuál es el arte de Salgado Macedonio por el cual a Morena le resulta imprescindible?

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Con tal de salvar su cabeza, la gobernadora Evelyn Salgado ya cortó la de los secretarios de Gobierno y Seguridad Pública, Ludwig Marcial Reynoso y Rolando Solano, y va tras la de la fiscal Sandra Luz Valdovinos. Con tanto descabezado en Guerrero se entiende por qué echó mano de ese recurso.

Lo que es difícil de comprender es por qué Morena ampara al clan Salgado, le complica la campaña a Claudia Sheinbaum y le regala un motivo a Acción Nacional que ya vio la posibilidad de sacar raja política en Guerrero. ¿Cuál será la próxima calamidad?

En breve

Qué curioso que la presunta ministra ande haciendo mancuerna con la magistrada Mónica Soto, quien dio un golpe en el Tribunal Electoral.

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